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Sexo

Cosas que haces cuando crees que esta noche acabarás follando

De repente te das cuenta de que tu piso está tremendamente sucio y entras en un bucle eterno de limpieza, solo por follar.
Foto vía el usuario de Flickr Emily May | CC BY 2.0

Vale, se acerca el día. Te has pasado la semana siendo un ciudadano productor de bienes o servicios y ahora llega el fin de semana y tienes que convertirte en un ciudadano productor de sexo. Así son las cosas, no me lo he inventado yo, los seres humanos llevan décadas soñando con el sexo de fin de semana, esto es, de hecho, lo único que les mantiene con vida, esa esperanza constante del coito, lo que les aleja de saltar por la ventana o pegarse un tiro por culpa de la mediocridad y futilidad de su propia existencia.

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Contradictoriamente, normalmente tenemos totalmente asumido que no lograremos follar pese a que este sea el único motivo real por el que vamos a conciertos, quedamos con gente o vamos a manifestaciones. Es un juego de autoengaño, un mecanismo de sociabilización que sirve para que no nos quedamos en casa comiendo Doritos tumbados en la cama durante 48 horas, que es lo que todo ser humano desea en el fondo.

Pero luego hay esos otros días en los que sentimos que quizás sí, que esa noche puede ser real, que puede suceder, que “hoy creo que fornico”. Puede ser una sensación heredada de cuando los seres humanos vivían en cuevas, comías piedras y tenían poderes, como una especie de sexto sentido, algo que nos hace sentir que esta noche tendremos un billete directo a ese pueblo llamado Coito. Pero también puede que SEPAMOS que este fin de semana las probabilidades de follar han incrementado considerablemente porque ha habido un, digamos, trabajo previo (esas conversaciones de chat entre semana hasta las dos de la madrugada por fin dan resultados cuantificables) o porque la naturaleza del evento social así te lo hace intuir (viene tu ex a esa fiesta y sabes que siempre terminas follando con tu ex).

Hoy es probable que “pase algo” y por eso antes de abandonar nuestra morada haremos ciertas cosas que normalmente no hacemos

El tema es que hoy es probable que “pase algo” y por eso antes de abandonar nuestra morada haremos ciertas cosas que normalmente no hacemos, cosas que hace la gente cuando cree que follará.

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Por primera vez en meses, decides ducharte antes de salir de fiesta. La relación entre tu cuerpo y el agua siempre se ha limita a las mañanas, pero esta vez va a caer una segunda ducha por la tarde, inaudito. Esta ducha albergará todas tus esperanzas, es la plasmación física de la fe en ti mismo. Limpias tu cuerpo porque quieres que esa otra persona lo encuentre brillante y cómodo, reseteas tu higiene y te conviertes en un bebé inocente, puro, el material con el que se construyen las decepciones. Si por lo que sea no tienes tiempo de ducharte, siempre puedes limitarte a lavarte los genitales en el lavabo o rociártelos con algún tipo de perfume, como cuando fuiste a la boda de tu hermano.

También falseas tu apariencia con peinados mágicos, maquillaje, depilaciones y todo tipo de artimañas. Lo que sea para ocultar tu verdadero rostro. Luego te pones esa ropa interior que no está destruida, la de follar. De hecho te has ido a comprar un pack nuevo (por primera vez en tu vida) porque hasta ahora siempre has utilizado los que te compraron tus padres cuando vivías con ellos.

A medida que te vas acicalando, empezarás a darte cuenta de que tu casa está un poco desatendida. Antes de la posibilidad de follar ni te habías fijado en todo esa suciedad y ese polvo que recorre la encimera de la cocina. Empiezas a fijarte y el baño también está repleto de polvo y, joder, la ducha está llena de pelos por todas partes. Empiezas a rallarte porque no quieres que venga una persona a tu casa a follar y se encuentre con este vertedero y piense que eres un desastre de persona. Coges papel de váter y empiezas a limpiar rápido el polvo y poco a poco vas descubriendo más suciedad y te lías y sin darte cuenta ya llevas un par de horas limpiando casi todo el puto piso solo por poder hacer realidad una cópula. Joder, llevabas como mínimo dos meses sin limpiar tu morada. El miedo a perder un potencial polvo es lo único que ha podido remediar el hecho de que vivieras entre escombros.

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Antes de la posibilidad de follar ni te habías fijado en todo esa suciedad y ese polvo que recorre la encimera de la cocina

Luego te acuerdas de la cama. Esas sábanas llevan meses ahí, son ahora mismo una especie de tapiz lijado hecho con sudor, sangre y Dios sabe qué más. No puedes largarte de casa sin cambiar la ropa de la cama, el sitio en el que, precisamente, se hace el amor. “Hacer el amor”, antes estabas preocupado por si rendirías en el potencial acto sexual de esta noche —ya que llevas meses sin follar— pero ahora mismo solo te preocupa que tu hogar parezca un lugar habitable por un mamífero. De la misma forma, tienes que deshacerte de esa montaña de ropa que está en el suelo, escóndela de alguna forma o tíralo todo a la cesta de la ropa sucia, una cesta que nunca había estado tan llena como hoy. Lava los platos, joder, y quita del marco esa foto en la que sales dándole la mano a Cospedal, que es una foto “irónica” pero quizás no se entienda del todo y lo último que quieres es perder una follada por culpa del PP. Te tiemblan las manos mientras lo ordenas todo, has estado TAN cerca de cagarla que tienes taquicardia. Has estado a punto de traerte a alguien a una casa que parecía la obra de arte de un astronauta perturbado por un viaje espacial que “salió mal” (“vi como las tripas de Bob le salían por la boca”).

Aparte de los temas de higiene que puedan llegar a generar una falsa imagen de que tienes problemas en la cabeza, también tendrías que instalar ciertos trucos que te dieran un pedigrí especial. No solo tienes que corregir los problemas de tu hogar para parecer una persona decente, sino que también tienes que falsear una versión superior de ti mismo. ¿Cómo? Bien, deja libros en la mesilla de noche. Sobre todo que no sean novelas, que sean ensayos, que suman más puntos, y si son de temas actuales (feminismos, diversidad, apropiación cultural) mucho mejor. Ponle dentro un punto de libro en una página al azar y ya está. Deja también en la cocina una bote con quinoa o cualquiera de estos productos alimenticios sanos, que parezca que eres una persona que se preocupa por la salud y todo eso. Oculta un poco los Cheetos Pandilla y el salami en barra ese barato del Mercadona que te gusta tanto y que a veces al comerlo te genera esa extraña sensación como si se te parara el corazón.

Deja también en la cocina una bote con quinoa o cualquiera de estos productos alimenticios sanos, que parezca que eres una persona que se preocupa por la salud

Hablando de ocultar, (esto va solo para los chicos) acordaros también de esconder muy bien esos pañuelos de tela que tenéis al lado de la cama y que utilizáis para depositar el esperma que generáis con la “paja de antes de dormir”. Llevan meses ahí y parecen cartones. Estáis tan acostumbrados a ellos que incluso les habéis puesto un nombre: Ratatouille, Grimaldi, Jacob, “El Capitán”. Son el único ser que ha conocido vuestro esperma en los últimos meses.

Pero, realmente, no os preocupéis tanto. Pese a “sentir” que hoy es el día en el que follaréis, al final no pasará nada. Llegaréis a casa solos, guardaréis de nuevo esos preservativos en la cajita de donde salieron, comeréis despechados un poco de ese salami y os tumbaréis en la cama. Solos. Siempre os pasa lo mismo pero la esperanza siempre seguirá ahí, dentro vuestro, latiendo sutilmente y con esa débil luz que desprende. “Al menos”, piensas, “el piso ya no parece una madriguera”. Claro que sí.