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Cómo la República Democrática del Congo enfrentó un brote diferente de Ébola

El Gobierno congoleño ha estado trabajando con líderes tradicionales y políticos locales por décadas para construir una respuesta comunitaria en áreas de alto riesgo de emergencia del virus, convirtiendo al país en un referente para las naciones de...

La semana pasada, Mali anunció que se había convertido en la sexta nación africana en ser afectada por el peor brote de Ébola de la historia, con la mayoría de las infecciones ocurriendo en Guinea, Sierra Leona y Liberia. Pero hay un séptimo país en África que está lidiando en silencio con su propio brote de Ébola: la República Democrática del Congo.

Desde julio, 49 personas han muerto por el virus y 69 han resultado infectadas por una cepa genéticamente distinta a la epidemia que se extiende por África occidental. Las infecciones ocurrieron en la remota provincia de Équateur, cerca a la ciudad de Boende, ubicada al noroccidente del país, y el paciente cero era una mujer embarazada que quedó infectada por un pedazo de carne de mono y luego murió.

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Desde allí se extendió el virus, pero no muy lejos. No ha habido un nuevo caso de Ébola en el Congo desde el 4 de octubre y los expertos sospechan que la Organización Mundial de la Salud declarará al país libre del virus para inicios de noviembre.

“Sabemos cómo contener el virus”, dijo a VICE el doctor Jean-Jacques Muyembe Tamfum, mejor conocido en la capital del país, Kinshasa, como el “Doctor Ébola”. En los últimos 38 años ha estado luchando con el virus donde sea que aparece, desde Gabón hasta Sudán. Pero la mayoría de su tiempo lo ha invertido en la República Democrática del Congo, donde supervisa el Instituto Nacional de Investigación Biomédica, un laboratorio dedicado al estudio de amenazas patógenas emergentes, incluida el Ébola.

El doctor Tamfum en su oficina de Kinshasha. Fotografía de Elaisha Stokes.

El instituto está equipado con laboratorios de bioseguridad donde se analizan las muestras para diagnósticos rápidos. Pueden analizar Ébola, Marburgvirus o cualquier otra enfermedad viral que pueda emerger de la selva del Congo.

“Para unas pruebas realmente sofisticadas, trabajamos en colaboración con otras instituciones en Estados Unidos y Francia”, dice Tamfum. “Pero en el futuro esperamos que todos los análisis puedan hacerse justo aquí, en el Congo”.

El Congo ha tenido más brotes de Ébola que cualquier otra nación, el más reciente es el séptimo. Tamfum los ha estudiado todos. En agosto hizo su primer viaje a Liberia, como parte de un grupo de cinco personas enviadas para asesorar a los dirigentes políticos en mejores prácticas para la contención del brote. Aunque no es claro por qué ha sido más fácil de contener el virus en el Congo que en el occidente de África, Tamfum cree que el factor más importante podría ser la participación comunitaria.

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“Lo que vi fue una falta de confianza entre la población y los trabajadores de la salud y sus líderes de Gobierno”, dice Tamfum, “esto creó una brecha”.

Tamfum cree que la población local no estaba segura de cómo respoder, porque es la primera vez que el Ébola surge en el occidente africano. “No tomaron precauciones para protegerse a sí mismos, porque no creían que lo que tenían era Ébola”.

En contraste, el Gobierno congoleño ha estado trabajando con los líderes tradicionales y los políticos locales por décadas, para construir una respuesta comunitaria en áreas de alto riesgo. En el Congo, la gente es muy cuidadosa de no tocar los cadáveres, incluso durante los funerales.

“Todo el mundo acepta que no es trabajo de la población cuidar de los cadáveres en un brote de Ébola. Es el trabajo de los profesionales de la medicina”, explica Tamfum. “Así es como rompemos la cadena de transmisión”.

La otra gran ventaja es el aislamiento geográfico del Congo. La mayoría de los brotes han emergido en pueblos remotos. El Congo es notoriamente difícil de navegar, por su pobre infraestructura de carreteras, los grupos armados y la selva densa. Es poco probable que la gente que se enferma abandone el área de contaminación.

“En el occidente africano, la gente se mueve libremente”, dice Tamfum, “ese es otro desafío”.

En un esfuerzo por incrementar la Solidaridad Africana, el Gobierno congoleño, en conjunto con la Unicef, la Organización Mundial de la Salud y la Universidad Johns Hopkins, planea entrenar más de mil trabajadores de la salud en mejores prácticas para responder a brotes de Ébola.

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El ministro de Salud del Congo, Felix Kabange, recientemente dijo a Reuters: “aquí hemos hecho lo que llamamos solidaridad africana en acción”. Cerca de 600 voluntarios han sido reclutados en la ciudad capital Kinshasa. Se espera que tres equipos puedan estar listos para asistir al occidente de África para mediados de noviembre. La idea es que el Congo pueda compartir algunas de sus experiencias  ganadas para terminar con los brotes de Ébola.

“El trabajo que hacemos es muy peligroso", le dijo a VICE el doctor Stomy Karhemere, el subdirector del Instituto Nacional de Investigación Biomédica en Kinshasa. Él ha pasado mucho tiempo analizando muestras de virus emergentes, incluido el Ébola. “Utilizamos equipos de protección para evitar contagios. Trabajamos en gabinetes de bioseguridad. Tomamos precauciones. Queremos compartir ese conocimiento con los demás”.

No es la primera vez que dos brotes de Ébola han emergido simultáneamente. En 1976, cuando el virus fue descubierto en el Congo, otro brote emergió en Sudán. Los científicos han notado que la frecuencia de estos brotes está aumentando, pero esto podría no ser motivo de alarma.

“Lo que está sucediendo en realidad es que estamos aprendiendo a diagnosticar más rápido el Ébola”, dice Tamfum. “Tenemos un mejor sistema de vigilancia, y podemos responder más rápido que nunca”.

Sigue a Elaisha Stokes en Twitter: @ElaishaStokes