La noche de chicas más grande de Tijuana

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La noche de chicas más grande de Tijuana

A diferencia de otros carnavales del mundo, tanto el público como la organización del espectáculo de Antifaz están conformados exclusivamente por mujeres.

La Fundación Luz fue creada por un grupo de 25 mujeres —todas de Tijuana, Baja California— autodenominadas Las Colibríes, que deseaban hacer un bien a su comunidad. Inspiradas por el Carnaval que se ha llevado a cabo en Ensenada desde hace más de sesenta años, organizaron el primero en Tijuana en 2011, al que llamaron Carnaval Antifaz.

El evento funciona de la siguiente manera: cuatro mujeres de la sociedad tijuanense son nominadas por la Fundación para que, una vez que acepten la encomienda, se conviertan en embajadoras y formen una comparsa de hasta 25 mujeres para crear un baile. Uno de los requisitos importantes para ser nominada es ser madre y que las mujeres que participan en su grupo sean mayores de edad. Estas coreografías se presentan en un fiesta, donde también se anuncia a las ganadoras. A esta fiesta sólo pueden asistir mujeres (a excepción de algunos jurados y fotógrafos hombres).

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Los ensayos se inician ocho meses antes del evento y en la noche culminante todas las mujeres del público van disfrazadas. Este año las dos mil entradas para el evento se agotaron en dos horas.

En la noche de la fiesta, las cuatro comparsas compiten por nombrar a su embajadora reina. El jurado es convocado por la Fundación, y en el caso del festival de este año, fue integrado por diez personas, entre las que se encontraban Basilio Muñoz, estilista tijuanense; la actriz de telenovelas y conductora Lorena Enríquez; la Miss Universo 1979, Maritza Sayalero; la directora del periódico local El Mexicano, Lilián Valencia; la directora del Carnaval de Veracruz, Loida Mendoza, y yo.

La elección de la ganadora no es fácil. Antes del evento los jurados fuimos convocados a una cena para discutir los pormenores de nuestra tarea, todo matizado con consejos de cosas que las organizadoras han aprendido en ediciones pasadas. Las categorías a calificar varían desde coreografía, música, coordinación o vestuario hasta una calificación total del evento. Yo nunca había visto ningún espectáculo del tipo, pero realmente me intrigaban las recomendaciones. Lo que entendí al final de la cena y con lo que me identifiqué por completo fue lo siguiente: lo que más les interesa a las personas de la Fundación es que las mujeres que bailan y aparecen en el espectáculo estén disfrutando lo que hacen en el escenario. El gozo es el ingrediente que puede llevarse la mayor puntación.

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La jurado Miss Universo advirtió desde un principio que ella daría diez de calificación en todas las categorías a las cuatro comparsas simplemente por su valentía. El salirse de su zona de confort para subirse ahí a bailar enfrente de tantas personas, que no siempre son su quórum, ya merece atención.

Los cuatro bailes fueron espectaculares, casi me animaría a decir que pueden estar a la altura de Las Vegas. Desde amas de casa hasta profesionistas, movidas por apoyar a la Fundación y a su embajadora, trabajaron tan duro que se puede entender que en el fondo todas tienen un gusto por la competencia. Desde los vestuarios hasta la coreografía, es claro que las inversiones, tanto económicas como emocionales, de cada persona involucrada no son pocas.

Además de mi labor como jurado, fui convocada por la misma fundación a tomar fotos del evento. Surgió el interés por parte de las revistas Quién y Caras para publicar un artículo sobre el carnaval, y las organizadoras pensaron en mí. Mi corazón de fotógrafa de sociales frustrada tomó la encomienda con orgullo y, mientras avanzaba a empujones entre los cientos de cuerpos sudorosos, no perdía la noción de mi tarea. Necesitaba encontrar gente bonita, a mujeres con disfraces divertidos y originales.

A través de los años en mi práctica fotográfica, he logrado entender la fotografía de sociales y transformarla en mi propio lenguaje porque siempre estoy viendo a las personas desde dos ángulos: uno en el que reconozco cómo quieren verse y el otro, cómo quiero verlas. Lo bueno del Carnaval es que toda la gente que va está lista y mentalizada para ser retratada, entonces el hecho de estar rondando la pista de baile o las mesas con una cámara, no es nada excepcional. Lo que siempre despierta mi interés es el movimiento de la gente, y constantemente ando buscando situaciones donde se pueda jugar con la ambigüedad y, en este caso, algo de surrealismo.

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A diferencia de otros carnavales alrededor del mundo, tanto el público como el comité organizador del Carnaval Antifaz (a excepción de algunos coreógrafos, maquillistas, vestuaristas, etcétera) están integrados exclusivamente por mujeres. Dos millares de chicas disfrazadas, mucho alcohol (acompañado de botana de salchicha), amistades (¿y enemistades?), competencia… Creo que en el Carnaval Antifaz existen todos ingredientes aptos para una noche llena de emociones. Cuando a eso mismo se le agrega una gran cantidad de plumas coloridas, pestañas postizas, tules, bindis, corsés, tacones incómodos y caras pintadas con maquillaje grueso, una puede imaginar que podría haber una dosis de drama, sin olvidar que todo es por una buena causa.