Cerveza y vídeos de Brazzers: así viven los ultras un Ajax-Feyenoord
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Cerveza y vídeos de Brazzers: así viven los ultras un Ajax-Feyenoord

Fui a ver un partido del Ajax frente al Groningen y me quejé de que el estadio parecía un funeral, así que me dijeron: "¿Ah sí? ¡Pues te vamos a llevar a un partido contra el Feyenoord!". Y esta es la historia.

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Un día fui a ver un partido del AFC Ajax holandés frente al FC Groningen con mi cuñado. A medio partido le comenté que la atmósfera en el campo me parecía poco menos que un entierro.

"¿Ah, sí? Pues mira, haremos una cosa: ¡te voy a llevar a un partido contra el Feyenoord!".

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El día en cuestión, mi cuñado me dio una tarjeta para la grada Zuid H, muy cerca de donde se sienta el grupo de ultras llamado F-Side. Solo me dio un consejo: "No hables alemán con nadie: a la gente de aquí eso no le gusta". Yo solo le pregunté si podía llevarme una cámara, tras lo cual él se rio y me recomendó que mejor me olvidara del asunto.

El 'día D' nos citamos a las 9 de la mañana con nueve fans más cerca de una estación de tren en un pueblo del sur de Holanda. Poco antes fuimos a casa de uno a buscar el material: era un sótano de apenas 15 metros cuadrados. Nos abrió la puerta y nos atacó un terrible olor mezcla de alcohol y mierda.

Recogimos los trajes del Ajax, las banderas y las bufandas y salimos hacia la estación. Antes de coger el tren —por el cual no pagamos billete— nos tomamos una cerveza y cogimos un Bacardí con cola para el camino. Quienes habían comprado billetes nos miraban con desprecio, pero ninguno se atrevía a hacer nada contra lo que parecía un grupo de 'hooligans' tarados de la cabeza.

Una hora y unos cuantos vídeos de Brazzers más tarde, llegamos al estadio.

Nos dirigimos al punto de reunión de los fans del Ajax, el bar Vanzz, ubicado a unos cien metros de la entrada Zuid H. Pensé en la suerte que había tenido: si llego a venir con mi cámara Canon 5D como pretendía, ahora mismo parecería absolutamente ridículo… y la gente probablemente me miraría con ganas de convertirme en croquetas.

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La atmósfera fuera del estadio, de hecho, era mucho más animada que la que yo había presenciado dentro del estadio en el partido frente al Groningen —por no decir que era una puta locura. Estaba claro que hoy era un partido distinto. A cada segundo sonaba un petardo. Los aficionados con quienes iba me contaron que a los jugadores y fans del Feyenoord de Rotterdam les llamaban 'De Kakkerlakken' ("las cucarachas"): y si había una 'cucaracha' por encima de las demás, esta era el portero Kenneth Vermeer.

La historia de Vermeer personifica mejor que nadie la rivalidad del llamado 'Klassieker', el gran clásico holandés entre Ajax y Feyenoord. Este cancerbero nacido en Ámsterdam creció en las categorías inferiores del Ajax: en la temporada 2002-03 fue elegido el Talento del Año en la academia 'ajacied'. Vermeer, sin embargo, no pudo aguantar la competición con el meta Jasper Cillessen, así que en 2014 se fue del club… precisamente al Feyenoord.

El nivel de riesgo en el 'Klassieker' es máximo: la policía holandesa debe dar su mejor versión para evitar situaciones como la llamada 'Batalla de Beverwijk' de 1997, cuando aficionados de Ajax y Feyenoord se enzarzaron en una violenta reyerta. El desgraciado episodio terminó con el fallecimiento de Carlo Picornie, un aficionado del club de Ámsterdam que por cierto formaba parte del grupo F-Side.

En aquel momento, los periódicos neerlandeses lamentaron la "pérdida de valores" en el fútbol, como suele ocurrir en estos casos. Hoy, el F-Side recibe a Vermeer con una pancarta en la que se puede leer el mensaje "Van Godenzoon naar Hoerenzoon", que significa algo así como "del hijo de Dios al hijo de puta". Otro grupo de fans lleva un muñeco que representa a Vermeer… en la horca.

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Nada se olvida aquí, y menos aún se perdona.

Entramos en el estadio. Tras una buena cantidad de cervezas, el 'speaker' avisa de que habrá un homenaje al defensa Johnny Heitinga, ex del Atlético de Madrid, que tras regresar a su Ajax ha decidido retirarse. Los ultras descuelgan una enorme pancarta en la que puede leerse "Heitinga, een echte ajacied" ('Heitinga, un verdadero ajacied')… y de paso, la lían parda con bengalas de humo.

Finalmente empieza el partido.

A Vermeer se le pita en cada balón que toca con ánimo furibundo. Una canción se oye repetidamente en las gradas: "Kenneth NSB, Kenneth NSB". No es precisamente un cántico laudatorio, ya que la NSB, el Movimiento Socialista Nacional, fue en su día el embrión del partido nazi de los Países Bajos.

No hay demasiados fans del Feyenoord en el Amsterdam Arena: los duelos entre Ajax y Feyenoord son tan duros que en los últimos años se han reducido considerablemente los desplazamientos de aficionados visitantes para evitar males mayores. Los pocos que hay, además, tampoco se atreven a hacer demasiado ruido.

En el De Kuip, el estadio del Feyenoord, las cosas son distintas: al Ajax se le canta muchas veces el eslogan "Hamás, Hamás, judíos al gas", dado que el club de Ámsterdam siempre ha tenido una fuerte vinculación con la comunidad judía de Holanda.

El partido en sí es una mezcla de emociones. El Feyenoord empieza mejor que el Ajax y consigue adelantarse gracias a una jugada que inicia Dirk Kuyt y finaliza Jens Toornstra. La atmósfera del estadio se vuelve impaciente hasta que Amin Younes, que fichó el pasado verano procedente del Borussia Mönchengladbach alemán, se ilumina y consigue un gran gol tras varios regates en el área contraria.

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El partido llega empatado a la media parte. En la segunda mitad, el prometedor Riechedly Bazoer —¡recordad su nombre!— recoge un balón suelto y lo manda al fondo de las mallas con un trallazo espectacular. El estadio enloquece.

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Posteriormente, el Ajax tiene una oportunidad para meter el 3-1 de penalti, pero el centrocampista Nemanja Gudelj manda el esférico a las nubes. El partido llega al pitido final con emoción: la tensión es tal que detecto dos grupos de ultras del Ajax peleándose porque discrepan sobre si Heitinga merece que su pancarta cuelgue hasta el último momento en un día tan importante.

Al final gana el sí, representado por un tipo con el pelo largo y una gorra de pesca: a Heitinga le mantienen la pancarta en alto durante los 90 minutos en un 'Klassieker'. Qué honor.

Foto vía Imago.

Como me había prometido mi cuñado, mi primer 'De Klassieker' me ha ofrecido un montón de cosas: 12 horas casi ininterrumpidas de cerveza y emoción, una atmósfera irrepetible, rivalidad, historia, nueve amigos totalmente locos, una pelea con un tipo con gorra de pesca como protagonista…

Ah, claro, y dos goles estupendos —casi casi tan buenos como los vídeos de Brazzers que habíamos visto a la ida.