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Comida

¿Se puede ser un consumidor cien por ciento orgánico sin quebrarse en el intento?

"Prefiero gastarme un poco más de dinero y tener menos reacciones a los químicos".

"Los productos orgánicos son un bien de lujo", me dijo María José París, creadora de Biotico, una plataforma que permite pedir productos orgánicos a pequeños productores. Su objetivo, a diferencia de los negocios que venden sólo alimentos orgánicos en el país, se enfoca en bajar los precios y volver más asequible el negocio de lo orgánico en el mercado.

Se define por un producto orgánico uno que no tiene ningún químico que altere su crecimiento o durabilidad, ni tampoco pesticidas o herbicidas para prevenir las plagas. Y según un informe presentado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), "los productos orgánicos certificados suelen ser más costosos que sus equivalentes comunes y corrientes (de los que han venido disminuyendo los precios) por diversos motivos: los costos de producción; la manipulación postcosecha de cantidades relativamente reducidas de alimentos orgánicos tiene un costo más alto; la cadena de comercialización y distribución de los productos orgánicos es en cierta forma ineficiente y los costos son más elevados por tratarse de volúmenes relativamente pequeños".

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En los supermercados del país, como Carulla, Jumbo o La Olímpica, hay productos orgánicos que, según me cuenta Luis Betancur, el creador de Fedeorgánicos, una federación especializada en la certificación de productos orgánicos en Colombia, son 20 o 30 por ciento más caros que los otros, y que, para entender esta diferencia presupuestal, es necesario tener en cuenta el principio básico de cualquier economía: "si en un país hay poca oferta y mucha demanda, los precios son más altos, y eso se justifica porque los productos necesitan un proceso específico sin químicos y certificaciones que los califiquen como tal".

En Estados Unidos, uno de los principales productores de alimentos orgánicos en el mundo, hace aproximadamente 10 años había 12.256 negocios minoristas, según la FAO. Hoy en día, la cultura se ha normalizado tanto que hay tiendas especializadas como Whole Foods, Trader Joe's o Sprouts en cada esquina, según me cuenta Carolina Tomassino, una colombiana que lleva viviendo en Los Ángeles desde hace ocho años y además es fiel seguidora de los alimentos orgánicos. Allá los consumidores orgánicos se pueden gastar hasta 200 dólares cada mercado de más, por no consumir alimentos que hayan pasado por procesos químicos.

Según Patricio Uribe, bioenergético colombiano, quien además tiene un negocio de comida saludable llamada Matusalén Delivery, "el problema que estamos enfrentando los adultos de las grandes ciudades es que las dietas o la comida normal es alta en caloría y muy baja en nutrientes y lo que tenemos que tener es una dieta baja en calorías y alta en nutrientes. Ahora la gente que empieza a tener consciencia sobre lo orgánico, sobre comer crudo, es gente que está entendiendo que se trata de nutrir el cuerpo y no de comer más y más comida".

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De hecho, en Colombia, según un artículo citado por la FAO, llamado "Crece en Colombia consumo de productos orgánicos", y publicado por la revista económica virtual América Economía en 2013, "para el colombiano el interés por la agricultura orgánica no es competir en el mercado con la agricultura de alta expansión; sin embargo iniciativas de granjas pequeñas han logrado desplazar el consumo local de aquellos alimentos de producción industrial".

Por eso, restaurantes como BioPlaza, Quinua y Amaranto, Suna y La Criolla son algunos cuyo lema es traer platos con alimentos sin químicos.

Xiomara Xibille, más conocida como Xiomy o Xuxa, una cantante, actriz y presentadora colombiana, que tuvo su era dorada cuando cantaba canciones infantiles en festivales por Latinoamérica, ahora es reconocida por su afición por los alimentos orgánicos. Es parte del equipo que creó BioPlaza en Bogotá y afirma que la promesa del consumo de productos orgánicos la han cultivado ya desde 2002 con la apertura de su primera tienda orgánica.

Para ella, la comida orgánica está dejando poco a poco de ser un lujo, porque cada vez más se pueden conseguir este tipo de alimentos en cualquier supermercado de la ciudad. Sin embargo ella, al igual que Carolina en Estados Unidos afirma: "prefiero gastarme un poco más de dinero y tener menos alergias, menos reacciones a los químicos", me dijo.

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En cuanto al precio, tanto Patricio, como Maria José y Xiomara, afirmaron que comprar un producto como una lechuga que podría costar en un supermercado común y corriente entre mil y dos mil pesos, el precio como orgánico sube hasta tres a cuatro mil pesos, tal como nos afirmó Luis, de Fedeorgánicos. "En este caso puntual no parecería caro, pero si se trata de hacer mercado la cifra aumenta considerablemente", afirma Patricio, "sobretodo cuando tu negocio es con esos productos".

María José, por su lado, la dueña de Biotico, que también es una vegetariana desde que era una niña, empezó a vender unas fresas orgánicas que su mamá cosechaba en Subachoque y se dio cuenta de que podía vender los productos de los agricultores de la zona a un precio razonable a domicilio. "La cadena de los productos orgánicos desde que salen del productor que tiene sus cosechas hasta el consumidor, normalmente tienen muchos intermediarios hasta llegar a los supermercados", afirma. Por eso decidió no tener intermediarios y empezar su negocio a domicilio.

"Es más por el precio ––me dijo–– entre más intermediarios, el precio sube más", por eso prefirió hacer un negocio propio, con sus propios proveedores. Mientras una lechuga romana orgánica en alguna cadena de supermercados importantes del país, puede costar cinco mil pesos, María José la vende a dos mil quinientos. "Se trata entonces también de encontrar los caminos con menos intermediarios para poder nivelar los precios", me contó.

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En Carulla, uno de los supermercados que más productos orgánicos vende por tener cláusulas con Taeq (Colombia) y Grimmway Farms (Estados Unidos) , dos proveedores de orgánicos de los grupos éxito y Carulla, un mercado pequeño de verduras pequeño sale evidentemente más caro que uno común y corriente.

Aquí los precios de cinco productos orgánicos en este supermercado, versus productos de granja común y corrientes en el mismo lugar:

Datos tomados de la página virtual de mercados Carulla.

El valor se triplica de un mercado a otro.

Luis, Xiomara, Patricio y María José, que viven de este negocio, afirman que es necesario una consciencia mas fuerte todavía en lo que implica comer orgánico, pues si se normaliza el consumo, los precios no serían representativos.

Ahora bien, más allá de ser un consumidor únicamente orgánico actual que normalmente se gasta por lo menos un 20% en todos sus mercados, lo importante es tener consciencia de que es necesario nutrirse de manera adecuada.

De esta forma, Patricio recomienda que, si usted está en esta onda de comer saludable y quisiera ser uno de los pocos que le apostan a lo orgánico, trate, por lo menos, de comprar los tomates, la cebolla, la zanahoria, el brócoli, el coliflor, todos los verdes, ciertas frutas como la uchuva, la fresa y la mora con proveedores orgánicos. "Los mercados orgánicos siguen siendo muy reducidos […] y estos son los alimentos más fumigados en el país", afirma.