Puzzle de madera cortado a mano
Todas las fotos cortesía de Puzzle Michèle Wilson
Actualidad

Esta creadora de puzles tradicionales quiere que la odies

Los rompecabezas cortados a mano de Sophie Ludot son obras únicas muy demandadas.
Alexis Ferenczi
Paris, FR
MA
traducido por Mario Abad

En 2020, la demanda de puzles se ha disparado y los grandes fabricantes hacen lo posible por satisfacerla. En una entrevista para la CNBC, la historiadora de puzles Anne Williams explicó que el repunte de la afición, provocado por el confinamiento, es comparable a la demanda que hubo durante la Gran Depresión. Williams, que define los puzles como “un reto sobre el que es posible tener éxito”, señala que la gente recurre a este pasatiempo cuando sienten que les falta control sobre sus vidas.

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Los primeros puzles los creó en la década de 1760 el grabador y cartógrafo británico John Spilsbury. Estaban hechos en madera y cortados a mano con una sierra especial. Con la llegada de las cadenas de montaje en la década de 1930, se abandonó el método tradicional casi por completo y se comenzó con la producción masiva de piezas de cartón. Pero todavía quedan creadores de puzles a la manera tradicional, como Michèle Wilson, la última fabricante de puzles hechos a mano de Francia.

“Empecé cortando puzles a mano un poco por casualidad”, señala Sophie Ludot, que lleva 15 años trabajando para Michèle Wilson. Tras realizar un taller de talla de madera del Ayuntamiento de París y aprender los rudimentos, Ludot presentó una solicitud de trabajo en su marca de puzles favorita. “Para mí, el escaparate de Michèle Wilson era como el de una pastelería”, recuerda.

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Sophie asegura que en los últimos años ha aumentado el interés por los rompecabezas. “La gente que busca un entretenimiento tranquilo y solitario siente curiosidad”, dice. El mindfulness se ha convertido en un negocio milmillonario, y hobbies como los dibujos para colorear para adultos o las manualidades ayudan a la relajación, sobre todo en plena pandemia.

El trabajo de Sophie consiste, básicamente, en cortar piezas de puzle a mano con una sierra de contornear, que se parece a una máquina de coser pero tiene una hoja de sierra en lugar de una aguja. Esta herramienta permite cortar capas finas de materiales como el metal, el plástico o el marfil con gran precisión y control. “No es difícil de usar, pero has de tener cuidado con los dedos”, dice. La sierra permite cortar varios tableros a la vez, trazando líneas curvas que nunca se repiten. Sophie hace puzles por encargo y muchas veces van clientes a la tienda a verla trabajar. “Hay un aspecto de espectáculo muy divertido”, señala.

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Sophie corta los puzles de la misma forma que los aficionados los montan: empieza por los bordes y va avanzando hacia el centro. Trabaja cortando muchas pinturas famosas e intenta dividir las piezas siguiendo las sombras y las distintas texturas representadas en la imagen. “No cortamos el agua, el cielo o las hojas de las plantas de la misma forma”, explica. “Unas se suelen cortar en formas horizontales onduladas y otras en trozos más redondeados e irregulares”. También influye el estilo de la pintura. “En un van Gogh, por ejemplo, seguimos los trazos del pincel, mientras que con un Bruegel trabajamos alrededor de los personajes”.

Con esta técnica, crean formas interesantes muy alejadas de las piezas monótonas típicas de los puzles industriales. Para darle un toque de mayor dificultad, Sophie procura minimizar los puntos de referencia que pudieran facilitarle las cosas al aficionado. “Hay clientes que vuelven a decirme lo mucho que me odian”, dice sonriendo. “Para mí es un cumplido, porque no hay nada más interesante que un puzle que se resiste”.

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La mayoría de los amantes de los puzles ven en la afición una actividad meditativa con la que combatir el aburrimiento o descansar de tanta pantalla. Pero hay estudios que demuestran que este hobby podría tener efectos beneficiosos para el cerebro, aumentar la elasticidad neuronal y reducir el estrés. Sophie asegura que ha notado mejoras en esos campos. “A veces me da la sensación de que coloco las piezas de forma subconsciente, cuando en realidad detrás hay todo un proceso de recordar las formas, los colores y las imágenes”.

Como ya te podrás imaginar, alguien que crea puzles es incapaz de contemplar un cuadro o una imagen interesante sin ver un rompecabezas. El proyecto soñado de Sophie es la obra Les Jardiniers, de Gustave Caillebotte, por sus “colores frescos y su originalidad”.

Este artículo se publicó originalmente en VICE Francia.