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Foto cedida por MUBI. Extracto de la película Happy Together.
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El amor según Wong Kar-wai

Hablamos con Christopher Doyle, el director de fotografía australiano que acompañó a Wong Kar-wai en cada obra.

Wong Kar-wai irrumpió en el cine hongkonés durante la década de los 80. En cada una de sus obras existe una marca que lo caracteriza. La presencia de los recuerdos como fuente de dolor, las elipsis temporales que acompañan a la memoria de los personajes y la insistencia con ciertos objetos que cobran un significado especial; son algunos de los atributos que lo destacan. 

La velocidad de las imágenes, los encuadres y la iluminación, el color y la fotografía del australiano Christopher Doyle, son algunos de los recursos que nos hacen parte de cada obra. Y a veces, nos invita a ser cómplices de una conversación: espías de un silencio y testigos de un amor. 

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Amor: el cine de Wong Kar-wai, así titula MUBI la retrospectiva de la vida y obra del director asiático. Las versiones de sus películas remasterizadas en 4k nos dan la posibilidad de reencontrarnos con algunas de sus obras que influyeron en el cine mundial a partir un mismo hilo discursivo: el amor.

A continuación presentamos algunas de las películas que la plataforma de streaming aloja durante este mes como Chungking Express (1994), Happy Together (1997), In the Mood For Love (2000) y 2046: Los secretos del amor (2004). Además hablamos con Christopher Doyle, quien trabajó en estas piezas como director de fotografía y nos contó cómo trabaja en equipo y qué resalta de cada ciudad en la graban. 

Chungking Express (1994)

Son dos historias de amor que se cruzan de manera independiente. La primera es un encuentro fugaz entre un joven policía (Agente 663) que tiene el corazón roto y una mujer con una actitud desbordante implicada en el tráfico de drogas. La segunda es entre un policía (Agente 223) que también está sufriendo por un abandono amoroso y conoce a una camarera en el bar donde suele comer. En esta película la soledad es protagonista, y está acompañada por algunos detalles: las fechas de caducidad de las latas de piña o el jabón que engorda y adelgaza son perlas acompañadas por “California Dreamin”.

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Felices juntos (Happy Together, 1997)

En esta historia de amor dos varones gays, Lai Yiu-fai (Tony Leung Chiu Wai) y Ho Po-wing (Leslie Cheung), viajan de Hong Kong a Argentina con el sueño de conocer las Cataratas del Iguazú. Pero el paisaje se queda en la foto que refleja una lámpara y la historia se limita al sur de Buenos Aires, donde el tango y el trabajo precario hacen parte de una relación obsesiva, dependiente y en constante desencuentro. Una milonga suena dentro de una habitación donde alguna vez, esta pareja, fue feliz.  

Con ánimo de amar (In the Mood For Love, 2000)

Ambientada en los años 60 en la ciudad Hong Kong dos parejas se mudan a un mismo edificio el mismo día. El Sr. Chow (Tony Leung Chiu Wai) está casado con una mujer que vive ocupada y Li-zhen (Maggie Cheung Man Yuk) está casada con un empresario que viaja por el mundo. La cámara lenta hipnotiza al espectador ante los posibles encuentros de dos personas que se sienten solas y buscan contención con el objetivo de no caer en el enamoramiento. Ambos vivirán en un recuerdo que los acompañará por el resto de sus vidas.

2046: Los secretos del amor (2004)

Esta historia de amor hace parte de una trilogía junto a Días Salvajes (1990) y Con ánimo de amar (2000). Un periodista freelance llamado Chow Mo Wan (Tony Leung Chiu Wai) se aloja en la habitación 2046, en ese espacio reflexiona sobre su vida amorosa e intenta olvidar su pasado sin éxito alguno. El argumento está basado en una novela que el protagonista escribe acerca de viajes al futuro, hacia el año 2046, donde los recuerdos pueden volver a vivirse. Una vez más, la temporalidad y la nostalgia son parte esencial de la obra. 

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VICE: Dentro de los aspectos técnicos, está claro que trabajaste junto a directores de arte y diseñadores de vestuario, ¿cómo te sentís trabajando con ellos?

Christopher Doyle: He tenido el privilegio de trabajar con artistas cuyo gusto exquisito y meticulosidad son básicos en las imágenes que hacemos. Hasta ahora he hecho tres películas con Emi Wada, al menos otras diez con William Chang y por supuesto todas las películas de Wong Kar Wai. Aquí se presentan dos cuestiones, por un lado el espacio, una vez que lo encuentro y siento que me transmite algo, mi trabajo es responder. Por otro lado espero a que los actores estén bien vestidos, y se muevan de cierta manera. Eso exige cierta composición y movimiento de cámara, yo hago que las texturas de los trajes se revelen con la luz adecuada.

El rol del director de fotografía ha sido históricamente un rol masculino,  basado en supuestos de que los equipos son grandes, pesados e incómodos. ¿Crees que el género juega un rol en particular en los equipos de grabación?

He visto a una asistente de iluminación japonesa de veinte años llevando una lámpara HMI de 6K que pesa más de 10 kilos. He visto a un puñado de mujeres empujando una plataforma rodante, conmigo y la cámara encima sobre una pendiente de 20 grados. A decir verdad, en ese momento nadie se preguntó si ese trabajo debía hacerlo un hombre, ellas tenían fuerza suficiente. 

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Siempre tengo mujeres en mi equipo. Rain Li ha copiado cinco o seis películas conmigo, Kubbio Tsoi cerca de diez. Creo que una mujer ve el mundo de manera diferente, aporta más sutileza a una obra y, en mi experiencia, crea un grupo más agradable, acogedor y tranquilo que funciona como un equipo real.

Christopher Doyle. Foto cedida por MUBI

Christopher Doyle. Foto cedida por MUBI

Grabaste algunas películas en Hong Kong y más tarde vimos Happy Together hecha en Buenos Aires. En cada una hay imágenes muy típicas de estos lugares. ¿Qué te gusta destacar dentro de las ciudades como director de fotografía?

Me gusta responder a las sensaciones que las ciudades me van dando a medida que llego. Dejo que el lugar, sus espacios, sus texturas, su luz me empujen en una cierta dirección que luego pensarás que es un “estilo”, cuando en realidad todo lo que yo se hacer es trabajar bien con lo que atrae mi atención.

Claro que en algunos escenarios los puedo hacer más evidente. Por ejemplo en “Ashes of Time”, “Hero”, “Rabbit Proof fence” o en la misma Vietnam con “Quiet American” o en Santiago de Chile con “Poesie San Fin”. Para mí el lugar es el personaje más importante, y ese personaje ya tiene un carácter, así que ¿por qué meterse con él? No puedes controlar el desierto, así que deja que te diga qué hacer. Vietnam se ve así y hace calor, conviértelo en una ventaja. El barrio de La Boca es La Boca, entonces la película se siente así porque La Boca es como es.

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Christopher Doyle. Foto cedida por MUBI

Christopher Doyle. Foto cedida por MUBI

Si no conozco el lugar, trato de ir lo antes posible antes del inicio de la filmación. Las calles, los colores, las texturas sugerirán quién vive aquí, qué hacen y por qué. A menudo, el director, el escritor y yo visitamos los sitios cuando el guión aún está en proceso porque sirve para darle al guionista más información. Basándonos en lo que hay allí, podemos crear más de lo que se escribió originalmente. Es mi responsabilidad dar buenas ideas, hacer crecer los espacios, ahorrar tiempo y presupuesto, prefiero empaparme, trabajar con lo que ya está en el lugar en vez de gastar dinero. 

He hecho al menos diez películas en un área de 2 kilómetros cuadrados alrededor de donde vivo en el centro de Hong Kong y cada película es diferente, solo hay que escuchar, mirar, aprender y luego compartir.

¿Qué consejo le daría a los jóvenes que actualmente están dirigiendo?

Que no dejen de hacerlo. Que cuenten historias, que busquen la luz y los colores con las personas adecuadas y saldrá algo bueno. 

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