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El gobierno estadounidense ha cerrado el chiringuito porque todo es absurdo

Gracias a unos cuantos políticos ultraconservadores del Tea Party, el gobierno federal ha cerrado el chiringuito. No parece una buena manera de gobernar un país, ¿verdad?

Uno de los lugares más absurdos del planeta. (Imagen vía)

Ayer por la noche, a eso de medianoche, el gobierno federal de los Estados Unidos cerró porque el Congreso no fue capaz de ponerse de acuerdo. Explicar eso a los ciudadanos de otros países, o incluso a los americanos que no prestan atención a las noticias, es muy difícil; al hablar del “cierre”, es difícil evitar sonar como un niño pequeño que intenta explicar sobre la marcha las reglas de un juego que se ha inventado con sus amigos. “Espera,” te viene de repente a la cabeza a medida que explicas las reglas, “nada de esto tiene sentido, ¿verdad?”

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Resumiendo: los republicanos odian el Obamacare. Algunos –la derecha más derechista, como los eternamente enfadados miembros del Tea Party que forman parte de la Cámara de Representantes de Estados Unidos- lo odian tanto que se niegan a aprobar una resolución continua (CR) para financiar las operaciones normales del gobierno federal a menos que el Obamacare no reciba financiación. Como los republicanos controlan la cámara, pueden hacerlo si les da la gana. Los republicanos continuaron aprobando leyes que desmontan partes del Obamacare incluso sabiendo que no tienen ninguna oportunidad de que el Senado las apruebe y el presidente Obama las firme.

Esto es absurdo a nivel táctico –si el gobierno cierra el chiringuito porque los republicanos del Tea Party se niegan a dar el brazo a torcer ante el Obamacare, todos culparán al GOP (Partido Republicano de los Estados Unidos). Todo el mundo es consciente de ello, así que algunos republicanos, como el senador Tom Coburn, están en plan, “Esto es absurdo, todos sabemos que esto es una mala idea y al final los republicanos darán el brazo a torcer y aprobarán un CR que incluya financiación al Obamacare. Sois idiotas.” El hecho de que la estrategia del cierre esté recibiendo tantas críticas por parte de los de derechas sólo hace que parezcan peores. Los demócratas, seguros de sí mismos ya que saben que este espectáculo consiste mayormente en republicanos gritando a otros republicanos, han elegido no meterse en el tinglado y simplemente esperarán a que la oposición se una y vote un CR “limpio”, uno que deje al Obamacare en solitario.

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La estrategia de cierre del Tea Party también es absurda desde una perspectiva económica objetiva. Los mercados cayeron mientras la gente se preocupaba no sólo por el cierre, sino por las negociaciones por el techo de la deuda, que necesita ser elevado o finalmente Estados Unidos no podrá pagar a sus acreedores. Cuando el gobierno del país más rico del mundo no puede ponerse de acuerdo en cuestiones como, “Sí, deberíamos continuar pagando para la recogida de la basura en la capital de la nación,” la imagen de cara a los inversores es mala.

Por cierto, es absurdo llamar a esta situación “cierre”. Los términos que utiliza la gente suenan mal, no todo ha cerrado. El Servicio Postal continúa entregando el correo, los militares continúan lanzando bombas, la Seguridad Social y los seguros médicos continúan emitiendo facturas, las cárceles continúan abiertas y (suena irónico) el Obamacare comenzará a implementarse poco a poco. El cierre afecta en su mayoría a funciones “no esenciales” del gobierno –los parques nacionales cerrarán, la NASA dejará de operar, no se emitirán permisos de armas, la “panda cam” se apagará. Ésta es una mala situación para DC, donde el gobierno federal proporciona servicios básicos como la recogida de basura, y para los 800.000 empleados federales que se han tenido que coger una excedencia forzada y puede que no cobren por sus vacaciones obligadas, pero es más una desaceleración que un cierre.

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Como el cierre es más “malo” que “catastrófico”, algunos conservadores ya están diciendo que “’¡El cierre no es tan malo!

Pero dejando a estas personas de lado, los republicanos realmente quieren evitar el cierre –según un artículo que publicó ayer el Washington Examiner se estima que 175 de 223 representantes del GOP prefieren evitar el cierre (al parecer no son tan idiotas). Si Boehner quisiera, podría aprobar un CR si aceptara a los demócratas. Pero no quiere, según una teoría del blog de política del Washington Post, porque “si los conservadores conciben su respuesta como dar el brazo a torcer, podría perder su puesto como Presidente de la Cámara de Representantes… Si  hace un trato –cualquier trato, literalmente- Boehner estaría firmando su propia sentencia de muerte política (o casi).”

Boehner es el Presidente de la Cámara de Representantes porque la matemática en muchas de las regiones republicanas es absurda. Los congresistas pro-cierre y anti-Obamacare representan lugares que son más blancos, más conservadores y más distantes que la mayoría de ciudades en América.

Las regiones ultraconservadoras son resultado de un plan a largo plazo del GOP para ganar legislaturas estatales, y después utilizar ese poder para redibujar esquemas y crear asientos republicanos fiables (los demócratas tampoco son ajenos a las manipulaciones partidistas, pero últimamente han tenido menos éxito ganando las elecciones locales necesarias.) El éxito de esta reordenación significaría que menos republicanos tendrían que preocuparse por que los demócratas les robaran puestos, pero tendrían que preocuparse por los conservadores en las primarias –lo que les cabrearía más. Es una atmósfera que recompensa el partidismo ciego y pone en riesgo los votos, lo cual parece una manera absurda de dirigir una democracia. Es bastante gracioso –republicanos como Karl Rove han criticado la estrategia del cierre, pero el mismo Rove fue el arquitecto del diseñó el plan para redibujar los esquemas para crear asientos seguros para los conservadores que demuestren  que es un terreno fértil para el incontrolables Tea Parties. Bravo chaval.

Es absurdo que un Congreso dividido e ineficiente tenga que aprobar una rutina cada dos o tres meses; es absurdo que ese Congreso pueda ser sostenido por una docena de personas que representan a la minoría furiosa y puedan ser reelegidos automáticamente gracias al fraude electoral; es absurdo que algo tan evidentemente absurdo como el cierre esté ocurriendo porque unos pocos políticos no tienen ningún problema en cargarse la economía y cerrar parques nacionales para demostrar algo sus jodidos votantes. A medida que las negociaciones progresaban (o no progresaban, mejor dicho), los periodistas informaban desde el Capitolio que algunos miembros del Congreso olían a alcohol. ¿Podemos culparles? Si mi trabajo fuera tan absurdo, yo también bebería.

Sigue a Harry en Twitter: @HCheadle