Las marchas por el Día del Trabajo en Bogotá estuvieron calienticas

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Las marchas por el Día del Trabajo en Bogotá estuvieron calienticas

Al parecer, por la capital los únicos que trabajaron durante el Día del Trabajo fueron los policías.

A punta de canto y baile, para unos, la jornada de marchas por la conmemoración del Día del Trabajo en Bogotá se vivió con alegría carnavalesca. Para otros, lo fue con intensidad furiosa y combativa.

Entre ecos de consignas, pancartas y banderas de muchos colores y premisas, sindicatos, políticos, grupos estudiantiles, organizaciones sociales, punks, cabezas rapadas, comparsas y cualquier transeúnte en general que quería enviar un mensaje en clave de lucha por los derechos de los trabajadores, una masa considerable de activistas se tomó las calles rumbo a la Plaza de Bolivar.

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Todo iba bien. En algún momento pensé que la jornada culminaría sin sobresaltos, pese a que toda la séptima y la octava, desde la Avenida Jiménez hasta la plaza de Bolívar, contaba con una fuerte presencia policial y del ESMAD. Llegando a la carrera octava se lanzó la piedra que prendería los humos de quienes pretendían agitar a las fuerzas de seguridad. Lo que pasó después quedó registrado entre gases lacrimógenos, bolas de goma, piedra y gritos contra la policía. Sin viento, la presencia del gas se concentraba en la angosta carrera octava, los policías se arrinconaban entre sus escudos y asomaban de vez en cuando sus cascos para ver si había cesado la lluvia de piedras. Pero no. Entre el caos, estábamos los que llorábamos y moqueábamos por el gas, intentando buscar aire fresco o a alguien con una botella de vinagre para olerlo por un rato para neutralizar el efecto de la pimienta.

Ya más adelante la calma retornó nuevamente al ambiente e incluso, ya en su ocaso, la Plaza de Bolívar empezaba a vaciarse con tranquilidad. Sin embargo, rápidamente, el caos se tomó de nuevo las calles. Mientras un grupo de ciudadanos intentaba ajusticiar a un policía vestido de civil, otros partían ladrillos en el suelo para armarse de proyectiles. Botellas volaban aquí y allá y las bolas de goma encontraban sus objetivos en plena huida. En el alboroto, un compañero fotógrafo recibió un pelotazo en la cabeza y entonces la sangre apareció en la escena. En cuestión de segundos, vi a cuatro personas corriendo a mi lado, llevando a uno de sus compañeros en sus brazos, pidiendo una camilla mientras gritaban agitados hacia la novena. Se dio la orden de empezar a mover a la gente hasta la décima. El ESMAD tomó la iniciativa y empezó su carrera desde la calle 11 con carrera novena hasta San Victorino, en donde terminó la marcha, que según el reporte de las autoridades, dejó 16 civiles y dos policías heridos.

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En el aire quedó un sentimiento de frustración. Muchos marchantes se quejaron de quienes iniciaron la reyerta contra las autoridades. La jornada deja nuevamente mal sabor en la boca de muchos que vieron sus mensajes de lucha y protesta opacados por la violencia.