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Las mujeres en Brasil están muriendo por abortos ilegales, mientras Dilma Rouseff permanece en silencio

¿Por qué no están pidiendo a gritos la despenalización?

El 27 de agosto, una mujer de 27 años llamada Jandira dos Santos Cruz fue a una estación de buses en Río de Janeiro y se metió en el carro de un extraño.

Tenía cuatro meses de embarazo. A través de mensajes de texto, Cruz había cuadrado un encuentro con una mujer que la llevaría a una clínica para que abortara ilegalmente por $1.900 dólares.

Cruz no fue vista de nuevo. La policía de Río de Janeiro confirmó el pasado miércoles 24 de septiembre que un torso que recuperaron del baúl de un carro abandonado fue identificado como el de Cruz. Un oficial de la policía le dijo a VICE que sospechaban que Cruz había muerto durante un aborto mal practicado, y su cuerpo habría sido quemado y desmembrado para evitar cualquier identificación.

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La muerte de Cruz no es algo raro en Brasil, donde el aborto es ilegal, excepto en los casos de violación, anencefalia (una malformación en el cerebro durante el crecimiento del embrión) o cuando la vida de la madre está en riesgo. Otra muerte ocurrió el sábado 20 de septiembre, cuando Elizângela Barbosa, una mujer de 32 años, madre de tres hijos, murió por complicaciones con un aborto en la ciudad de Niterói. Al realizar una autopsia, los médicos encontraron equipo médico en su útero.

A pesar de ser ilegal, el aborto es muy común en el país. IPAS, una ONG, más conocida como International Pregnancy Advisory Services, ha realizado investigaciones que demuestran que entre 800.000 y un millón de brasileras al año interrumpen sus embarazos. El procedimiento no solo sigue siendo tabú, sino que es muy peligroso.

“Cuando las mujeres abortan en Brasil, saben que los procedimientos no son 100% seguros”, afirmó Bianca Puglia, quien conoce amigas que han tenido abortos ilegales. “La gente nunca habla de eso. Lo hacen en secreto”.

Este estigma es lo que compone el peligro de los procedimientos clandestinos, según Rosângela Talib, una coordinadora de la organización Catholics for the Right to Choose.

“El aborto en Brasil es un problema serio de salud pública, y debe ser tratado como tal”, le dijo Talib a VICE. “Mira estos casos recientes. Es inseguro y causa la muerte de muchas mujeres”.

Miembros del Minsiterio de Salud en Brasil indican que más de 200.000 mujeres van al hospital cada año con complicaciones por abortos mal practicados. Muchas de estas mujeres mueren (más que nada por úteros lacerados e infecciones) y muchas otras ni siquiera buscan asistencia médica, temiendo que las arresten. El Consejo de Medicina Federal de Brasil afirma que los abortos son la quinta causa de muerte entre madres.

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A pesar de las leyes restrictivas, el grado de riesgo depende mucho de la clase social y la raza. Las mujeres que no pueden pagar un aborto, ya sea en otras partes del país o doméstico, son, en su mayoría, negras y pobres. De igual manera, tampoco tienen acceso a métodos de planificación o educación sexual. IPAS ha notado que las mujeres negras con bajos salarios mueren hasta tres veces más que las mujeres blancas por esta causa.

La doctora Leila Adesse, una de las directoras de IPAS en Brasil, la cual ahora está al frente de un grupo que lucha por los derechos de las mujeres llamado AADS (Acción afirmativa en Derechos Humanos y Salud), cree que el acceso a interrupciones tempranas del embarazo prevendría muchas muertes.

“Las mujeres tratan de muchas maneras, para ahorrar dinero. Tratan con píldoras o con té”, le dijo Adesse a VICE. “El tiempo pasa y el embarazo avanza tanto que el riesgo es altísimo”.

“El periodo comprendido antes de las doce semanas es mucho menos peligroso, porque no hay evidencia de vida en el feto”, añadió. “La ley se enfoca en estas muertes”.

¿Por qué las mujeres de Brasil no están pidiendo a gritos una despenalización? ¿Por qué, en un Gobierno que parece tan progresista, compitiendo para ser la séptima gran potencia, se han quedado calladas la presidenta Dilma Rouseff y la política Marina Silva en contra de algo que está matando a tantas mujeres?

“El aborto es un tabú en Brasil”, afirma el científico David Fleischer. “No hay una ventaja política al mencionarlo. Es como si existiera un acuerdo mutuo silencioso en la que ninguna va a tocar el tema”.

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Con una enorme población católica, e iglesias evangélicas creciendo por doquier, Brasil se está volviendo cada vez más conservador, según la profesora de bioética Debora Diniz.

“Este cruce de caminos entre un pasado católico y un futuro evangélico está generando un poder que va en contra de los derechos de las mujeres”, le dijo a VICE.

Más allá de eso, Rouseff y Silva necesitan ganar no solo entre los votantes religiosos, sino también entre bloques de poder que dejarían gobernar de manera efectiva a la que quede elegida.

Rouseff se declaró agnóstica en el 2007 en una entrevista, y también dijo que apoyaba la despenalización del aborto. Pero tras su campaña presidencial del 2010 aprendió qué tanta presión pueden ejercer los grupos religisosos. Incluso una diócesis de Sao Paulo la denominó "la candidata de la muerte”.

"Tuvo que prometer públicamente que no iba a legalizar el aborto”, dijo Talib.

Adesse resaltó que fue durante la administración de Rouseff que la Corte Suprema expandió la penalización del aborto en caso de que el feto presentara atrofias cerebrales. “Rouseff probablemente ayudó por los lados”, afirmó. “Silva es mucho más preocupante. Ella está en contra de todo esto. Y no solo de los abortos, sino de los procedimientos con células madre y la educación sexual”.

Silva, proveniente de una familia cauchera, es una ambientalista que ha demostrado ser muy astuta en asuntos fiscales. Fue la fórmula de vicepresidencia del candidato presidencial Eduardo Campos, con el Partido Socialista Brasilero, y lo reemplazó después de su muerte tras un accidente en avión en agosto. Algunos recalcan que es extraño su cristianismo pentecostal, estando en uno de los partidos más liberales de Brasil.

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“Ya empezó a demostrar que va a irse por el camino de la iglesia”, afirmó Adesse, haciendo alusión al cambio que hizo Silvia en el manifiesto del partido donde originalmente apoyaban el matrimonio gay. Fue disminuido al apoyo de las uniones civiles. Los críticos dijeron que era la prueba de que Silva iba a ser el brazo evangélico para hacer lobby en la presidencia.

La posición personal de Silva es en contra del aborto, pero ya ha dicho anteriormente que nunca haría un referendo para decidir el tema. De todas maneras el aborto está tan estigmatizado en Brasil, que los grupos feministas del país creen que un voto no cambairía nada.

De acuerdo con un estudio realizado en el 2010 por Diniz, una de cada cinco mujeres brasileras embarazadas ha tenido un aborto, pero las encuestas indican que el 79% de los brasileros se opone a la despenalización.

Jaime Ferreira, vicepresidente del grupo Brasil Sin Abortos, le dijo a VICE que los brasileros se sienten conformes con el estatus quo. “Estas muertes seguirían ocurriendo si se legaliza el aborto. Los abortos seguros no existen”, afirmó. “Lo que el estado necesita es cerrar y penalizar las clínicas”.

Diniz no piensa que esto sea tan simple. Las encuestas generalmente muestran los temas como algo moral, y las mujeres están tan condicionadas por la sociedad que se sienten avergonzadas de los abortos. El estigma es tal que las personas se muestran reacias a dar una respuesta “incorrecta”, así estas se hagan anónimamente. Diniz incluso evita enfatizar en el aborto como un asunto de campaña, con miedo de que Rouseff y Silva le quemen su credencial conservadora.

“Es vergonzoso que estén tan silenciosas, pero honestamente no creo que debamos presionarlas”, dijo. “Es muy posible que respondan ‘Okay, necesitamos más leyes restrictivas en contra de las clínicas ilegales para prevenir cosas de este tipo'”.

Una organización holandesa llamada Women on Waves presentó una alternativa. Envía por correo mifepristona y misoprostol, pastillas abortivas, a mujeres que viven en países donde el aborto es ilegal. Rebecca Gomperts, la directora del grupo, le dijo a VICE que recibían 35 correos de mujeres brasileras al día.

“La situación de estas mujeres es realmente grave”, afirma Gomperts. Muchas veces les roban o les decomisan los paquetes. Aún así, organizaciones como las de Gompert son las que ofrecen la mejor opción a las brasileras.

“Me ayudaron en el peor momento de mi vida, quiero que sepan que son increíbles y llenos de luz”, se lee en una de las tantas cartas de agradecimiento que mandan las brasileras a esta organización. “Ustedes salvan vidas”.