sexo y relaciones en la nueva normalidad
Sexo

Cómo serán las relaciones sexuales y afectivas en la nueva normalidad

"Vamos a cuidar un poco más nuestras relaciones, incluso a las relaciones esporádicas".

Cuando pienso en cómo serán las relaciones en la nueva normalidad me viene a la cabeza una de esas películas románticas que intentan engancharte a los 10 minutos con una fundida a negro en medio de la acción, justo cuando estabas empezando a empatizar con la bonita historia de amor de los protagonistas. Te plantan un cartel de “un tiempo más tarde” y te devuelven al mismo escenario. Algo ha pasado en medio, pero no sabes ni cuánto tiempo ni los acontecimientos que han tenido lugar. Como es una película de bajo presupuesto los actores siguen siendo los mismos, así que tampoco cuentas con esa pista.

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Lo único que notas es que el tiempo ha hecho mella en las relaciones. Se acabó el amor adolescente: la chica con clase parece menos feliz, pero ahora vive en una mansión con su marido e hijos; entre tanto, el novio con el que perdió la virginidad mira al vacío en un rancho de mala muerte. Este pobre hombre sabe que solo se tiene a sí mismo y a su tractor. Para que el espectador se ubique mejor y note que aquí han pasado cosas de distinta índole –probablemente el director tampoco sabe cuáles– le han dado más color a la imagen: los grados de saturación indican que el rumbo de los acontecimientos es impredecible.



La nueva normalidad tiene esa calidad de imagen, brillante y engañosa. Nadie sabe qué significan esas dos palabras juntas, ni en qué se diferencian de la vieja normalidad, pero sí sabemos que ha habido un tiempo intermedio, un fundido a negro poco preciso, donde gran parte de nuestras relaciones han quedado en el limbo.

Algunos han aprovechado esta incertidumbre para hacer panes y olvidarse de sus problemas, proyectando todo su amor sobre la masa madre, pero hay quienes han optado por reflexionar sobre el sentido de sus vidas y las relaciones que mantenían (o no) con los demás –“¿qué hago yo aquí solo en esta casa?”–. Ahora que llegamos a la parte de colores vivos, descubriremos si ese deseo hogareño que se despertó en lo más profundo de nuestras entrañas –casa con jardín, monogamia estricta y no menos de dos hijos– era un pensamiento real o una fantasía fruto del confinamiento.

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"Creo que vamos a seguir teniendo relaciones de todo tipo, pero que vamos a cuidarlas un poco más, incluso las relaciones esporádicas"

“No tengo demasiada idea de cómo van a ser las relaciones a partir de ahora. Sí creo que vamos a seguir teniendo relaciones de todo tipo, pero que vamos a cuidarlas un poco más, incluso las relaciones esporádicas. No tanto por miedo al contagio sino por todas estas horas que hemos pasado dándole vueltas a cada historia, ¡por fuerza tengo que haber aprendido algo!”.

Simón* mantenía desde hace unos meses una relación “poco seria” con una chica, pero la cuarentena enfrió la cosa y finalmente decidieron que no tenía sentido seguir viéndose. “Pasé el primer mes pensando muchísimo en ello. Repasando mis últimas relaciones y pensando en cómo querría estar si esto se repite. Casi siempre regodeándose un poco en el dramita”.

Esta obstinación nostálgica, que nos lleva a volver una y otra vez sobre unos mismos temas, especialmente los sentimentales, se ha visto exacerbada por la presión ambiental que generaba la crisis.

“Para muchas personas vivir situaciones de peligro, o haber sufrido las consecuencias de pandemia de cerca, quizá si has tenido algún enfermo cerca o la muerte de algún amigo o familiar, te hace replantearte qué haces en esta vida”, me explica la sexóloga Carmen Martín Sánchez. Para ella es imposible desligar los devaneos románticos de los cambios transversales que la cuarentena nos ha impuesto, “no solo a nivel laboral, si no a otros niveles, hay personas que tienen una especie de crisis más existencial y muchas veces la pareja entra en ese cuestionamiento general”.

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“He echado mucho de menos el afecto y el cariño de mi ex, y lo peor es que encima tratando de olvidarle he recordado a otros ex"

Lo que está claro es que para bien o para mal todos hemos tenido más tiempo para pensar, ya sea en el futuro o en el pasado. Porque si para algunos la meditación interminable les ha cambiado las prioridades, para otros se ha convertido casi en una tortura. “Justo me dejó mi novio antes de la cuarentena”, me cuenta Nacho*, que ha pasado la crisis con sus padres y que, más allá de los tan celebrados aprendizajes de pandemia, lo que ha tratado de hacer ha sido borrar a esa persona de su mente, y reunir fuerzas para no mandar el fatídico WhatsApp a las dos de la mañana. “He echado mucho de menos el afecto y el cariño de esta persona, y lo peor es que encima tratando de olvidarle he recordado a otros ex. Ahora mismo ya me encuentro bien pero ha sido una época, como mínimo, curiosa”.

En el lado contrario están quienes acababan de empezar una relación y este tiempo ha sido un paso adelante en el nivel de compromiso con la otra persona. “La cuarentena me ha dado perspectiva de futuro”, cuenta Sandra*, que llevaba solo unos meses viéndose con alguien y el hecho de que viviera en una Comunidad Autónoma a tres horas de distancia complicaba cualquier tipo de acercamiento.

“En varios momentos nos planteamos cómo afectaría esto a nuestra relación o si abriría brechas que no sabríamos reconstruir. Pero al final creo que nos ha llevado a conocernos más, a idolatrarnos menos (lo que yo valoro positivamente) y a acompañarnos en momentos donde no tienes tu mejor cara”. Por eso valora muy positivamente este tiempo e incluso decidió saltarse el Estado de alarma para pasar unos días con él, “Mi pregunta era: ¿es tan importante para mi como para hacer esto? La respuesta fue que sí. Una vez estamos conviviendo y todo va bien, siento que la relación se ha vuelto más real y menos pasajera”.

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Sin embargo, este intervalo no ha servido solamente para soñar con posibilidades pasadas y futuras, para regodearse en el dolor o en la fantasía. Para otros también ha sido una especie de tiempo muerto en mitad del partido, un descanso para reagruparse, reunir fuerzas y abrirse a estrategias nuevas. Es el caso de Sonia*, que estaba en un momento muy feliz, descubriéndose otra vez a sí misma, después de la debacle que supuso la ruptura con con su novio hace 9 meses.

"Nunca había tenido relaciones en internet tan intensas. Me he dado cuenta de que puedes construir una intimidad brutal de golpe con alguien que está a mucha distancia"

“Al principio sí que fue un poco difícil, estaba muy frustrada porque por fin había llegado a un momento de liberación. La crisis sanitaria fue como un parón que me entristeció y me dio rabia, pero luego eso se transformó en un aumento del deseo brutal, la prohibición hace que te imagines encuentros furtivos, que romantices incluso saltarte el Estado de alarma para tener encuentros sexuales clandestinos”. Para ella, las redes se convirtieron en una herramienta para canalizar ese deseo, algo que hasta entonces no había explorado de esa forma.

“Después de esos días más fantasiosos empezaron a surgir los chats de sexting, nunca había tenido relaciones en internet tan intensas. Me he dado cuenta de que puedes construir una intimidad brutal de golpe con alguien que está a mucha distancia pero que conecta contigo directamente. Creo que eso es algo muy guay que no deberíamos perder con la nueva normalidad”.

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En este sentido, Simón va un poco allá y cree que haber reforzado algunos vínculos online podría ser positivo para las relaciones que establezca ahora. “Me parece que incluso el tonteo online se está convirtiendo en algo más sólido, como si hubiésemos redescubierto la virtualidad. Creo que vamos a estar más receptivos a relaciones más estables. Pero quizá esto es un poco de quinceañero”. Lo que ambos han comprobado es que al disponer de más tiempo, hasta cierto punto se rompe el embrujo de la inmediatez sexo-afectiva y resulta más fácil saber qué es lo que quieres.

“Antes, con nuestras vidas totalmente plegadas al día a día, con tanto estrés y trabajo, muchas veces la sexualidad en toda su amplitud se iba mermando y quedaba simplemente reducida en la persona con la que duermes al final del día, pero creo que es una reducción innecesaria, porque nos estamos perdiendo muchas cosas sobre nuestra sexualidad y deseo, y es una faceta que no solo te da placer físico, sino un bienestar emocional”, concluye Sonia.

"Incluso el tonteo online se está convirtiendo en algo más sólido, como si hubiésemos redescubierto la virtualidad"

Como es lógico, las reflexiones que cada uno ha establecido dependen en gran medida de la situación sentimental en la que nos encontrásemos. Por ejemplo, para Cristina*, que hace unos meses había acordado con su pareja abandonar la monogamia y empezar a tener relaciones con otras personas, la cuarentena ha sido una especie de vuelta atrás, “en cierto sentido todo sigue igual y nada sigue igual. Casi por obligación, las jerarquías se han reforzado, pues mientras mi pareja de toda la vida y yo compartimos hogar 24 horas desde el inicio del confinamiento, nuestras respectivas parejas fuera del hogar están pasando la cuarentena solas”.

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Lo que está viviendo, en realidad, es diferente a lo que tenía antes, puesto que los vínculos y cuidados ahora son más extensos y esto ha hecho que viva la cuarentena con preocupaciones extra, poniendo en evidencia el compromiso que también hay detrás del poliamor: “a veces hay que hacer malabares, incluso magia, para poder consolar las tristezas y las soledades de quien está lejos: me preocupa mucho que tanto tiempo solos pueda pasarles factura, y mi deseo es cuidarles. Con todo, también tengo la sensación de que deseo pasar algún tiempo sola. Aunque echo de menos a mis otros vínculos y aunque esta cuarentena me ha ayudado a crear nuevas dinámicas con mi pareja nuclear, también necesito ese tiempo conmigo misma que me ayude a entender, vete tú a saber cuándo, todo lo que ha significado el huracán del corona”.

La sensación general se resume más o menos en esta frase de Cristina: por aquí ha pasado algo que para bien y para mal afectará a nuestras relaciones, pero aún estamos tratando de entender y ubicar todos esos deseos y pensamientos.

La cuestión ahora es ver si podremos ajustar nuestras aspiraciones y miedos al mismo ritmo que la vida vuelve a las calles; o si la nueva normalidad será un segundo fundido a negro que nos devolverá al principio, como si nada hubiera pasado. “Después de tantos años de terapias he comprobado que las personas tenemos la memoria muy floja y las decisiones que tomamos en un momento de crisis, aunque alguna puede perdurar, la mayoría se olvidan y la gente vuelva a las andadas”, me confirma la sexóloga, que desconfía de la perdurabilidad de los propósitos.

"El virus tiene fuerza, pero no sé si tanta como para borrar viejos hábitos”

“Dos meses de encierro no tienen la fuerza suficiente como para cambiar la imperiosa necesidad de estímulos con la que vivimos actualmente. Quien sea de relaciones estables y le haya pillado soltero quizá sí tenga mucha prisa por encontrar a alguien, a ver si la segunda ola de esta pandemia le pilla con quien poder acaramelarse en conjunto. Y los más promiscuos o activos sexualmente; lo seguirán siendo. El virus tiene fuerza, pero no sé si tanta como para borrar viejos hábitos”.

Mario* lleva varios años soltero y se fue a pasar la cuarentena con unos amigos. Como el resto, admite llevar muchos días dándole vueltas a cómo se reconfigurará el mundo de los afectos en la nueva normalidad, pero al igual que la sexóloga se muestra bastante escéptico respecto a que tanta cavilación sobre el amor –en mayúsculas o en minúsculas, monógamo o poliamoroso, esporádico o estable– se traduzca en cambios de comportamiento a la larga. “Esta crisis no ha hecho otra cosa que iluminar la falta de sentido en nuestros estilos de vida. El panorama será más complicado y habrá más espacio para paranoias debido a posibles contagios, pero pienso que como siempre, nos dejaremos llevar por los instintos más básicos. Nada cambiará o como mucho irá a peor. No hay más que ver a los cayetanos”.

*Se han cambiado los nombres.

@Berta_Gomez