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Música

¿Por qué nos debe importar el streaming?

A través de reportaje y opiniones de gente envuelta en los diferentes aspectos del negocio, inauguramos este espacio para hablar del streaming: de qué trata, qué desarrollo hay alrededor de tal o cual plataforma y qué significa para nosotros, los escuchas

Antes, escuchar música era algo muy sencillo: Ibas a una tienda  y comprabas un disco (fuera un CD, LP o cassette) y lo escuchabas en tu estéreo, reproductor portátil o en el coche; eso era todo. Las compañías disqueras se encargaban de hacer posible que el artista compusiera y grabara su música en un estudio, se maquilaran los discos y se distribuyeran en las tiendas, además de que escucharas antes qué es lo que ibas a comprar a través del radio, TV y conciertos; todo esto costeado por la venta de discos. La cosa marchaba perfecto al grado que en el año más prolífico para la industria, el año 2000, fuentes reportan 37 billones de dólares en ganancias.

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Hoy en día, escuchar música es aún más sencillo. Lo único que tienes que hacer es meterte a YouTube desde tu computadora o tu celular y buscar la canción o el disco que quieras. O puedes bajar la versión gratuita de Spotify y escuchar lo que quieras desde ahí, o puedes pagar una suscripción a Apple Music, Google Play o TIDAL y hacer lo mismo (Spotify y YouTube también tienen plataforma de pago con algunos beneficios). Las compañías disqueras aún tienen un papel importante para brindarnos la música, aunque saber cuál es ese papel es cada vez menos claro, así como saber de dónde sacan dinero para brindar sus servicios.

Inclusive escuchar música puede llegar a no ser tan sencillo como debería ser con estas herramientas. Hace unos meses cuando corrió la noticia de que Prince había muerto, muchos fans se metieron a su plataforma de streaming favorita para recordarlo escuchando algo de su música. Al tratar de hacer esto, nos topamos que ni una sola nota del vasto catálogo de Prince se encontraba en YouTube, Apple o Spotify: Meses antes de su muerte, Prince decidió restringir su catálogo a sólo TIDAL ya que pensaba que las demás plataformas no trataban con dignidad al artista, ofreciendo poco dinero de compensación por cada reproducción. Para un gran número de escuchas esto significó que la música de Prince, al no estar en su servicio de streaming predilecto, simplemente dejó de existir. Ir a la tienda a comprarse un CD, dejó de sonar como una alternativa descabellada en pleno 2016.

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El streaming es el formato al que la industria musical ha apostado para que el público consuma música a través de Internet de manera legal, pero está lejos de ser un modelo de negocio contante y sonante. Hay muchos problemas y ajustes que se dan en tiempo real, muchas opciones que ofrecen cosas buenas tanto para el negocio como el artista, y por supuesto, el escucha final, y otras que buscan hacer la mayor cantidad del dinero sin importar si joden al público o al intérprete. Este espacio se ha creado para hablar de los diferentes aspectos del streaming: de qué tratan, qué desarrollo hay alrededor de tal o cuál y qué significa para nosotros, los escuchas. A través de reportajes y opiniones de gente envuelta en los diferentes aspectos del negocio, ahondaremos en este tema. Si escuchas música hoy en día, debes saber cómo te la están haciendo llegar.


Primero lo básico: Nos referimos al streaming (en realidad "streaming on demand" o "transmisión por demanda") a todo servicio donde tengamos acceso a música según queramos escucharla a través del Internet en el momento que queramos. Napster tiene la culpa de que así escuchemos música hoy en día. Lanzado en 1999, Napster fue un servicio de intercambio de archivos p2p (peer to peer o persona a persona) que en poco tiempo se convirtió en el sitio de piratería musical más notorio de la historia. A pocos meses de su lanzamiento ya contaba con un gran catálogo de música al alcance de cualquier persona con una computadora y acceso a Internet, completamente sin costo. Los efectos se vieron rápidamente y la industria comenzó a reportar pérdidas, lo que los llevó a tomar acciones legales así como una guerra mediática (con Metallica al frente) contra el servicio. La industria discográfica logró que Napster desapareciera pero pronto más programas similares surgieron bajo el mismo principio de compartir música sin costo. Las disqueras entraron en una enorme crisis que fue nivelada gracias a iTunes y el iPod, la tienda de mp3 y el reproductor portatil para este formato lanzados por Apple; estos fueron los primeros y más grandes esfuerzos para legitimar y monetizar los formatos digitales de música. A finales de la década pasada, Spotify implementó su sistema de pago de regalía con tal de lograr el apoyo de la industria disquera para abrir su catálogo, y fue con esto que el streaming tomó vuelo.

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El streaming no es nada nuevo. La radio, la música ambiental en oficinas, supermercados y lugares de paso, e inclusive las rocolas, fueron modelos de streaming análogo. La diferencia del streaming por Internet es el gran catálogo de música al alcance del escucha y la promesa que le da a la industria discográfica transnacional de salir a flote después de años de crisis.

Las empresas de streaming y las disqueras son diferentes aunque ambas trabajan juntas. El modelo de negocios del streaming es atractivo para las disqueras no solo por ahorrarse costos de manufactura de un producto físico sino también porque les da mayor control sobre qué venderle a los diferentes tipos de consumidores. Es como si las cadenas de tiendas de disco les hubieran dejado llenar y distribuir los anaqueles como ellos quisieran; por supuesto, esto no favorece a las disqueras pequeñas e independientes, que también tienen acceso a estos servicios.

Foto vía 247PAPS.TV​

¿Cómo funciona el streaming? Básicamente cualquier artista o disquera que poseen los derechos de autoría de una canción la suscriben a un agregador de música digital. Estos, por un costo, lo meten a las diferentes plataformas digitales; cada reproducción genera regalías cuya tarifa oscila entre entre 0.0003 y 0.0696 centavos de dólar (cifras a abril 2016). Según el contrato, se renueva la licencia de la música cada periodo determinado. Las plataformas de streaming generan algunas de sus ganancias con anuncios dentro de sus plataformas pero su verdadero foco está en los suscriptores. En el caso de servicios de streaming orientados a los artistas no basados en regalías como Bandcamp y Soundcloud, los agregadores no intervienen.

Aunque la popularidad de estas plataformas es cada vez mayor, no quiere decir que sea un negocio redondo. Hasta apenas el 2015, Spotify (que cuenta con 100 millones de suscriptores de los cuales 30 millones cuentan con un plan de pago​), el doble que Apple Music ha perdido más dinero que ha generado cada año; en poco tiempo se abrirán a recibir inversionistas públicos. También han habido rumores que TIDAL será vendida a Apple (los cuales han sido desmentidos por Jimmy Iovine, quien encabeza Apple Music) y se habla de la inminente comercialización de Soundcloud que podría llegar a dar golpes fuertes.

La industria disquera transnacional sigue lejos de su época dorada, generando 15 billones de dólares en 2015 y demostrado un crecimiento significativo en comparación el previo año en casi dos décadas. Hay fuertes debates sobre los lanzamientos sorpresivos, las exclusivas temporales, y por supuesto, aún la piratería sigue vivita y coleando. Todo esto afecta al negocio de la música, a quienes escriben y graban canciones hoy en día, y por supuesto, a quienes las escuchan.

La historia del streaming apenas comienza.