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Un unicornio motivador puede, perfectamente, ser un tremendo hack

Volví al Science Hack Day y hackeamos la frustración con unicornios.

Ya había estado en el Science Hack Day antes. A diferencia de las demás hackatones, donde por lo general hay un enfoque hacia la innovación y el emprendimiento, aquí uno puede darle vida a las ideas sin importar lo descabelladas e inútiles que sean. El año pasado, las cosas que se lograron fueron increíbles. Este año volví y otra vez vengo a echarle flores a los hacks logrados. Sin embargo, esta vez las flores apestan. Serían como esas que atraen moscas y se las comen y obvio, uno vendría siendo la mosca. El evento sigue siendo una experiencia valiosa, pero, ¡mierda!, eso de aprender a lidiar con la frustración de los hacks fallidos es cosa difícil.

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Uno va al Science Hack Day a hacer algo con gente que no ha visto antes, de disciplinas totalmente distintas y a contra reloj. Es tremendo reto… Y no siempre se es el personaje más guapo e inteligente. Así como tampoco todo es color de rosas en la esfera de lo logrado tras la intensa jornada. De hecho, en el caso de mi equipo, fue ridículamente de todos los colores del arcoíris. Hackeamos la frustración con unicornios. Sí, leyó bien: Unicornios. Nuestro nerd interior (como de cinco años de edad) salió con toda.

Está bien ser ridículo. Todos somos un poquito (o muy) ridículos, así nos dé vergüenza admitirlo. Pero hasta eso es hackeable. Hay que reírse de la propia incapacidad, de la vergüenza, del fracaso. ¡Y hasta que duelan los cachetes!

Un hack es una solución, no siempre sofisticada pero eso sí, efectiva a un problema cotidiano. Eso de ser geek es muy difícil para algunos (como yo) y saber programar se ve complejo, aprender requiere temple y uno se frustra. Tal cosa aplica como "problema cotidiano", y como todo problema, está en la mente, como los unicornios, como las soluciones.

Teníamos toda la intención de salir con alguna genialidad transdisciplinar (nuestro grupo tenía gente de ingeniería topográfica y biomédica, medicina, derecho, arte, física, etc.) pero a eso de las diez de la noche, tras toda una tarde de mucho intentar y de no lograrlo, con exceso de azúcar y cafeína en las venas, mezcladas con ansiedad, estrés y frustración… nació Jack, el unicornio motivador.

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Leyenda: Jack, el unicornio motivador, existe en un oscuro lugar de internet.

Nuestro proyecto inicial era hackear un kinect (un controlador de videojuegos basado en sensores que reconoce movimiento, gestos, voz, etc.) para hacer del cuerpo humano un soporte de visualización de datos demográficos en Colombia relacionados con el desplazamiento. La idea era genial, pero materializarla nos quedó grande. De repente, me vi dibujando unicornios mientras comía masmelos.

No fuimos los únicos en querer usar ese aparatejo. Otro equipo (que se llamó a sí mismo "Kinect Fail") lo monopolizó y falló, sacando de ahí inspiración para su nombre. Querían hacer una simulación del cosmos, interactiva. Su idea era jugar a ser Dios y explotar simulaciones de estrellas y planetas, pero lo único que lograron explotar fue su zona de confort. Y algo de su orgullo de programadores supongo que se vio afectado, pero Jack, en su infinita sabiduría, les diría:

24 horas es poquito. Aguanta tener tenacidad y ponerse en plan de descifrar cómo pulir el hack pensado. Y bueno, no todos "fallamos" en el sentido estricto de la palabra. Hubo un par de equipos que lograron tener lista su aleatoriedad transdisciplinar para el amanecer.

El equipo que se ganó el primer premio del jurado hizo una mezcla de datos de ondas cerebrales de grillos drogados con cafeína y tormentas solares. Con ese remix (aún no termino de entender en qué se relaciona una cosa con la otra) crearon un gif visualmente similar al ruido blanco pero de colores. ¡Hasta pusieron un grillo saltarín y un solecito con gafas oscuras para contextualizar la imagen! Hicieron ruido de verdad con parlantes y guitarra a partir de esos datos y además pusieron a vibrar una vasija con agua (ellos sí usaron la impresora 3D de Kondoro que teníamos a disposición) para visualizarlo en ondas. Ah y con sal también, en un intento de replicar a su manera los experimentos sonoros que seguramente hemos visto en YouTube alguna vez. No se contempló el "menos es más" en ningún momento. Aquí evidentemente todos eran creyentes de que "más es más" y siempre lo será. Era un grupo enorme, como de 12 personas (hasta en eso, más fue más).

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Otra gente hizo robots para que, cuando uno bailara, hiciera sonidos. Aparatejos con los cuales interactuar lúdicamente. Uno de los integrantes era Carlos Andrés Pérez, quién había dado una charla en la mañana sobre robótica para niños en Bogotá.

Las charlas con las que abrieron el evento… Sí, interesantes, altamente recomendadas. Frases celebres como "la gente confía demasiado en la nube, cuando en realidad cada uno debería tener su propia nubecita" (Offray Luna) me marcaron para siempre. Piénsenlo: La propia nubecita. Esa y "es mejor conectar a los convencidos que convencer a los escépticos" (Sebastián Pérez) me hicieron la mañana. La tarde y la noche, ya se la habrán imaginado con todo lo que les conté. Fue divertido. Fui una de las sobrevivientes y como premio, me dieron una linda camiseta. Desfilaré por el mundo con esta insignia a manera de superhéroe, sonriendo, porque puede que mi código no funcione, pero por lo menos da risa.