Guadalupe Ruiz. Decodificando lo habitual

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Ojos prestados

Guadalupe Ruiz. Decodificando lo habitual

Esta fotógrafa colombiana decidió sumergirse y distanciarse de lo que antes era el simple día a día para descifrar lo absurdo en lo cotidiano.

Hace algún tiempo me encontré con el libro de una fotógrafa Colombiana que me llamó mucho la atención. Lo ojeé un rato y me dejé encantar por un breve momento con sus imágenes, pero iba de afán y lo volví a poner en la estantería. Lo dejé escapar.

Varios meses más tarde le pedí a una amiga que me recomendara fotógrafos latinoamericanos y entre algunos nombres surgió el de Guadalupe Ruiz. Cuando me dediqué a googlear a los nombrados me di cuenta que ella era la misma fotógrafa de aquel libro del cual me arrepentí de no haber comprado. Con gran deleite volví a recorrer su trabajo y esta vez me prometí no dejarlo pasar. Decidí contactarla para saber más sobre su obra y poder compartir su trabajo y así me enteré que creció y vivió en Bogotá hasta los 17 años. Han pasado ya 20 años desde que se marchó de Colombia para estudiar en Suiza y actualmente vive en Bienne, una ciudad pequeña mós o menos en la mitad del país entre Zurich y Ginebra. A pesar de la lejanía, Ruiz ha dedicado gran parte de su obra fotográfica a Colombia, volteando la mirada hacia su propio núcleo familiar y a ciertos clichés del contexto latinoamericano.

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El trabajo de Guadalupe me atrae especialmente porque se relaciona con algunas de mis series fotográficas acerca de mi madre y siento, además, que llega a través de sus fotografías a una reflexión y una mirada sincera. En su trabajo no hay máscaras, nada intenta ser diferente de lo que es, no hay artificios, ni puestas en escena. A mi pregunta de cómo nació la curiosidad por fotografiar a su propia familia, Guadalupe responde de forma natural admitiendo que salir de Colombia le abrió los ojos y le permitió ver nuevas personas y caracteres que antes tal vez pasaban desapercibidos. Desprendiéndose del contexto colombiano en el cual nació, podía mirar diferente, observar realmente, sumergirse y distanciarse al mismo tiempo para ver con ojos diferentes lo que antes era el simple día a día y así encontrar lo absurdo en lo cotidiano.

La serie Nada es eterno nace de sus viajes de vuelta a Bogotá con el propósito de visitar a sus padres. En sus inicios la serie realmente trataba de representar a los colombianos como los imaginan en el extranjero, como si fuesen narcos. Guadalupe cuenta que el propósito inicial de los retratos era saber si en su familia existía algún narcotraficante y al descubrir que no había nadie en el negocio, transformó la serie recolectando retratos de sus familiares. Pasó varios años fotografiando a su papá, tíos, primas y hermana e intentó mostrar el mejor lado de cada uno.

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Me parece muy interesante cómo, de manera muy singular, la fotógrafa logra comunicarnos algo con lo que todos los colombianos y latinoamericanos podemos identificarnos. Encuentra de manera muy acertada códigos acerca de los personajes y los ambientes, el vestuario, las miradas, las poses y la decoración. Su serie reencarna en algo que es exclusivamente latino y aún más profundo: colombiano. Es poderosa la mirada que impone en esta serie porque no es melancólica, ni tampoco nostálgica, sino que Guadalupe quiere mostrar las cosas como son. A veces esta mirada puede resultar crítica y dura, pero nunca deja de ser afectuosa y respetuosa. Es una mirada directa, mas no es una mirada que juzga.

Como dije antes, he retratado, en varias ocasiones, a miembros de mi familia y sé lo hermoso y difícil que es. No es algo que se logra de la noche a la mañana, necesitas una colaboración de parte de ellos, necesitas que se acostumbren a tu cámara y a tu nueva actividad. Ruiz cuenta que llega un momento en el que todo simplemente parece funcionar y se crea una colaboración alimentada por un brazo familiar que apoya y entiende lo que se busca mostrar. Es ahí donde pasa la magia y donde se pueden producir imágenes con tanta calidad y sinceridad. Intenten imaginarse las situaciones, intenten imaginarse cómo sería fotografiar a sus padres, a sus madres o a sus hermanos, intenten imaginarse la colección de anécdotas, las dinámicas y los lazos que se crean. Personalmente me resulta fascinante, me dan ganas de saber más, de conocer las pequeñas historias y las dinámicas más sutiles que existen entre Guadalupe y su familia.

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Pero este no es el único trabajo en el que esta fotógrafa vuelca su mirada hacia lo común. Guadalupe también realizó una serie titulada Bogota D.C. en donde se dedicó a registrar casas bogotanas segmentándolas por estratos. Una vez más, la fotógrafa tiene la capacidad de entender lo habitual y logra decodificarlo y exaltarlo en estas fotografías, transformándolo para nuestros ojos en algo extraordinario. Es una serie muy divertida para cualquier Colombiano, pero también nos hace reflexionar acerca de nuestra sociedad estratificada y de lo que esto representa.

Una vez un gran amigo y profesor me dijo que cuando el trabajo de alguien me gustaba mucho probablemente me gustaría la persona también. Así que me siento con ganas de afirmar que me gusta Guadalupe Ruiz aunque no la conozco, me gusta su forma de mirar y me gusta la manera en la que desnuda con su mirada. Me gusta también su estética, sus colores, sus encuadres y como todos juntos juegan a favor de su narrativa. Espero con emoción su nuevo libro del cual sólo sé que será una fotoenciclopedia de 750 páginas y que estará listo en octubre de este año.

Guadalupe Ruiz. Texto por: Daniella Benedetti.

Gonzalo. Serie: Nada es eterno.

Ana María. Serie: Nada es eterno.

Patricia. Serie: Nada es eterno.

Ricardo. Serie: Nada es eterno.

Estrato 1. Bogotá D.C.

Estrato 2. Bogotá D.C.

Estrato 3. Bogotá D.C.

Estrato 4. Bogotá D.C.

Estrato 5. Bogotá D.C.

Estrato 6. Bogotá D.C.