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El nuevo anuncio de la Lotería tiene un mensaje político de mierda

El anuncio es en verdad una metáfora de la socialdemocracia.
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Fragmento vía Youtube 

El anuncio de la Lotería de Navidad ya ha llegado para anunciarnos, un año más, que seguimos siendo pobres y que Nochebuena está a la vuelta de la esquina así que menester es que nos pongamos a dieta para que nuestras tías y abuelas no puedan decirnos otra vez que nos hemos puesto gordos. O lo que es peor, "que estamos de buen año".

Su protagonista es Juan, un hombre taciturno y huraño al que probablemente la mujer dejó hace unos años o que incluso nunca llegó a tener mujer y por eso está más solo que la una. Solo en su negocio de copias de llaves, solo en su casa de muebles oscuros, paredes con gotelé y puertas con cristales de color ámbar. Solo hasta en el ascensor, al cual no deja subir a un vecino que le pide que espere. Porque Juan tiene muy mala hostia, Juan es ese hombre que nos da a la vez rabia y pena porque en el fondo sabemos que tenemos bastantes papeletas para convertirnos, si no en él, en algo muy similar.

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El caso es que Juan gana la Lotería y empieza a vivir en un eterno 22 de diciembre, en un Día de la marmota pero en versión cañí. Con los niños de San Ildefonso y con esa alegría extraña que tiene siempre todo el mundo el día 22, pero también con el gordo tocándole cada día. Y al principio todo bien, claro, cigalas y champán, porque seguro que Juan cava no toma, que le está haciendo boicot a los productos catalanes. Pero luego se empieza a cansar, y es ahí cuando el anuncio empieza a torcerse.

¿En serio alguien podría hartarse de vivir en un eterno 22 de diciembre? No ya por el gordo, que también, pero joder, el 22 de diciembre no se trabaja una mierda, si pasas por la puerta de un colegio los niños están extrañamente mansos porque se han pasado el último día de clase hinchándose a sandwiches de Nocilla y tocando la pandereta y los polvorones y mazapanes suelen estar comprados ya.

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Pero bueno, Juan se harta de ser tan rico todos los días, no porque vea la miseria de los demás y la compare con la suya y aquello le parezca descabellado sino porque es un jodido infeliz, así que una de esas mañanas de 22 de diciembre decide compartir su décimo con una muchacha rubia a la que había puteado y cuyo padre está enfermo. Y ahí es cuando todo el mundo suelta un "ooooh". La movida es que, al día siguiente de la hazaña, Juan despierta en 23 de diciembre. Ha roto el maleficio y suspira aliviado, pero suspira aliviado porque SABE QUE HAY UNA CÁMARA GRABÁNDOLO. Porque eso es un anuncio. Si no la hubiera, si eso fuera la vida, Juan se maldeciría a sí mismo y se cagaría en personajes que salen en la Biblia y se pondría furioso.

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Juan, evidentemente, compartió el décimo con esa muchacha impertinente que vino un día a molestarle a la tienda porque, como le ocurre a los ricos, se empezó a pudrir por dentro un poco más con cada billete y decidió compartir un poquito. Pero un poquito. Compartió medio décimo pero los otros 15 gordos que ganó anteriormente se los quedó para él. Y es que Juan se parece mucho a la socialdemocracia. Juan es, olvidaos de Errejón, la socialdemocracia personificada: reparte con unos pocos elegidos, por caridad casi cristiana y es bueno solo cuando hay dinero. Si no es un miserable, un auténtico cretino. Y por eso amigos, por eso el anuncio de la Lotería de Navidad es una castaña. Aunque todos soltemos un "Ohhhh", como cuando nos dicen que nos suben el Salario Mínimo a 900 euros.

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