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FIGHTLAND

La carrera de actuación de Ronda Rousey recibe golpe duro

La película "Mile 22" ya no es un vehículo para el estrellato de Ronda Rousey.
Foto: Vía Warner Bros

En el verano de 2014, hubo un movimiento tectónico en el juego de la percepción alrededor de las artes marciales mixtas. Posiblemente pasó desapercibido en el momento porque los movimientos tectónicos de MMA estuvieron pasando por todos lados en ese entonces, pero la edición del 28 de julio de 2014 de The New Yorker, ese parangón de sofisticación cerebral y meticulosidad literaria (el completo opuesto del mundo de MMA salpicado de manía y un poco de sangre), hubo un perfil de Ronda Rousey, quien ese mismo mes había demolido a Alexis Davis en tan sólo 16 segundos, solidificando aún más la creencia popular (que hizo eco en ese perfil) que la campeona de peso gallo era una figura de transición cultural, una fuerza atlética sin precedentes, arrastrando ella sola su deporte y a toda la raza humana hacia el futuro mediante una disposición y un talento puro. Hollywood ya estaba tocándole la puerta. El futuro estaba completamente abierto y pavimentado con oro y victoria. ¡The New Yorker había escrito sobre el MMA!

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Ayer, The New Yorker publicó su artículo más reciente involucrando a Ronda Rousey. En ésta, sin embargo, se trata sobre el nuevo magnate del cine en Hollywood, Adam Fogelson, y su intento de revolucionar la industria en nuestra era de franquicias de superhéroes y muy poco de cualquier otra cosa, y tiene a Rousey en un papel pequeño. Aún así, es uno significante para nosotros interesados en el interés aún tentativo por parte de la cultura popular en el MMA, y en las ofertas que uno hace (y los mundos cambiantes al que uno entra) al obtener fama en los Estados Unidos.

Rousey, quien ha participado en roles pequeños en tres películas grandes de Hollywood desde que ese perfil en The New Yorker fue publicado en 2014, recientemente ha realizado un cambio al estatus de estrella. Primero llegó la noticia de que haría el papel principal en la nueva versión hecha por Nick Cassavetes de la absurdidad culta de 1989 Road House que estelarizaba a Patrick Swayze, y luego fue anunciado que el productor/director Peter Berg (Hancock, Friday Night Lights) había contratado a Rousey para estelarizar Mile 22, como un agente de la CIA intentando de escapar Yakarta con la ayuda de un policía de Indonesia. Si las apariciones de Rousey en Los Indestructibles y Rápidos y Furiosos 7 fueron pedacitos de un casting maniobrado, la táctica de recompensarse de la creciente popularidad del MMA (una hecha posible por Rousey) y hacer de esas películas unas de auténtico combate, y si Road House, sólo fue una alondra de películas de culto, entonces Mile 22, controlado por un verdadero jugador de Hollywood como Berg, estaría diseñado para impulsar a Rousey hacia ese aire escaso más allá del título, donde viven las estrellas.

Pero Hollywood da y Hollywood toma, y principalmente, Hollywood encasilla, y ahora parece que Mile 22 ha hecho su camino hasta los salones y restaurantes de hoteles y salas de juntas de Hollywood; y a Rousey le han arrebatado el estatus de superestrella y nuevamente ha sido relegada a interpretar un papel de alguien que legitime la acción, la peleadora traída para convencer a la audiencia, digamos, que es tan genuino como la realidad.

Según la historia de The New Yorker, Berg fue capaz de venderle a Fogelson Mile 22, pero no a Rousey como su protagonista. Preocupaciones crecientes en la admitida actuación rígida de la peleadora en Rápidos y Furiosos 7, el jefe de estudio le impulsó a Berg a que encontrara una estrella de gran nombre, como Will Smith, para hacer el papel de Silva, un sombrío "experto en inteligencia que ha movido mierda en cuatro continentes" cuyo papel en la película era terciario: nada que una superestrella normalmente consideraría. Como se esperaba, Smith rechazó el papel (a pesar de su amor por el MMA) y eventualmente se quedó en manos de Mark Walhberg, quien acordó a la película sólo si su papel se incrementaba y se convertía, en vez de un trágico renegado que muere en el tercer acto de la película, en la estrella, y posiblemente el centro de una nueva franquicia.

Berg firmó, al igual que Fogelson, y la película fue escrita nuevamente; y Rousey una vez más fue encapsulada en el rol de una peleadora sin mucho peso de actuación qué cargar, simplemente otro Randy Couture o "Rampage" Jackson. Como lo dijo Fogelson, con azúcar verdadero de Hollywood, el nuevo guión permitirá que "Ronda pueda hacer todo lo que puede y debería, sin tener que cargar cualquier peso de actuación indebido". Dios mío, en un pueblo y una industria construido sobre la percepción, esa oración por sí misma, saliendo de un jugador de poder en ascenso de Hollywood, podría condenar a Ronda Rousey al helado infierno de ser encasillada en un papel, un infierno del cual normalmente no hay escape. Agréguenle a esto el hecho de que Rousey perdió su pelea en diciembre ante Holly Holm, una pelea que demolió la invencibilidad de la reputación de Rousey, y de manera más importante en el interés hollywoodense en ella, el cual había sido construido sobre esa reputación; y no es difícil visualizar que Ronda Rousey podría estar en problemas en cuanto el cine.

Hollywood es un mundo cínico, degradado y voluble—uno para el que ni el mundo cínico, degradado y voluble del MMA profesional pudo haber preparado a Ronda Rousey.