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La plaga

California se está secando

Gradualmente, el calor en este año que ha superado todas las marcas —y la sequía que lo acompaña— se ve menos como una emergencia anómala y más como la nueva normalidad.

Han pasado siete meses desde que el gobernador de California, Jerry Brown, declaró una emergencia de sequía en el estado, y las lluvias aún no caen. De acuerdo con el Departamento de Recursos Hidráulicos, casi todas las reservas de California están en un cincuenta por ciento de su capacidad o menos, muy por debajo de los promedios históricos para esta época del año. El estado está perdiendo vegetación natural. La industria de la agricultura —la cual utiliza el 85 por ciento del suministro hidráulico del estado— está en pánico. Algunos agricultores estaban tan desesperados en marzo que contrataron “brujos” para encontrar pozos utilizando técnicas de radiestesia, y algunos distritos y terratenientes con superávit de agua han hecho una fortuna al subastar su vital aprovisionamiento de H2O. Las únicas buenas noticias en todo esto han sido los reportes de que este invierno habrá una temporada de El Niño. Los residentes esperan que sea fuerte, y que contrarreste la “Racha ridículamente reacia”, el nombre que le han dado al sistema de alta presión justo fuera de la costa que ha impedido que el agua se precipite en la bahía. Incluso si El Niño se manifiesta de forma débil podría haber un impacto positivo. En el invierno de 1997–98, El Niño le dio a varias áreas de California cantidades récord de precipitación; si ocurre de nuevo en 2014 podría hacer felices a los agricultores y a muchas personas más.

Pero mucha de la lluvia que cae en el suelo de California se evapora o fluye hacia el océano, y la sequía ha sido tan larga y severa que esperar que el cambiante clima salve al estado parece inocente. Daniel Swain, un candidato para doctorado de Stanford que bloguea acerca de California para WeatherWest.com, no es muy optimista. A finales de junio escribió: “Incluso un inverno más húmedo de lo normal en 2014-15, no podría borrar los fenomenales déficits de agua que existen en el estado”.

Gradualmente, el calor en este año que ha superado todas las marcas —y la sequía que lo acompaña— se ve menos como una emergencia anómala y más como la nueva normalidad.