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Música

Wasted Life – Nacionalizar la industria de la música

Joder, ¡hagámoslo!

A los canadienses les encanta pagar impuestos. No es muy difícil entender entonces por qué las tres primeras bandas de punk del país empezaron a tocar en un club de financiamiento público de Toronto. The Viletones, Teenage Head y los Diodes tocaron en Crash’N’Burn, un club punk que dirigían los Diodes y su manager en el sótano del Centre for Experimental Art and Communication (CEAC). El colectivo de los artistas anticapitalistas que llevaban el CEAC recibieron financiación del gobierno desde 1975 hasta 1978, que fue cuando los medios de comunicación se enteraron de que el diario del CEAC había aprobado las tácticas violentas de las Brigadas Rojas marxistas-leninistas en Italia. No se sabe muy bien cuánto tiempo estuvo operativo Crash’N’Burn –algunos informes dicen que duró desde mayo hasta agosto de 1977, otros que “solo existió durante un mes y medio, más o menos”. En cualquier caso, la lección de Crash’N’Burn está clara: tenemos que nacionalizar la industria de la música inmediatamente.

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Documental de Crash’N’Burn

Pensad en la recompensa que esto significaría para el público que compra CD’s. Los precios estarían bajo control, las cuentas estarían auditadas, se perdonarían las deudas y a los autores y a los ingenieros se les pagarían los derechos como es debido. Cientos de los miles de desempleados podrían empezar a trabajar en la fabricación de vinilos, en estudios de grabación o en escenarios de conciertos. Todos tendrían beneficios y un salario para vivir. Pero entonces los que tienen el poder serían derribados, humillados en las ruinas de sus imperios y a la sombra de sus ex esclavos.

Tal movimiento sería un giro fatal en el monopolio de la música; Inglaterra sería la próxima en caer. Imagínate a Richard Branson con los bolsillos hacia fuera, el pulgar en la boca, lloriqueando, obligado a caminar por Kings Road con mil bayonetas apuntándole, y entenderás por qué Virgin tiene una empresa de viajes al espacio. Richard se pira a Marte cagando leches al primer signo de intervención.

Teenage Head “Picture My Face” en directo

Pensad en el control de calidad. Una vez más, los músicos tendrían que pedir licencias para poder tocar en directo, así que se podrían cargar las carreras de las bandas que no les gustasen solo con delatarlas. Tarde o temprano, no le darían una licencia a nadie y otra vez habría un movimiento underground próspero, oficialmente prohibido pero oficiosamente tolerado. Por lo que respecta  a los discos, millones de títulos quedarían permanentemente eliminados del catálogo del estado, en nombre de la administración del Estado de las financiaciones públicas y de los estándares morales. En un mundo cuerdo, este proceso empezaría con el Operation: Mindcrime de Queensryche pero en nuestra triste realidad, el Speak English or Die de S.O.D. sería el candidato con más números. La producción de cientos de subculturas aburridas pronto estaría consagrada a una muerte en vida en la forma (ilegal) de archivos de 128kbps MP3s colgados en blogs brasileños.

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Diodes “Tired Of Waking Up Tired”

Básicamente, la única alternativa a la nacionalización es que todo dios se raje, lo cual solo haría que los chicos y chicas de nuestra fofa república se disgustasen un poquito. Si eso inevitablemente pasa, ¿por qué no podríamos recibir algo a cambio de nuestros impuestos? Como, por ejemplo, ¿un montón de mierda gratis?

La Nacionalización podría ser favorable para temas como los derechos de los okupas. Poco después de la liquidación de las entidades corporativas, Occupy Capitol Records podría montar un cooperativa en la famosa torre de Hollywood & Vine y empezar a emitir por radio. Fijo que solo pondrían un montón de esos discos acústicos y ñoños de hip-hop “concienciador” que les gustan a los de izquierdas, hasta que alguien los delatase y los desalojase. Entonces tú y tus colegas podrías tomar el relevo y emitir Burzum las veinticuatro horas del día, hasta que alguien os jodiese a vosotros. Pero para entonces, hordas de críos de 11 años fans de Burzum ya habrían invadido Los Ángeles, y todo lo que quedaría de la ciudad sería destruido con armas nucleares por los líderes de nuestras naciones en un acto desesperado de piedad. ¡Hagámoslo!

Viletones “Screaming Fist”