Libros, farándula y mujeres mal folladas: una charla con Cristy Marrero
Foto por Pablo David Gutiérrez

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Libros, farándula y mujeres mal folladas: una charla con Cristy Marrero

La escritora puertorriqueña, y vicepresidenta editorial de la revista 'HOLA!' en Estados Unidos, se sentó a hablar con VICE a propósito del lanzamiento de su primer libro, 'Las imperfectas'.

María Cristina Marrero prefiere que le digan 'Cristy'. Desde que llegó a Bogotá para presentar su primer libro, Las imperfectas, le empezó un soroche que ha estado combatiendo a punta de jugo de manzana y piña con jengibre. Ni su nativo Puerto Rico, ni la ciudad de Nueva York —donde vive desde hace más de diez años— se acercan a los implacables 2.600 metros sobre el nivel del mar que enorgullecen tanto a los bogotanos. "Es la primera vez que vengo y no me enfermo", confiesa, apenas sale del cuarto donde acaba de cambiarse a un vestido de satín azul que, piensa, es muy cortito para la charla que está a punto de dar. "Ven, hagamos una prueba a ver si no estoy muy mostrona", dice antes de sentarse con las piernas cruzadas y soltar una risa. "Perfecto. Lo que toca es no abrirlas mucho".

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Cristy es periodista de la Universidad del Sagrado Corazón en Puerto Rico y lleva casi toda su vida adulta en las publicaciones de farándula. Fue reportera de la edición boricua de la revista Caras, editora de moda y belleza de Vanidades, directora de la revista Siempre mujer y, recientemente, llegó a la vicepresidencia editorial de la rama gringa de la revista HOLA! (sí, esa de las portadas de matrimonios entre actores famosos, príncipes europeos y novias de futbolistas en bikini). Cristy es la fuente detrás de algunos de nuestros más pecaminosos placeres de peluquería: ver cómo es la casa de Sofía Vergara por dentro, saber quién le terminó a quién en Hollywood o cómo se resolvieron los mierderos jurídicos de la infanta Cristina.

Escribe con muchos hashtags, a veces en spanglish, y es una fiel adepta del yoga kundalini. Además de codearse con esa camada de celebrities latinas que incluye a Ricky Martin, Enrique Iglesias, Shakira y Antonio Banderas, Cristy es una instagramera ferviente. Ama el mofongo y los paréntesis (porque, según ella, ahí puede hablar mierda extra) y no entiende por qué decimos "café americano" si el café gringo es horrible. Eso que ella proyecta, en medio de un humor muy propio de Internet y de las U.S. latinas, se condensa muy bien en Las imperfectas, su primera colección de ficciones: las historias de vida, de amor y de búsqueda de la felicidad de 10 mujeres, un "bonche de mujeres exitosas", desde las cuales pretende "descifrar qué sucede en ese seso femenino".

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Como dice en la introducción y en la historia de #Cecilia (así, en hashtag), para ella el 90% de las personas llegan a su vida para cambiarla y solo el 10% solo para joder. Y este lunes, en la librería Tornamesa, yo llegué a joderla.

VICE: Has tenido una carrera muy próspera en el mundo de las publicaciones para mujeres, sobre todo en revistas de lifestyle femenino, como Siempre Mujer u HOLA! USA ¿De dónde vino ese impulso de pasar de una labor puramente editorial a escribir ficción?
Cristy Marrero: No ha sido tan sencillo. Llevo diecisiete años de periodista. Desde que me gradué de la Universidad. Lo complicado es que estás acostumbrado a escribir con el estilo, el tono y las especificaciones de cada medio. Entonces, cada vez que empiezas un trabajo es borrón y cuenta nueva del estilo que habías desarrollado. Encontrar uno propio dentro de eso es súper difícil y, todavía más difícil, tener editores que te permitan desarrollarlo. Cada medio tiene su fórmula y por eso funciona.

Ahora, en una posición de directora, como la que tengo en HOLA!, escribo menos de lo que quisiera. Y eso que me gusta escribir las historias de portada (porque los lectores necesitan escuchar la voz de uno). Pero cuando estaba en Siempre Mujer, recién llegada a Nueva York, empecé un blog. Se llama Confesiones de una diva silente, todavía está en Internet. Eran cuentos cortos, súper irreverentes, con malas palabras. Lo que me pasaba, tal cual, sin editar. Muy crudo. Ahí contaba mis historias de mujer soltera, mis viajes, mis amigos, mis romances. Recuerdo uno que se llama Todos vuelven, cuando me di cuenta de que todos los hombres en la vida de uno regresan a joder.

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Ese blog fue, de hecho, pre-era de los blogs: al principio, como en 2006, cuando todavía no había fanpages, ni social media, ni Instagram, ni Snapchat. Pero empezó a tener miles de followers. Eso me ayudó a encontrar mi voz editorial personal. Como me dijo Poncho Rentería ayer en su casa: "Los periodistas que escribimos ficción tenemos que entender que no podemos perder la capacidad de comunicar una idea". Es verdad, tienes que mantener tus textos accesibles, que conecten. Así era mi blog.

Por entrevistas y el mismo libro sé que eres fan de internet y una tuitera e instagramera activa. El libro también tiene mucho de ese lenguaje digital. ¿Cómo sientes que ese entorno ha definido tu forma de escribir? Los hashtags, por ejemplo…
Yo sí creo que nosotros hoy en día sí hablamos así. Tengo muchos amigos con los que hablo en hashtags a modo de broma, pero así es como nos comunicamos, así es como las historias o las ideas se convierten en virales y llegan a más oídos y a más ojos. Es parte de la jerga de hoy. Lo tenemos tan ingrained en nuestra manera de ser que… Por qué no. Lo estoy haciendo en la revista HOLA!, incluso, que es una revista tan tradicional. ¡Pongo hashtags hasta en las portadas! Así es como la gente busca contenido hoy en día.

Siento que para algunos escritores tradicionales o académicos de literatura ese tema puede llegar a ser chocante, un poco incómodo. ¿Has recibido algún comentario?
Seguro piensan que soy una loca (risas). Pero no me han dicho nada hasta ahora. Yo pienso que es más común de lo que pensamos. Mi mamá lo leyó, sin saber de hashtags y sin saber tanto de internet, y no le molestó. Le molestaron otras cosas, como el ritmo tan acelerado. Claro, mi mamá, como ciertos lectores, es baby boomer. Está acostumbrada a otra forma de comunicarse: todo es más pausado, la literatura es mucho más romántica, rimbombante.

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Al final parece que ese libro es un tweet larguísimo (de hecho la última página es un conteo de caracteres). ¿Habías pensado publicarlo así, como una colección de tuits?
No lo había pensado pero qué maravilla, me encantaría (Risas). No soy muy fan de Twitter porque da mucho espacio a los haters. Todas las redes sociales los tienen, pero Twitter es el que peor está; sobre todo con la situación política actual de Estados Unidos. Lo que sí me encanta es la posibilidad de decir algo cortito, conciso, en pocos caracteres. ¡Y qué mucho se puede decir en esos pocos caracteres!

¿Y cómo te ha ido a ti con los haters?
No los he sentido tanto. El único comentario negativo que he tenido fue un review en Amazon en el que alguien puso: "El libro es totalmente aburrido". Lo bueno es que como autora yo le puedo responder, entonces le respondí: "Lo siento mucho, qué pena que te aburriste. Te exhorto a que lo leas una vez más y si no todavía te sientes aburrida, vuelve a escribir".

El libro se ha movido sobre todo por Amazon, ¿no? ¿Por qué, tú siendo tan del social media, decidiste publicarlo también en papel?
Soy una amante del papel. Imagínate, yo trabajando en revistas a estas alturas, eso ya es masoquismo. No hay nada como esa experiencia. Yo, que hago todo en mi teléfono, me canso. No me gusta leer en teléfono por eso, me cansa. Y mi maleta no está completa sin un libro.

Soy una amante del papel. Imagínate, yo trabajando en revistas a estas alturas, eso ya es masoquismo.

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Sabemos que no siempre les toca fácil a las mujeres en el mundo del publishing y la literatura. ¿Has tenido obstáculos como editora o escritora por ser mujer y, sobre todo, una mujer latina en Estados Unidos con las coyunturas actuales?
Una vez un hombre me hizo una pregunta parecida. Me dijo: "Pese a tu condición de mujer y, encima, latina…". Ya eso es un statement sexista. ¿Pese a qué? ¿Qué te apena a ti de que yo sea mujer y que sea latina? Esos son los dos assets más grandes que tengo. Lo veo como una oportunidad pero, como tú dices, no siempre eso ha sido tan bienvenido. Siento que en Estados Unidos faltan más voces latinas, en general. No tanto femeninas o masculinas —no me gustan las etiquetas—, pero sí voces que conecten, que a la gente le gusten. Y yo, desde mi lugar, espero ser eso.

En un par de reviews algunos decían que tu libro era súper feminista, por la manera como representas las vidas y matices de estas 10 mujeres. ¿Qué piensas tú?
El chiste es que yo no soy nada feminista. A mí no me gusta el feminismo, ni el machismo, ni ningún ismo. No me gustan, no entiendo esos ideales. Yo digo: "preocúpate en ser, en ser lo mejor que puedes ser". Eso es un trabajo tan grande que no me queda tiempo para ismos. Este es un libro de mujeres que dicen lo que piensan y, como la gente no está acostumbrada a eso, es más fácil decir que son feministas. Pero ellas solo son mujeres con mucha confianza en sí mismas (algunas incluso no).

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Muchos pensarían que el mundo de las publicaciones de celebrities es un poco frívolo, superficial. ¿Pero a ti, que te has movido en él, qué te ha hecho entender, qué has aprendido en una publicación como HOLA! o Siempre mujer de las mujeres y de sus complejidades?
He aprendido que nadie es mejor que nadie. Cuando estás trabajando con celebrities te das cuenta de que son tan iguales, tan humanos, tan equivocados y tan imperfectos como tú. Cuando tratas a la gente así, te va mucho mejor. Porque puedo estar en la cocina de Sofía Vergara —literalmente— y ella pasa por el frente y dice: "Hola, nena, qué tal, cómo estás, qué has hecho". De tú a tú. Esa gente aprecia la normalidad mucho más de lo que uno se imagina. No soy fan de nadie, eso también ayuda (no podemos serlo en esta profesión). Es un gesto de respeto y reconocimiento mutuo: eres famosa, respeto tu fama, pero yo también hice mi tarea, merezco el mismo respeto que tú.

No soy fan de nadie, eso también ayuda (no podemos serlo en esta profesión). Es un gesto de respeto y reconocimiento mutuo: eres famosa, respeto tu fama, pero yo también hice mi tarea.

Eso he aprendido: que uno debe tratar a la gente como le gusta que lo traten a uno sin importar las condecoraciones. Y aprendí también que si invitas a la madre al photoshoot te va mucho mejor (risas). Nadie se quiere portar mal frente a su madre. Te lo juro, me pasó con Salma Hayek. Fantástica, pero sobre todo porque estaba la mamá.

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¿Y has tenido alguna situación incómoda con algún famoso?
Siempre hay cosas incómodas. Muchas veces están cansados, muchas veces la prensa es demasiado intrusiva. Se les meten a la vida de una forma que no es normal, olvidan que son seres humanos. Entras a la casa de ellos, como hacemos en HOLA!, que es muy in your face, muy como: me voy a meter a tu casa, a tu cocina, te pones el vestido y te tomamos fotos. Me abres el corazón y la casa. Siempre hay mucha reserva, por ejemplo, con el número de personas que podemos llevar, a cuál habitación entrar y a cuál no. Hay que saber cómo moverse ahí.

¿Por qué crees que para las mujeres sigue siendo tan difícil hablar en público de sexo? Porque parece que a ustedes les toca hablarlo como un chisme, en privado…
Yo creo que es porque, sobre todo en nuestras culturas latinas, no nos enseñan a hablar de sexualidad, a amar nuestros cuerpos tal cual son. Al contrario: siempre te dicen que puede ser mejor, que hay cositas pa' arreglar, que se puede estirar aquí o allá, que se puede poner filtro o Photoshop. Y muchas veces somos nosotras mismas las que les metemos esto a nuestras hijas. Es como un círculo vicioso. Pero claro, el sexo está en todas las mujeres así muchas lo nieguen. Hay escenas frecuentes, como la de me doy tres tragos y ahí sí les cuento a mis amigas y me vuelvo una salvaje. No hay una transición.

Pero eso está cambiando. Para mí el sexo es el acto más natural y más vulnerable del mundo. ¿Por qué no hablar abiertamente de él? ¿Por qué no contarlo tal cual? A lo mejor te sonrojas la primera vez que oyes mal follada. Y te lo digo ochenta veces y ya al final terminas diciendo mal follada y no pasa nada. Entonces piensas, ah, claro, eso es lo que me pasaba, es que no tenía sexo hace cinco días, me dolían las rodillas y no sabía por qué.

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¿Cómo enfrentarse a esa taquicardia vaginal, como la llamas en el libro?
El cambio está en aceptarnos y aceptar que follamos, porque el sexo sana. Incluso la falta de sexo enloquece (risas). Lo que los hombres tienen que aprender es a diagnosticar esa taquicardia vaginal, aprovecharla (risas). Esas son cosas de las que hablamos las mujeres y que está bien. Hoy tengo unas ganas y no encuentro con quién. Bueno, pues póngase, póngase pa' su número. En Puerto Rico decimos el queso atrasao. Es una especie de mal follado. Decimos: muchacho, ese lo que tiene es un queso atrasao. Una persona que no ha tenido sexo en mucho tiempo y se ha convertido en un queso. Se puso duro y es impenetrable.

¿Y qué te han dicho sobre todo eso tus lectores hombres?
Muchos hombres me han dicho: wow, no sabía que ustedes estaban tan locas ¡Sabía que ustedes piensan un montón y piensan rápido pero no tanto! Otros me han dicho que les encanta el personaje de Yamila, porque ella se enamora en el extranjero de un hombre y ese tipo es el gran amor de su vida, pero después no queda en nada. Ella no resulta con él, que se supone que era el príncipe azul, sino con otro que es la mejor persona que conoce. Un amigo lector me decía que le encantó eso, porque cambia la percepción de que las mujeres nos enamoramos para toda la vida, que aspiramos a un gran amor. Pero no, nos enamoramos de manera diferente. Es más sincero.

Eso de la sinceridad se siente, y una de las frases con las que defines el estilo es el #NoFilter, como en Instagram. ¿Por qué?
Eso se lo debo a mi papá. Mi papá era muy #NoFilter. Era el colmo de la honestidad con lo que no le gustaba. Y yo siento que soy así en la vida: natural, no me gusta fingir lo que no soy. He ido aprendiendo a quererme en esa autenticidad. Entre más auténtico eres, más auténtica es la gente que te rodea. Sin filtros, al estilo Instragram.

Debe ser difícil conseguir ese tono divertido y con ese sarcasmo propio de internet y los millennials. ¿Te costó lograrlo?
El humor es bien subjetivo. Yo creo que lo que funcionó es que aproveché el humor de los diferentes países de la gente que conozco. Un venezolano me dijo, por ejemplo: jode más que una piña debajo del brazo. Eso es muy común allá. Yo amo la piña, pero no me imaginaba esa situación y es muy diciente. El humor no es solo mío, es una acumulación de gente graciosa que he conocido. Como ese hashtag #RelájateYCoopera. Vino de otro amigo. O ese se patraseó, es decir, se echó pa' atrás. Yo decía, ¿qué es eso? Entonces fue más fácil, por lo absurdo y lo universal. También me encantan los paréntesis, porque ahí es donde uno dice lo que quiere decir, donde a uno le permiten hablar extra-bullshit.

A ti que te encantan los libros y los hashtags, ¿algunos libros y tags que recomiendes para tus lectores en Colombia?
Me gusta mucho la turca Elif Şafak, su autobiografía Black Milk, por esa técnica de las voces que hay en su mente. Ahí hice el click de esa técnica, nunca a su nivel, pero por ahí agarré idea. También uno de ella, que me animó mientras pasaba por un heartbreak, fue The Forty Rules of Love. Y Hitman Anders, de Jonas Jonasson. Ahí aprendí cómo desarrollar personajes.

Y un hashtag: #RelájateYCoopera. O el que me dieron en una entrevista ayer: #MujerBerracaEs. O, mi favorito: #SiNoPuedesConvencerlosConfúndelos

Si quieres saber más de esas mujeres imperfectas, síguele la pista a Cristy en Instagram y en Twitter.