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Me chingué la rodilla

Ya merito... otra vez

Ahora sólo nos toca esperar cuatro años más para buscar romper con la maldición y llegar al quinto partido.

Este artículo fue publicado por VICE México

Todavía me duele el recuerdo de 1994. Desde el cuarto de mis padres le gritaba al televisor, pidiéndole a Miguel Mejía Barón que metiera a Hugo Sánchez; algo me decía que con el Penta Pichichi en la cancha ese partido ante Bulgaria nos lo llevábamos de calle. Llegaron los penales y ahí comenzaba la historia del “ya mérito” que hasta hace algunos días se escribió su capítulo siete.

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Pasaron seis mundiales hasta llegar a Rusia. En todos calificamos —me siento parte de la selección— a los octavos de final. Esta eliminación frente a Brasil no me dolió. Fue diferente ante Holanda en Brasil 2014; como si supiera desde un inicio lo que sucedería. Y mi intuición creció después de esa goleada ante Suecia.

Fueron 20 minutos muy buenos para México, mientras que Brasil ofrecía magia a cuentagotas, pero para nuestra mala fortuna un partido de futbol se juega a 90 minutos más lo que agregue el árbitro, y pues contra Brasil, si no los matas te matan. Nos mataron. Y mataron nuestras ilusiones. Y su magia volvió, en los regates de Neymar y la velocidad de Willian. Nos volvimos a quedar en el “ya merito”. Una vez más, lo normal.

Los mexicanos hablaron mucho. Lo dijo Neymar posterior al partido y así fue: palabrerío en exceso, mucho tinte en el pelo y poco juego. Nos dimos cuenta que no pertenecemos a la élite del futbol mundial. Nuestra realidad es esa, Brasil nos puso lo pies en la tierra y fue gracias a un estoico Guillermo Ochoa que la derrota no fue más dolorosa. Ochoa fue quizás el único de los futbolistas en Rusia que ganó perdiendo.

Una generación de futbolistas mexicanos que nos hizo creer por un momento que era Rusia el territorio para romper paradigmas, hasta que llegó Corea, le ganó a Alemania, nos clasificó y el primer golpe de realidad nos alcanzó. Ni Alemania era tan bueno y México tampoco. Muchos de los jugadores estuvieron su tercera copa del mundo, otro en su quinta y algunos otros en su primera.

Fue un búlgaro, Hristo Stoichkov, quien inició nuestra obsesión por el quinto partido. Ahora sólo nos toca esperar cuatro años más para buscar romper con esa maldición. Mientras eso sucede, se deberá de trabajar mucho más intenso. Tendrán que venir cambios, reestructuración, planeación y una mayor preparación por parte de los futbolistas y de todos aquellos que nos dedicamos al deporte más hermoso del mundo.

Mientras tanto disfrutemos de la última semana de la copa, y luego vendrá la depresión post mundial. Es lo que hay.