Beber cerveza, un placer de muchos.Aunque muchas veces la experiencia consiste en beberse litros de brebajes insípidos, planos, carbonatados en exceso y carentes de complejidad; esos que las cervecerías industriales venden por doquier. Algunos incluso creen que, para que sepa mejor, hay que agregarle salsas, jugos, chile en polvo o hasta gomitas y demás porquerías que me hacen pensar que se las beben tienen paladar preadolescente. No quiero que con lo anterior piensen que soy un esnob petulante que jamás bebe lo que producen las grandes cerveceras. No es así, de vez en cuando lo hago, pero más como el fumador social que satisface una necesidad oral que como…Ok sí, soy un esnob petulante.
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Pero no escribo estas líneas para despotricar contra la pobre de la oferta cervecera comercial que reduce todos los estilos de cerveza a sólo dos: clara y obscura. En realidad quiero poner sobre la mesa —virtual— una breve pero sustanciosa guía para iniciarse en el mundo de la cerveza artesamal.Para esto pensé en dividir cuatro cervezas en una comida de 4 tiempos: amuse-bouche, entrada, plato fuerte y postre.Para elegir las cuatro cervezas para empezar esta columna me puse en manos de Horacio Bueno, buen amigo, cervecero y la cabeza de 6 Hileras. Juntos organizamos un banquete líquido al que invitamos a otros tres cerveceros: Ernesto Mora de Central Cervecera; Daniel Cortés del Barrio Breweing Company; y José Manuel Baños de [María Bonita](http://maria bonita cerveza).
Nos reunimos en el departamento de José Manuel —un depa en la Ciudad de México que no tiene lámparas pero sí un buen sistema de embotellado de cervezas, así las prioridades— y platicamos de la incipiente industria de la cerveza artesanal en México; de la voracidad de las grandes cerveceras, que a pesar de que tienen el 99.95 por ciento de la participación del mercado se empeñan en impedir la libre competencia —por ejemplo: dan créditos a restaurantes y bares a cambio, y sin que conste por escrito, exclusividad de marca—; y de lo difícil que es ser cervecero artesanal en México, debido a la obscenamente dispareja aplicación del IEPS —los cerveceros artesanales pagan hasta $40 pesos de impuestos por litro mientras que los cerveceros industriales solo pagan $3.50 por litro—. Digamos que fue como un potluck pero con cerveza.LEE MÁS: Por qué es tan difícil ser cervecero artesanal en México
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Y así, hablando de impuestos, de los gigantes cerveceros gandallas, y el precio del dólar, el ánimo se vuelve lúgubre, así que mejor entramos en materia.
Cómo apreciar una cerveza artesanal
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Amuse Bouche: Blond, de Cervecería María Bonita
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Entrada: 6 Hileras Bitter, de 6 Hileras
Plato fuerte: Once You Go Black, de Cervecería Central
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El hambre y la alta graduación alcohólica de la Once You Go Black hacen imperativo que ordenemos un par de infames pizzas de Pizza Hut, pero no era hora de ponerse remilgoso, así que sólo me limité a señalar, a modo de preservación de mi honra gastronómica, que comer tal cosa era algo que hacía únicamente bajo circunstancias apremiantes. Las dos atroces pizzas se terminaron en un abrir y cerrar de ojos, y sin mucha ceremonia regresamos a beber la última cerveza del día, la que en esta dinámica era el postre.
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