Mohammed Cheurfi sentado en las escaleras de una plaza en Argel.
Todas las fotos cortesía del entrevistado.
Identidad

Testimonio sobre la guerra de Argelia

La comunicación no es nuestro fuerte, pero quería saber sobre su pasado y la gente que perdió en Argelia.
Souria Cheurfi
Brussels, BE
DS
traducido por Daniela Silva

Mi padre, Mohammed Cheurfi, es un argelino de 64 años de la localidad de Azzaba, en la provincia montañosa oriental de Skikda. Vivió allí hasta los 24 años, hasta que se fue a Bélgica con una beca para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes en Lieja. En 1982, conoció a mi madre belga, Françoise de Lannois. Han estado juntos desde entonces.

Sé que mi papá está orgulloso de sus raíces. Aunque la comunicación no es el fuerte de mi familia, él se ha sincerado un par de veces sobre sus recuerdos de la guerra de Argelia, generalmente cuando vemos algún documental en la tele. Sabía, por ejemplo, que perdió a su padre cuando solo tenía tres años, y que la única foto que tenemos de él es de su cadáver.

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Mi padre tenía cinco años cuando Argelia se independizó el 19 de marzo de 1962. Era el final de 132 años de colonización francesa y más de siete años y medio de guerra, sin contar el conflicto civil que siguió. La guerra de Argelia fue uno de los conflictos más brutales de la historia de la descolonización. En el momento en que estalló, un millón de colonos franceses vivían en el país, por lo que los franceses lucharon con uñas y dientes para mantener su colonia. Según estimaciones francesas, murieron entre 300.000 y 500.00 argelinos, mientras que Argelia estima que fueron 1,5 millones.

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Mi padre en Argel.

“Recuerdo el ejército francés y los soldados senegaleses”, dijo papá cuando le pregunté lo que recordaba de la guerra. "También recuerdo los aviones y los paracaidistas". En ese entonces, Senegal todavía era una colonia francesa y los soldados del país y otras partes de África occidental se desplegaron junto a las tropas francesas.

La familia de mi padre estuvo profundamente involucrada en la guerra. Su papá era un algerino guerrillero de la resistencia, o "maquisard". Al igual que muchos otros jóvenes en ese momento, mi abuelo se unió a los grupos guerrilleros en las montañas, que luchaban contra el ejército francés. Antes de partir hacia el frente, escondió a su familia, mi papá y mi abuela, con sus padres para protegerlos. Era un hombre perseguido, as´i que mi padre fingía que no era su hijo, sino uno de los hermanos de su madre.

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Finalmente, el ejército francés y sus aliados argelinos, conocidos como los “Harkis”, identificaron a mi abuelo como un rebelde. Fueron a la casa de mis bisabuelos e intentaron hacer que mi bisabuelo confesara. Como no lo hizo, lo mataron con una horca y quemaron su casa.

Mohammed Cheurfi: un grupo de 5 niños frente a una choza de paja. Mohammed (centro) está cortando un melón con un cuchillo.

Mi padre visitando a su tía y sus primos. La casa del fondo es similar a la casa de sus abuelos que fue incendiada. Esta es la única foto de mi padre cuando era niño.

Después de eso, mi papá y el resto de la familia se quedaron solos. Se encontraban entre los 1,2 millones de civiles desplazados internamente por el conflicto y vivían en un campo de refugiados. Como hermana mayor, la madre de mi padre tuvo que trabajar para mantener a la familia, por lo que se acercó más a su abuela Aïsha. “Ella fue la que más me cuidó”, dijo mi papá. “Siempre dormía con ella, hasta la noche en que murió mientras dormía, justo a mi lado. Debo haber tenido unos seis años en ese momento". Finalmente, su padre también murió durante una emboscada de los franceses.

"¿Qué más sabes de tu papá?" le pregunté. "Nada en absoluto, nunca lo conocí", respondió papá. Algunos compañeros guerrilleros le dijeron a mi papá que su padre era inteligente y muy valiente. Una vez, dijeron, se las arregló para componer el único reloj que tenían con un palo.

Como era común en ese entonces, los franceses enterraron a mi abuelo en un pozo comunal. Le pregunté a papá sobre la foto de su cadáver, que cuelga en la sala de nuestra casa. Dijo que su madre de alguna manera se las había arreglado para conseguirla. Le dijo que el ejército francés siempre fotografiaba los cuerpos de los combatientes y los exhibía frente al ayuntamiento de Azzaba, "para disuadir a la gente de unirse a la resistencia".

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Después de la independencia, sus cuerpos fueron devueltos al Cementerio de Mártires Desconocidos en Azzaba. "No hay nombres, porque nadie sabe realmente quién es quien", dijo mi padre.

Fotografía en blanco y negro del rostro y parte superior del torso de un hombre con bigote, ojos y boca semiabiertos. La foto está arrugada y amarillenta.

Mi abuelo.

Después de la independencia, las dificultades de su familia continuaron. “Mi madre tenía que trabajar y mis abuelos estaban muertos, así que tuve que cuidarme solo”, describió papá. En algún momento, su madre se mudó a Francia para volver a casarse y él se quedó con sus tías paternas. “En ese momento vivíamos de donaciones de caridad”, dijo papá. “Estaba un poco perdido. No iba a la escuela, nadie me decía que tenía que ir".

A los ocho años consiguió un trabajo lavando zanahorias y nabos en el río con otros niños de su edad. “También nos pagaban con zanahorias y nabos”, dijo. Recuerda estar orgulloso de su trabajo y ser feliz. Pero luego contrajo sarna, una infestación cutánea causada por ácaros, y fue recogido por su madre, cuyo matrimonio se canceló.

Su madre no podía cuidar de él, tenía cuatro hermanitas que también dependían de ella. Así que lo inscribió en un centro gubernamental para niños pobres y huérfanos, una especie de internado donde obtendría una educación gratuita. Después de dos o tres meses, el gobierno lo trasladó a otro centro en Constantine, a unos 80 kilómetros al suroeste de Azzaba. "Mi madre no sabía que me habían transferido; no me encontró hasta dos años después", dijo.

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Papá tenía sentimientos encontrados sobre el centro. “Por un lado, nos alimentaban y nos vestían”, dijo. "Pero eran tan estrictos que se sentía como una prisión". Cuando su madre finalmente vino a verlo, quiso irse con ella, pero ella no pudo aceptarlo. "Al final, terminé quedándome allí hasta los 21 años". Trabajó muy duro y pasó a estudiar arquitectura de interiores, primero en Constantine y luego en Argel. “Luego obtuve una beca para venir a Bélgica, y bueno, ya sabes el resto”, dijo.

Mohammed Cheurfi - Grupo de jóvenes sentados en sillas, fumando y hablando. Imagen en blanco y negro.

Mi padre (abajo a la izquierda) y sus amigos en Argel.

Conociendo los momentos oscuros por los que ha pasado Argelia desde la guerra, tenía curiosidad por saber si la gente sentía nostalgia por el dominio francés. "No", dijo mi papá. "Los franceses nos veían como infrahumanos". Dijo que la gente luchó por su libertad y estaba feliz de ser independiente. “Lo que lamentamos es lo mal que se manejó el país después”.

Tras el armisticio, el Frente de Liberación Nacional (FNL), el partido que había encabezado la lucha por la independencia, tomó el poder, pero pronto fue reemplazado por una dictadura militar. Mi padre también estaba del lado del FNL, era el único partido del país. "Todos éramos nacionalistas", dijo. "A todos nos habían lavado el cerebro".

Después de la independencia, Argelia inició un esfuerzo por recuperar su herencia árabe e islámica. Al mismo tiempo, se descubrieron nuevos yacimientos de gas natural y petróleo, aportando nuevas riquezas que terminaron enriqueciendo solo a las élites. Todas las ideas democráticas para el futuro del país se desvanecieron. “El sistema se corrompió y terminó trabajando en contra de su gente, en lugar de a su favor”, dijo mi papá. El resultado fue un éxodo intelectual: muchos graduados e intelectuales abandonaron el país o fueron asesinados por el régimen.

Mohammed Cheurfi - Fotografía en blanco y negro de un joven con traje posando junto a un busto apoyado en un taburete de madera.

Mi padre en la Academia de Bellas Artes de Constantine.

A principios de marzo de 2021, el presidente francés Emmanuel Macron finalmente reconoció por primera vez que Francia había torturado y asesinado al abogado y revolucionario argelino Ali Boumendjel. Es solo uno de los miles de Francia acusados de torturar. Este fue un hecho histórico, pero según mi padre, "Francia nunca reconocerá lo que hizo en Argelia".

Mi papá no sabe exactamente cuándo nació; su identificación no tiene fecha de nacimiento. El nombre de su familia también está mal escrito, gracias a lo que él llama el "caos administrativo" de entonces. Estas son solo algunas de las formas en las que todavía lleva consigo la historia de su familia.