BROMANCE: Allen Ginsberg y Jack Kerouac

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BROMANCE: Allen Ginsberg y Jack Kerouac

300 cartas con chismes, aventuras, filosofía y gestos literarios visionarios.

Dos personalidades equidistantes a las que las une la misma meta: escribir. Por un lado, tenemos a un seductor y rebelde, empeñado en escribir, y por otro lado tenemos a un chico menos atrevido y sentimental, cuya catarsis estaba atravesada por la escritura. Se trata de Jack Kerouac y Allen Ginsberg, dos de los escritores fundadores de la Generación Beat.

Se dedicaron a hacer un extenso intercambio epistolar durante 1944 y 1969, el cual comprende 300 cartas de las cuales 128 lograron entrar a un libro publicado por la casa editorial Penguin llamado The Letters. En ellas, no sólo se cuentan chismes y novedades, también hay espacio para pensamientos filosóficos, experimentos, poemas, regaños, pero sobretodo, contenido visionario.

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No sabían que sus cartas se convertirían en un libro, pero sí sabían que compartir la sabiduría los haría evolucionar. Ginsberg se preocupó muchísimo por Kerouac durante toda su vida, inclusive, sus intenciones iban más allá de ser amigos, pero ante la negativa de Kerouac, a Allen sólo le quedó convertir sus sentimientos en poesía. El compromiso con la amistad quedó reflejado en este numeroso grupo de cartas y la constancia en la que mantuvieron la correspondencia, demuestra lo profundamente vinculados que se encontraban. Cuando se lee el puño y letra de Ginsberg, se percibe su sutilidad y suavidad al escribir, tal cual como en sus mejores trabajos, y, por el contrario, cuando de una carta de Kerouac se trata, puedes sentir, en cada letra, el sonido de cada tecla de la máquina de escribir, subrayando que el jazz y la espontaneidad son su base.

Además de ser larguísimas, cada carta está colmada de búsquedas introspectivas, ideas, comentarios de libros, pero sobre todo, revelan el proceso creativo de cada uno, detalle importantísimo si se quiere conocer la obra de ambos. Al leerlos comunicarse entre ellos y crear un pasaje íntimo a sus cabezas, el cual sólo logra embelesar y seducir con cada palabra, con cada idea.

Este intercambio de correspondencia resulta ser inspirador, inclusive para aquellos ajenos a la Generación Beat y sus derivados, ya que su contenido va mucho más allá de los gustos e intereses del común denominador, se trata de alcanzar una profundidad de 5.000 metros bajo el nivel del mar de sus cabezas, de las cuales hay muchísimo que aprender.

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