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El número para creer o no creer

Rusia odia los condones importados

Las marcas de condones occidentales, como Trojan y Durex, podrían encontrarse pronto con grandes barreras para entrar a Rusia.

Este artículo hace parte de la edición de octubre de VICE.

Ilustraciones por Ole Tillmann.

Las marcas de condones occidentales, como Trojan y Durex, podrían encontrarse pronto con grandes barreras para entrar a Rusia. El ministro de Industria y Comercio, Denis Manturov, apoya la restricción a la importación de preservativos hechos en Occidente pues, según él, la medida incita a que los rusos se vuelvan más "disciplinados" y sean más "selectivos en su elección de pareja".

Entre abril de 2014 y 2015 hubo en Rusia un incremento del 51% en el uso de condones y no exactamente gracias a su inexistente programa de educación sexual. Al mismo tiempo, se estima que un millón de rusos habrá contraído VIH para el año 2016. A pesar de esto, el exfuncionario de salud, Gennady Onishchenko, afirmó que los "condones no tienen nada que ver con la salud".

El moralismo prudente de Onishchenko y su deseo de "resolver problemas demográficos" son sólo expresión de la meta económica que se trazó el Ministerio de Industria y Comercio: disminuir la dependencia de bienes extranjeros. Los rayos X, máquinas de ultrasonido, incubadoras y otros objetos cuyo fin principal es salvar vidas, podrían enfrentar limitaciones similares.

Por suerte, la ley no puede prohibir que los almacenes al por mayor vendan marcas de condones extranjeras. Esto solamente aplicaría para los pedidos gubernamentales, que se distribuyen en discotecas y colegios. Si el embargo triunfa, puede que el país se quede sin un plan B, pues las fábricas de condones rusas sólo suministran del 3 al 5% del mercado anticonceptivo nacional.