Publicidad
Publicidad
Relacionados: El estudiante que se comió su cadera como proyecto de arte
Cuando Catts empezó a trabajar con tejido vivo a mediados de los 90, su laboratorio utilizaba las células que se encuentran en los ojos de los conejos. "Matábamos a los conejos en la mañana y nos los comíamos en el almuerzo. Al principio nos especializábamos en los ojos, por eso los sacábamos de la cabeza de los conejos, los poníamos en solución antibiótica en el refrigerador y empezábamos a cultivar las células a la mañana siguiente", explicó Catts.El laboratorio le dio una nueva vida a un cadáver inanimado pero los científicos aún no habían acuñado una taxonomía para ese tipo de espécimen. En vez de eso, Catts y su equipo decidieron llamarlo "semivivo". Desde entonces, Catts y Zurr han creado obras como NoArk Revisited y Odd Neolifism, cuyo objetivo era hacer que nos cuestionáramos dónde cabían esos especímenes criados en laboratorios dentro de nuestros sistemas ecológicos, al igual que la ética de su creación.En octubre de este año, Catts y otros miembros de SymbioticA van a exponer Futile Labor, una instalación que utiliza células musculares de tejidos artificiales de un ratón para hurgar en la relación entre la vida, la ingeniería y la mano de obra automática. Al igual que Victimless Leather Jacket, también va a vivir y alimentarse dentro de una incubadora pero el músculo se va a estimular con electricidad y sus movimientos se van a transformar en vibración, luz y sonido. El ratón lleva 35 años muerto pero los científicos "inmortalizaron" sus líneas celulares: esto quiere decir que mutaron para multiplicarse y dividirse hasta el infinito. Los que asistan a la galería no solo van a observar cómo este espécimen se sacude y se contorsiona frente a sus ojos, también van a tener que analizar qué opinan sobre eso y sobre el diseño de un tipo de vida que, de cierta forma, no es tan diferente de la nuestra.Sigue a Gillian en Twitter.