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Los jornaleros mexicanos quieren que EU sepa quién cosecha sus alimentos

El trabajo infantil sigue siendo una realidad en México, con un estimado de 100,000 niños que trabajan en los campos de todo el país. Muchas familias ven a sus hijos simplemente como otra fuente de ingresos.

Este artículo fue publicado originalmente en VICE News, nuestra plataforma de noticias.

El 17 de marzo de 2015, cientos de jornaleros mexicanos en la ciudad de San Quintín, en Baja California, iniciaron una serie de movilizaciones para protestar por sus terribles condiciones de trabajo. Fue un hecho histórico que atrajo la atención internacional tras el padecimiento durante décadas de explotación.

Sus demandas son claras: mejores salarios, beneficios sociales, y el fin del acoso sexual por parte de los patrones contra las esposas de los trabajadores. Como señaló el líder sindical de San Quintin Fidel Sánchez, todas esas cosas se supone que ya fueron consagradas en la Constitución de México.

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El Valle de San Quintín se encuentra en el extremo sur de la península de Baja California, y se expande a lo largo de un área de aproximadamente 130 kilómetros. A pesar de la sequía, el valle es ideal para cultivo de frutas y verduras de alta calidad, la mayoría de los cuales se exportan a EU.

Más de 90,000 personas indígenas se han asentado en el valle en las últimas décadas, según El Colegio de la Frontera Norte, un instituto de investigación que se especializa en asuntos fronterizos. Estas personas, incluyendo niños, son la mano de obra barata que trabaja en los campos de San Quintin.

Un niño recoge chile de una granja cerca de Culiacán, Sinaloa. (Imagen por Amparo Rodríguez).

Las empresas transnacionales que operan en la zona y venden sus productos a los supermercados estadunidenses dicen que pagan a los trabajadores entre 5 y 9 dólares por hora, pero los líderes sindicales dijeron VICE Noticias que por lo general reciben 7 dólares en total para el trabajo de un día entero.

"Aquí no podías decirle a un patrón, no me gusta como me estás pagando…porque te contestaba '¿ah no te gusta como te pago? Ahí está el caminito y devuélvete a tu casa, hay mucha gente que quiere trabajar'", dice Fidel Sánchez a VICE News. "Por eso la gente prefería seguir callada y aguantar ese tipo de trato", agrega.

Después de continuas protestas, el gobierno se comprometió a aumentar los salarios a un mínimo de 12 dólares diarios, siendo esta cifra aun mucho menor que la que ganan los trabajadores del campo del otro lado de la frontera en EU. Queda por ver si todas las empresas que operan en la zona cumplirán.

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Los jornaleros de por lo menos otros 19 estados en México padecen condiciones de trabajo similares. Algunos de estos trabajadores se encuentran entre el cuarto de millón de personas que viven en condiciones de esclavitud moderna, de acuerdo con el Índice Esclavitud Global de 2014 de la Fundación Walk Free.

Más de dos millones de mexicanos en busca de trabajo siguen una ruta de migración que se extiende por miles de kilómetros a través de los estados de Sinaloa, Sonora y Durango, según las últimas cifras de la Secretaría de Desarrollo Social del país. Esta migración ha sucedido durante décadas.

Los migrantes luchan para crear lazos comunitarios mientras viajan constantemente por el ciclo agrícola, pero se les hace muy difícil estar unidos y defender sus intereses.

'Pregunten a los supermercados si saben de dónde viene este producto'

Estos adultos y niños soportan largos días a temperaturas superiores a 38 grados cosechando chiles, berenjenas, melones y otros productos. No se les provee ningún equipo de protección contra los pesticidas que se utilizan en los cultivos. Los productos de mayor calidad son enviados a EU, Canadá, Europa o Japón. Las frutas y las verduras de menor calidad se quedan en México para el consumo nacional.

A pesar de los esfuerzos realizados por el gobierno mexicano, la Asociación Internacional de los Trabajadores, y otras agrupaciones, el trabajo infantil sigue siendo una realidad en México, con un estimado de 100,000 niños que trabajan en los campos de todo el país. Muchas familias ven a sus hijos simplemente como otra fuente de ingresos.

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La mayoría de los hijos de los trabajadores migrantes no asisten a la escuela, dejando a las futuras generaciones atrapadas en un ciclo de pobreza. La ley mexicana prohíbe que los niños menores de 15 años trabajen, pero como los inspectores del gobierno deben avisar 48 horas antes de visitar un campo, esto da tiempo más que suficiente para ocultar a los trabajadores menores de edad. Desnutrición y enfermedades estomacales son aflicciones comunes, y los menores de edad están constantemente en riesgo de accidentes causados por la maquinaria.

Los hogares de los jornaleros carecen de las necesidades más básicas. Suelen ser habitados por muchas personas abarrotadas en pequeñas habitaciones que ni siquiera tienen colchones o agua corriente. Los parásitos y las enfermedades trasmitidas por roedores son también un problema. A veces los niños son encerrados solos en sus casas mientras sus padres trabajan.

"Los jornaleros no tienen derecho al voto, no tienen derecho a programas de asistencia social, algunos de estos no llegan a tener ni acta de nacimiento, no son ni ciudadanos en su propio país", dice Celso Ortiz, un investigador de la migración en la Universidad de Sinaloa, a VICE News.

Los jornaleros lavan su ropa y se bañan en un canal de riego contaminado. (Imagen por Amparo Rodríguez).

A pesar de las largas jornadas de trabajo, la mayoría de los jornaleros no tienen ahorros. Muchos acaban endeudados ya que se ven obligados a comprar alimentos en las costosas tiendas que son propiedad de sus patrones. Algunos propietarios de los campos retienen sus documentos o salarios para garantizar que sus trabajadores no se vayan.

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México es el segundo mayor proveedor de productos de EU según el Departamento de Agricultura de ese país. El consumidor estadunidense promedio no tiene idea de quién recoge su comida, ni las condiciones de laborales y de vida de estas personas.

Muchas tiendas socialmente responsables se han comprometido a garantizar que los productos que introduzcan en sus estantes hayan sido recogidos de acuerdo con la ley. Pero todavía hay un largo camino por recorrer, ya que México no tiene mecanismos eficaces de vigilancia y control por parte del gobierno para proteger los derechos laborales y humanos de los trabajadores.

Sanchez, vocero del Movimiento de Jornaleros Agrícolas de San Quintín, cree que el cambio sólo llegará cuando los consumidores estadunidenses se den cuenta del costo humano que hay detrás de su comida.

"Nosotros invitamos a los hermanos que consumen nuestro producto, que pregunten a los supermercados si saben de donde viene este producto y si cumple con todas sus obligaciones según la ley mexicana", dice.

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Mira el documental de VICE News, 'Los jornaleros mexicanos y su trabajo mal pagado':