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Los neoyorquinos tiran 9.000 millones de bolsas de plástico al año, y ahora pagarán por ellas

El ayuntamiento de Nueva York quiere gravar con cinco céntimos el precio de las bolsas de plástico y de papel, para concienciar a los clientes de que vayan al colmado con sus propias bolsas de casa.
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Paula López dirige un pequeño mercado en el barrio de Williamsburg, en Brooklyn. Paula reparte alrededor de 200 bolsas de plástico al día entre su clientela. Claro que ella dice que preferiría no hacerlo.

"Hay demasiadas bolsas de plástico en el agua, en los desagües, colgando de los árboles", comenta. "La gente viene aquí y me piden una bolsa de plástico para llevarse un paquete de chicles. Es grotesco".

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López está encantada con que el ayuntamiento de Nueva York haya aprobado una ley que establece que, en adelante, deberán de pagarse 5 céntimos por cada bolsa de plástico o de papel que se utilicen en una tienda. Después de un arduo debate, el ayuntamiento aprobó la ley por 28 votos a 20 el pasado jueves por la tarde. Ahora el alcalde de la ciudad, Bill de Blasio ha prometido que se encargará de suscribir la ordenanza.

Se estima que cada año los neoyorquinos arrojan a la basura cerca de 9,3 mil millones de bolsas de plástico. Ahora el ayuntamiento pretende concienciar a los compradores de que lleven sus bolsas de casa. Quienes respaldan la medida aseguran que obedecer la ley reduciría el número de bolsas tiradas a la basura entre un 60 y un 90 por ciento. Actualmente, la ciudad de la Gran Manzana paga más de 12 millones de dólares al año para deshacerse de las bolsas acumuladas en los vertederos del estado.

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Los Ángeles, Nueva York, Washington y San Francisco son los estados que encabezan la lucha contra las bolsas de plástico en Estados Unidos en los últimos años. Las autoridades de Washington han asegurado ante el ayuntamiento de Nueva York que gravar a cada bolsa dispensada con un impuesto de cinco céntimos por unidad habría contribuido a disminuir el uso de las mismas en un 60 por ciento, además de generar unos beneficios que se reinvierten inmediatamente en labores de limpieza medioambiental del distrito.

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Bajo la ley de Nueva York, sin embargo, los ingresos obtenidos con las bolsas irán directamente al bolsillo de los responsables de las tiendas — de tal manera que la ley no se aplicará a restaurantes ni a lugares de comida para llevar, mientras que los colmados seguirán pudiendo embolsar la carne y otros productos sin necesidad de cobrar ningún extra.

"El número de bolsas que se emplean en esta ciudad se ha convertido en una amenaza contra el medioambiente", señaló la presidenta del ayuntamiento, Melissa Mark-Viverito antes de la votación del jueves. La propuesta ha sembrado la discordia y la división en el ayuntamiento durante semanas, sin embargo Mark-Viverito, que se había mostrado indecisa hasta entonces, decidió apoyar la medida la semana pasada. Su apoyo insinuó que el ayuntamiento se inclinaba ligeramente a votar a favor de la supresión de las bolsas, una diferencia que, contra todo pronóstico, aumentó en la votación final.

La idea de hacer pagar por la bolsa de plástico o de papel llevaba años contemplada. El exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, ya intentó añadir un coste adicional a la bolsa de plástico den 2008, pero se quedó sin los apoyos necesarios para ratificarlo. En 2014, Brad Lander y Margaret Chin, ambos miembros del ayuntamiento, intentaron que se aprobara un precio de diez céntimos por bolsa, sin embargo la medida fue rechazada por considerarse que podría ser perjudicial para todos aquellos neoyorquinos que cobrasen por debajo de la media.

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Durante el transcurso del debate del jueves, varios miembros tacharon al nuevo impuesto de "regresivo", y consideran que afectará negativamente a los más pobres, a los viejos y a todos aquellos que no pueden permitirse una subida en los productos más básicos de su subsistencia.

Steven Matteo, uno de los miembros de los concejales de Staten Island, asegura que se opone a la ley porque considera que es un robo para los miembros de su circunscripción electoral y porque supondrá un ingreso anual de millones de dólares para los dueños de la tiendas.

"Huele a impuesto del peor tipo, y es exactamente lo que es", señala Paul Valone, un concejal de Queens, que invitó a todos sus compañeros a que votaran en contra de la medida el jueves pasado. "Es una manera quitarle el dinero a las personas más humildes de mi circunscripción para meterlo en los bolsillos de los empresarios".

Muchos concejales también han expresado su preocupación ante el hecho de que la nueva medida provoque que los compradores decidan cambiar el lugar donde compran y hacerlo, por ejemplo, en Nueva Jersey en lugar de hacerlo en Nueva York.

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De Blasio planea firmar la ley, una ley que ya contempla que todos aquellos que tengan cupones de comida, no deben de cumplir con el redactado. De Blasio no cree que los neoyorquinos con un poder adquisitivo más bajo vayan a ser las víctimas de la nueva regulación.

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"¿Qué por qué no creo que sea regresiva? Pues porque ayuda a cambiar los hábitos de la gente muy deprisa", declaró el alcalde a finales de abril en apoyo a la nueva retribución. "Es algo que hemos visto cómo sucedía por todo el país. Se trata de una forma de estimular que la gente lleve sus propias bolsas de casa y de que deje de usar las bolsas de plástico".

El círculo llamado American Progressive Bag Alliance, un colectivo formado por representantes de varias industrias que se dedica a hacer campañas de presión contra las leyes que restringen el uso de las bolsas de plástico, ha hecho varios llamamientos al ayuntamiento para que de marcha atrás. Se trata de una tarifa "nueva y reaccionaria tasa contra las bolsas de plástico de los colmados", ha declarado Lee Califf, director ejecutivo del grupo, quien ha añadido que la medida afectará negativamente a todos los clientes de Nueva York, ricos, medianos o pobres, mientras que enriquecerá a los dueños de colmados".

Chris Lee, un profesor de artes marciales de 50 años, no valora demasiado que el ayuntamiento esté intentando rascar dinero de su bolsillo, y mucho menos que intente determinar de qué manera tiene que ir a comprar al colmado.

"Si quieren que deje de utilizar bolsas de plástico, pues que las prohíban", proclama. Y acto seguido coloca una barra de pan y un cartón de zumo de naranja en una pequeña bolsa de plástico a la salida de un mercado de Brooklyn. "Son la clase de tarifas que, en realidad, son robo a mano armada", concluye el obtuso maestro.

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