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Después, en el siglo 18, el naturalista Antonio Alzate relacionó los usos de las semillas de cáñamo a la "superstición de los indios, su ignorancia y malicia", en los que supuestamente intervenía el demonio y dijo que les producía "efectos espantosos: unos manifiestan una alegría ridícula, otros permanecen estúpidos". Algunos años después comenzaría a difundirse la palabra mariguana, que aunque no hay certeza de su etimología, se trata de una aportación de la cultura popular mexicana al lenguaje global de las drogas.Posteriormente, en el siglo 19 se vendían sin mayor control extractos de cannabis, con fines medicinales en boticas, droguerías y farmacias; junto al láudano, cloruro de cocaína, morfina, entre otros preparados narcóticos. Desde entonces la mariguana se recomendó para tratar las reumas, dolores menstruales, cefalalgia, asma, trastornos estomacales y las hemorroides. Aunque también para afecciones más graves como la blenorragia —hoy mejor conocida como gonorrea—, la galactorrea, las "alucinaciones de los enajenados" y hasta la neurosis.
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En 1950 mientras se intentaba modernizar al país, la prohibición continuó intoxicando las políticas nacionales. Aún así, México comenzaba a destacar por su producción de cannabis, adormidera y otras substancias psicoactivas que se fueron difundiendo a otras partes del mundo. Además para la década de los sesentas la mariguana junto con algunos psicodélicos pasaron a ser un referente de los movimientos contraculturales, con los que hippies y algunos estudiantes pachecos simpatizaron.Durante las siguientes décadas las campañas militares contra las drogas fueron en aumento. A finales de los años sesentas se llevó a cabo la Operación Pulpo en el Occidente del país y en los setentas la Operación Cóndor en Sinaloa. En estas maniobras castrenses, además de que fueron incineradas cientos de matas de mariguana y amapola, se agravó la violencia, se atentó contra los derechos humanos de los habitantes de esas zonas y también fueron utilizadas para justificar los ataques a movimientos contestatarios. Unos años más tarde se logró el mayor decomiso en la historia de la cannabis en México: durante 1984, el rancho El Búfalo, ubicado al sur del estado Chihuahua y propiedad del afamado sinaloense Rafael Caro Quintero, se nubló con emanaciones cannábicas, después de que el ejército quemó diez mil toneladas de mariguana.La guerra contra las drogas se intensificó en los dos primeros sexenios del siglo 21, dejando incontables y perniciosas consecuencias para la sociedad mexicana, todo en nombre de la supuesta defensa de la salud pública. Después de casi cien años de enervante prohibición parece que se avecinan nuevos humos. Los debates actuales, los cuestionamientos a las fallidas estrategias para el control de substancias y el reciente fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de noviembre de 2015, en el cual se otorgó autorización a cuatro individuos para realizar actividades relacionadas al autoconsumo de cannabis, han objetado el modelo prohibicionista y han abierto las puertas a políticas más prudentes en relación a la mariguana.Ante las inminentes transformaciones en las estrategias de control de la mariguana, resultará trascendental vigilar que la corrupción no degenere los intentos por implementar políticas de drogas más razonables. Pugnar por que se deje de lado la criminalización de usuarios y se opté por una regulación sensata, en la que en la que se preponderé la salud sobre la violencia, se respete la libertad individual sobre el cuerpo y la conciencia, y así podamos pachequear con tranquilidad, pero sobre todo con información.@Nidotzin