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Es tiempo de contar un relato breve. Un día después de la escuela invité a mi mejor amigo a mi casa y le pasé las riendas de Wind Waker. Sentía curiosidad por escuchar sus verdaderos pensamientos sobre el GameCube, ahora que estaba alejado de nuestro grupo social y la presión de los compañeros que permea todas las conversaciones adolescentes. ¿Podría realmente odiarlo tanto como me lo había hecho saber en clase? Al final resultó que no.Después de sólo unos cuantos minutos de juego, comenzó a lanzar elogios sobre los controles, los efectos visuales, y el hecho de que podía torturar a los cerdos lanzándolos desde un acantilado. Cualquier pretensión de odio había desaparecido, y ahora la reemplazaba un entusiasmo alegre. Fue en ese momento que supe que había tenido éxito. Había logrado reclutar a un aliado que me ayudaría a defender la "estúpida cajita morada" de los ataques en la escuela: Con gran optimismo, repetí este experimento con otros, y de nuevo los resultados fueron positivos. Es evidente que el GameCube tenía algo que ofrecer que sus competidores no estaban entregando.
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¿Qué lecciones se pueden aprender del GameCube, que celebra su 15º cumpleaños este septiembre? Las cuestiones de publicidad, por un lado, y el apoyo de desarrolladores externos seguro ayudan a vender consolas (no es que Nintendo no volviera a experimentar esto con el Wii U). Sin embargo, las experiencias únicas, independientemente de su origen, siempre tientan a los recién llegados a revisar un producto, e incluso invertir en éste. El sistema que siguió al GameCube, el Wii, fue sin duda desafiante y único en comparación con sus rivales. Nintendo aprendió de esto y golpeó duro a la competencia en la séptima generación de consolas.