La danza de los muertos

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La danza de los muertos

Así se celebra el Día de Muertos en San Agustín Etla, Oaxaca, México.

Mi primer día de muertos en México fue apenas hace un año. En mi pueblo natal la muerte no se celebra. Nunca. Cuando alguien se va, lo que deja son recuerdos tristes y las personas que se quedan lidian con largos duelos, muchas veces insostenibles. La forma de entender la muerte aquí es otra, completamente distinta. No se trata sólo de una celebración. En San Agustín Etla, Oaxaca, la muerte se convierte en vida. Los preparativos comenzaron el 1 de noviembre, bien temprano. Todas las casas tenían el altar para sus difuntos preparado: flores, ramas, copal, su platillo preferido y cualquier cosa que fuera del gusto del honrado. Llegada la tarde, las calles ya tenían ambiente de fiesta, la gente se preparaba para la gran noche. El punto de encuentro era la iglesia, que ya estaba lista para la recepción con sus micrófonos y una zona de baile improvisada sobre la explanada. Apenas llegó la hora, los danzantes comenzaron a acercarse. Luego del baile comenzaron las recorridas por el pueblo, las visitas a los altares de casa en casa hasta llegar al panteón. Ya era de día cuando llegamos. Todas las tumbas estaban plagadas de las flores de los muertos y la gente bebía y comía en el mismo lugar en donde sus difuntos descansan. No es sólo una celebración. Es desdibujar las fronteras entre la vida y la muerte.

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