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Brasil reconsidera su promesa de recibir a 100.000 refugiados sirios

El gobierno de Dilma Rousseff se comprometió el año pasado a aliviar la presión migratoria en Europa, pero ahora el gobierno de Michel Temer parece no estar tan comprometido a ello.
Photo by James Young/VICE News

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Podría decirse que el carnaval de Río de Janeiro es el evento cultural brasileño más importante del año. Sin embargo, pocos locales parecieron haber disfrutado del desfile tanto como un grupo de jóvenes refugiados pertenecientes al coro Coraçao Jolie.

Ataviados en coloridos trajes brillantes, los niños cantaron y bailaron, siendo los favoritos del carnaval, como los invitados de la escuela de samba Mangueira do Amanha.

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"Me encanta Brasil, todos nos han ayudado tanto", declaró emocionado Mohammad, un joven refugiado sirio, antes del desfile. "Me gusta el soccer, así que ahora apoyo al equipo de los Corinthians. También me gusta el churrasco, aunque sin cerdo, por supuesto. Nunca he pensado en volver a casa".

Mohammad y sus amigos llegaron a Brasil como parte de la primera ola de refugiados sirios recibidos en el país por la presidenta Dilma Rousseff, antes de que fuera suspendida en mayo pasado mientras el senado decide si iniciar un juicio político en su contra, por supuesta manipulación de las cuentas públicas.

'Me encanta Brasil, todos nos han ayudado tanto'.

Pero todo parece indicar que podría tratarse del último grupo de refugiados que llegue al país, ya que se reporta que el gobierno interino de Brasil ha dado un marcha atrás a su promesa para incrementar los números.

"Incluso en momentos de crisis y adversidad, como el que estamos atravesando ahora, tenemos que dar la bienvenida a los refugiados con los brazos abiertos", declaró Rousseff el pasado mes de septiembre. "Quiero reiterar la voluntad del gobierno para recibir a aquellos que, expulsados de su tierra, quieran venir a vivir, trabajar y contribuir con la prosperidad y tranquilidad de Brasil".

A principios de este año, Brasil inició negociaciones con Alemania y la Unión Europea, en las que el país sudamericano se ofrecía a liberar la presión por los refugiados sirios en Europa. En ese contexto, se ofreció a aceptar más de 100.000 migrantes durante los siguientes cinco años, a cambio de asistencia con los costos de traslado a través del Atlántico.

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'Bienvenidos al infierno': el mensaje de los brasileños antes de las Olimpiadas. Leer más aquí.

Sin embargo, en las últimas semanas, medios de comunicación brasileños comenzaron a reportar que Alexandre de Moraes, actual ministro de Justicia, ha suspendido las charlas. Los reportes continúan, y han citado fuentes directamente involucradas en las negociaciones, a pesar de las negativas del gobierno de retroceder en su promesa.

La decisión es ampliamente atribuida a una reducción de costos puestos en marcha por el nuevo gobierno de tendencia derechista, encabezado por el presidente Michel Temer, quien parece no tener ninguna intención de romper la tradicional posición restrictiva de brindar asilo.

Un reporte publicado por el Comité Nacional para los Refugiados de Brasil el mes pasado, informa que el país es actualmente el hogar de 8.800 refugiados. Unos 2.300 provienen de Siria, otros de países como Angola, Colombia, el Congo, Líbano, Irak, Liberia y Pakistán. Las solicitudes de asilo aumentaron de 966 en 2010, a 28.650 en 2015.

"Los niños son la parte invisible del proceso de asentamiento… nadie les presta atención".

De acuerdo a la Agencia de la ONU para los Refugiados, el índice de acogidos en Brasil es de 0,04 por cada 1.000 residentes, lo que lo representa uno de los más bajos a nivel mundial, y lo coloca en el lugar 137 de 197 países evaluados. Aquellos que logran entrar, constantemente se ven abandonaos a su suerte una vez que llegan.

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"Brasil nunca ha tenido un un sistema de asistencia social específico para los refugiados", dijo Larissa Leite, coordinadora del Caritas Reference Center for Refugees, en Sao Paulo. Señaló específicamente el apoyo para vivienda, necesidades económicas y comida. "Muchos refugiados saben que tienen derecho a esos beneficios, pero no saben cómo solicitarlos".

Leita afirma que los refugiados también están preocupados por su situación laboral, económica, y la inestabilidad política de Brasil, que podría recordarles la situación de la que están huyendo.

Además, se ha registrado un aumento en las agresiones hacia los extranjeros.

"Los brasileños son personas muy acogedoras y tolerantes", afirmó. "Pero quizá por ahora nos somos tan tolerantes como solíamos serlo".

Mohammad posa para una foto con su padre. (Imagen por James Young/VICE News).

Se ha reportado que mucha de la violencia se genera principalmente en la comunidad haitiana, que consta de unos 70.000 miembros, la cual aumentó rápidamente cuando visas humanitarias especiales fueron expedidas después del terremoto de 2010 en la isla. En agosto del año pasado, seis haitianos fueron atacados con un arma de balines en el centro de Sao Paulo, después de que el atacante les gritara "ustedes se roban nuestros trabajos".

La comunidad musulmana de Río de Janeiro también ha reportado agresiones en la ciudad.

Viviane Reis, fundadora y directora del grupo de apoyo para los refugiados Conozco Mis Derechos, que dirige el coro en el que Mohammed y sus amigos participan, afirma que todo eso es particularmente difícil para los niños.

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"Los niños son la parte invisible del proceso de asentamiento. Tal vez porque parece que ellos se adaptan más fácil y rápido, nadie les presta atención", dijo Reis. "Pero mientras ellos aprenden el idioma más rápido, también experimentan situaciones traumáticas. Tienen la responsabilidad de ser el canal de comunicación principal en la familia".

Vronia, una refugiada de Sudán del Sur, subrayó algunos de los problemas que tuvieron mientras se adaptaban a las diferencias culturales de su nuevo hogar. Confesó haberse sentido incómoda con la cantidad de chismorreo y apertura sexual.

"A donde sea que vayas en Brasil, la gente se está besando. Yo prefiero ir a la escuela a estudiar, nada de citas ni maquillaje para mí", dijo. "Pero al menos en Brasil no hay guerra ni peleas. A nadie le importa a qué religión perteneces".

Sigue a James Young en Twitter: @seeadarkness

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