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Mundial 2018

El lugar más seguro del mundo

La seguridad no se toma a la ligera en Rusia. Menos en época de Mundial. Adolfo Zableh nos cuenta los pormenores.

Artículo publicado por VICE Colombia.


Once mil millones de dólares invirtió Rusia para organizar este Mundial de Fútbol, convirtiéndolo inmediatamente en el más costoso de la historia. Buena parte de esa cifra, unos tres mil millones, se fueron en la seguridad.

Hay dos razones para esto. La primera, los hooligans, que ya no son solo ingleses. En la Euro de 2016 hubo un enfrentamiento entre ultras rusos y británicos que empezó en el centro de Marsella y continuó en el estadio con un balance de cuarenta heridos, al menos cinco de gravedad. A la fecha se les ha prohibido la entrada a Rusia a 400 hinchas por tener antecedentes violentos. Y no importa que hayan llegado con boleta en mano, con los rusos no se juega. Y si dicen no, es no. La segunda es la amenaza de los yihadistas de cometer ataques terroristas durante la copa, asunto que a tres días de la final no ha ocurrido.

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Se dice que hay 40.000 personas velando por la seguridad del Mundial, los cuales tienen el apoyo de 160.000 cámaras, 5.000 de ellas de reconocimiento facial con una capacidad de veinte rostros por segundo. Estadísticas a un lado, las restricciones se sienten en el día a día.

Rusia instauró el Fan ID, una escarapela más pequeña que la de los periodistas que lleva el nombre y foto del hincha que compró la boleta. No solo sirve como visa para entrar al país, sino para entrar a los partidos, el metro y presentarla en cualquier lado que la pidan. Pero no solo eso. Es común ver escuadrones completos de policía o ejército andando por las calles, plazas y cerca de los estadios.

Hay controles en las estaciones de metro y de trenes, donde pasan las maletas por gigantescos escáners y luego a la persona por un detector de metales, sin excepción. Por cuenta de eso, las filas son eternas. Y el control no es solo para fanáticos. Los periodistas, que solemos movernos con más facilidades en eventos de este tipo, también tenemos restricciones. Para entrar y salir de los estadios hay que pasar la acreditación por una máquina para que quede registrado que entramos y salimos del partido que dijimos que íbamos a ver, pero no es solo eso. Luego hay que pasar la maleta por el escáner, quitarse las gafas y la gorra, si se llevan, y prender celular y computador antes de que te permitan entrar. Si los tienes descargados, te los pasan por una máquina que detecta cualquier irregularidad en los aparatos.

He visto a lo lejos gente en los techos de los estadios, gente que de alguna manera es imposible de detectar estando adentro del escenario, y las vías cerradas se cuentan por cientos. Un recorrido que podría tomarte 200 metros se puede alargar hasta los dos kilómetros porque las calles y andenes están bloqueados para controlar la entrada y salida de gente. Para ingresar a ese gigantesco lugar que es la Plaza Roja, que es el centro de actividades de esta copa y que mide unos 23.000 metros cuadrados, te quitan las botellas de agua, te abren la maleta y te hacen pasar por detectores de metales. Adentro, si quieres entrar a ver a Lenin durmiendo en su tumba, tienes que acatar las órdenes de al menos dieciséis solados, que no solo te miran rayado, sino que te mandan a callar si se te ocurre abrir la boca.

Es que la seguridad no se la toman a la ligera en Rusia. A un colega que le robaron el celular en el metro lo llevaron a una comisaría y por medio de cámaras identificaron y les hicieron seguimiento a los ladrones. Mientras, a un hincha al que se le olvidaron en Colombia las boletas del juego contra Japón, se le ocurrió que la mejor manera de entrar al estadio era poniendo un denuncio diciendo que se las había robado. Desenlace: dos horas de interrogatorio en la comisaría con posterior visita de dos agentes a su hotel, donde requisaron la habitación. Es que creyó que el asunto era tan folclórico como en nuestro país.

Rusia es un país reconocido por no respetar demasiado los derechos humanos, y aunque en esta copa no se han visto ataques contra la población civil, salvo casos aislados, si el objetivo era que no pasara nada, se puede decir que valió la pena tanta plata, esfuerzo y miedo que nos metieron.