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asesinos en serie

Amo las historias de asesinos en serie y me preocupa lo que eso dice de mí

Necesito más de 'Mindhunter' y 'American Crime Story: The Assassination of Gianni Versace', pero, ¿por qué?
Todas las imágenes de Mindhunter cortesía de Netflix

Este artículo fue publicado originalmente en Waypoint, nuestra plataforma dedicada a los videojuegos.

Algunos pequeños spoilers para Mindhunter y American Crime Story: The Assassination of Gianni Versace, así como una advertencia sobre menciones a actos de extrema violencia.

Open Thread es donde la redacción de Waypoint habla de juegos y otras cosas que encontramos interesantes. Aquí es donde nos encontrarás discutiendo sobre juegos, música, películas, televisión e incluso deportes, y estás bienvenido a participar de la discusión.

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El pasado fin de semana hice una maratón de Mindhunter, la serie de Netflix —dramatizada pero basada en hechos reales— sobre el origen de la unidad de ciencias de la conducta del FBI. La trama ocurre en los setenta, cuando perfilar a los asesinos seriales empezaba a hacerse popular y, a pesar de que el personaje principal tiene el encanto de una pared, no pude parar de verlo.

"Un episodio más", decía. "Hagámoslo". Y luego, por supuesto, veríamos otro más, con el protagonista Holden Ford intentando encontrar la forma de generar un vínculo con el asesino serial Edmund Kemper. Al agente Tench, el típico policía, empezando a ver el valor en el experimento. A la Dra. Carr —profesora y consultora en el proyecto— encontrando la manera de mantener bajo riendas a los dos agentes, además de intentando hacer viable y científica la investigación para que pudiera ser útil en la predicción de conductas violentas.

Después de un rato, y en un pico altamente dramático, nos dimos cuenta que se había acabado. Temporada uno: terminada.

De inmediato nos sumergimos a la segunda temporada de American Crime Story: The Assassination of Gianni Versace. Esta es otra historia dramatizada pero basada en hechos reales de un asesino serial: el estilero y mitómano Andrew Cunanan, quien mató a un montón de personas en una serie que incluyó al famoso diseñador de moda Gianni Versace en su mansión en Miami Beach en 1997.

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Él acechaba en especial a los hombres homosexuales, usando su atractivo y erudición para que estos confiaran en él. Luego los robaba o mataba. A veces hacía las dos cosas.

Mientras que Mindhunter es en ocasiones clínico —mostrando a los personajes entrevistando meticulosamente a los asesinos en escenas que parecen casi mundanas—, este otro show es apasionado. Se transporta a lo más profundo de las vidas de las víctimas de Cunanan, y se preocupa por lo que les pasa en su interior: sus luchas, sus pasiones, sus decepciones amorosas.

Voy a la mitad de la temporada hasta ahora, pero ya "sé" lo que va a pasar hasta cierto punto. Sé que, en una escena, Lee Miglan, un exitoso hombre de edad enclosetado, llora mientras reza en un altar, diciéndole a Jesús que él "intentó" no ser gay. Sé sobre David, un hombre que salió con Andrew y quien eventualmente le dio posada, solo para luego verlo matar brutalmente a otro amigo, y luego tenerlo como rehén y matarlo también. Sé de la relación de David con su padre, un hombre que no era propiamente pro-gay, pero que amaba lo suficiente a su hijo para aceptarlo, a pesar de sus inclinaciones.

Ambos son acercamientos válidos al género, así como lo es el del ridículamente sensual Hannibal, que no humanizaba al asesino y caníbal, sino que lo hacía tan atractivo que era imposible resistirse a su encanto.

Dios, esto hace que quiera repetirme Hannibal otra vez.

Pero todo esto me puso a pensar: ¿Por qué, exactamente, es tan popular el género de asesinos seriales en nuestra cultura? ¿Por qué es tan atractivo ver a otros seres humanos derrotados, aterrados y brutalmente asesinados? ¿Por qué queremos entender la razón de esto? ¿Qué motiva esta fascinación mórbida con este particular extremo psicológico?

La verdad es que no tengo ninguna respuesta. Si tuviera que adivinar, diría que nos gusta jugar al detective hasta cierto punto, y que es reconfortante a un nivel más profundo el poder tener un espacio seguro (y ficticio) en el que podamos satisfacer la parte más oscura de nuestra naturaleza humana.