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Siete verdades sobre LaMarcus Aldridge

LaMarcus Aldridge fue el mejor jugador en uno de los equipos más heterodoxos de la NBA durante casi una década. Ahora que es un Spur cabe preguntarse: ¿cómo fue eso?
Photo by Craig Mitchelldyer-USA TODAY Sports

1. La primera gran temporada de LaMarcus Aldridge empezó cuando acabó la última gran temporada de Brandon Roy. El jugador de Seattle fue seleccionado sexto en el 'draft' del mismo año en el que los Portland Trail Blazers mandaron a Tyrus Thomas a los Bulls a cambio del privilegio de seleccionar a Aldridge en segundo lugar.

Roy, que alcanzó tres veces el All-Star, llegó a Portland con una educación completa: caminaba derecho, comía alimentos sólidos, podía mantener conversaciones serias y además metía clutch shots. Sus rodillas, sin embargo, eran puentes de yeso, y en la campaña 2010-11 se desmoronaron.

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Parecía que los Trail Blazers iban a venirse abajo sin Roy, pero entonces el ataque se enfocó hacia Aldridge. LaMarcus respondió anotando 21 puntos y 8 rebotes por partido: el equipo sumó 48 victorias y alcanzó la sexta posición en el Oeste. Todo fue muy emocionante, especialmente después de que los Blazers hicieran un cambio por el flexible Gerald Wallace.

Wallace mandaba en toda la pista, atacaba y defendía como un loco, y generalmente jugaba como alguien a quien no le importara en absoluto su integridad física. Como es obvio, los fans le amaban con locura.

Por su parte, Aldridge se perdió el partido del All-Star ese año. No fue seleccionado por los fans o entrenadores y el comisionado David Stern escogió a Kevin Love para sustituir a Yao Ming cuando éste se lesionó.

Los Blazers perdieron frente a los futuros campeones, los Dallas Mavericks, en la primera ronda de los play-offs: probablemente recordéis aún a Brandon Roy echándose el equipo al hombro para remontar en el cuarto período del partido que cerraba la serie. No vimos más de Aldridge ese año. Alguien debió sacarle de allí entonces.

2. LaMarcus se va. Los fans están tristes, enojados y confundidos… aunque bueno, suelen estar así prácticamente siempre. Los aficionados a los Trail Blazers se apegan sentimentalmente a casi todo lo que pasa por ahí, y LaMarcus jugó en el Rose Garden (ahora Moda Center) durante ocho años: es el segundo máximo anotador de la historia de la franquicia, el tercer jugador con más minutos jugados, el cuarto con más partidos disputados, y el primero en rebotes cazados. "LaMarcus dijo que quería ser el mejor Blazer de todos los tiempos", dicen los fans mientras se secan las lágrimas.

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Con Aldridge en el equipo, los Blazers eran prósperos, aunque nunca llegaron a ser espectaculares. Cuando fue elegido, la franquicia aún estaba saliendo de la resaca de la época de los Jail Blazers, durante la cual afición y equipo se distanciaron enormemente. Roy reavivó los lazos entre los Blazers y la comunidad: Aldridge mantuvo ese progreso. Para lograrlo, sin embargo, LaMarcus se dedicó de forma sistemática a convertirse en un personaje terriblemente aburrido.

Un recambio generacional. Foto de Craig Mitchelldyer, USA Today.

3. La evolución del baloncesto ha llevado a la Era de los Tres Puntos, que está acabando con varios perfiles de jugadores. Algunos se echan más de menos que otros, como los bases con puntería de media distancia, los aleros grandullones capaces de jugar por dentro o los ala pívots duros y recios. "Ya no quedan jugadores así", pensarán los nostálgicos, aunque en realidad es más acertado decir que en realidad nadie les ofrece trabajo.

Al fin y al cabo, ¿quién quiere un alero que no tira de tres? Nadie. Este tipo de jugador está ahí para que la gente eche pestes de él. Los más viejos se preguntarán por qué no la pide en el poste una y otra vez; los más jóvenes se lamentarán por su reticencia a dar un paso atrás y tirar desde 7,25.

Pues bien, esto es exactamente lo que hace LaMarcus Aldridge, y es exactamente tan aburrido como suena.

Fuera de la pista, Aldridge también tiene el dudoso mérito de ser uno de los personajes más aburridos del deporte profesional —aunque ello no tiene por qué decir nada sobre su personalidad real. Aldridge es desconfiado y reservado, y se dice que algunos de sus compañeros de equipo llegan a menospreciarle.

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Cuando los Blazers se vinieron abajo en la temporada 2011-12, Aldridge no estaba preparado para guiar al equipo y sacarlo del pantano él solo. La mayoría de los componentes de la plantilla fueron traspasados, incluyendo al favorito de los aficionados, Gerald Wallace. Portland usó las ganancias para traer a Damian Lillard.

4. Todo el calor, todo el ruido ensordecedor: me odiarán por hablar mal de los fans, pero, Dios mío, el Rose Garden puede convertirse en un motor de avión durante los momentos más insignificantes de los partidos más insignificantes. Toda esa energía alocada y los fervientes comentarios de la comunidad Blazer's Edge se dirigieron directamente a un tipo cuya mayor virtud sobre la pista es evitar riesgos.

No es de sorprenderse que Damian Lillard se convirtiera en un favorito del público justo al llegar. Lillard lleva el 0, lo cual podría parecer un tributo a Gilbert Arenas pero en realidad es un homenaje a la letra 'O': la 'O' de Oakland, donde creció; la 'O' de Ogden, en Utah, donde fue a la universidad; y la 'O' de Oregón, donde juega al baloncesto.

Lillard sabía que la gente se volcaría con él. Damian juega con los periodistas, y aunque no siempre acierte en sus acciones (verle defendiendo un bloqueo puede llegar a ser cómico), siempre pone muchas ganas. En Lillard hay algo de ese Shaquille O'Neal dinámico de Orlando. Un Shaq que echamos mucho de menos, por cierto.

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Ojo con ponerte demasiado al servicio del público, porque éste tiene tendencia a abusar. Foto de Craig Mitchelldyer, USA Today.

5. El quinteto (Andre) Miller-Matthews-Batum-(Gerald) Wallace-Aldridge llegó a ser uno de los mejores ataques de la NBA en la temporada 2010-11. Miller, Batum, y Wallace eran jugadores dinámicos, Matthews siempre no paraba de buscar posiciones de lanzamiento y Andre Miller podía convertir una sandía móvil en un pase medido. Sumaban 1.22 puntos por posesión: ¡no está nada mal!

Como veis, Aldridge jugaba de '5' en esta productiva alineación. Es un pequeño pívot nato, un tirador habilidoso útil para sacar a los hombres altos del rival de la zona, y al mismo tiempo es lo suficientemente alto como para proteger el aro y lo suficientemente fuerte para defender el poste.

6. Entonces, ¿por qué no jugó siempre de pívot? Pues porque no le gustaba nada. Si alguien le habla a Aldridge sobre eso, responderá con excusas como que era muy cansado o incómodo, cosa que seguramente fuese verdad. Pero también fue una buena idea que funcionó donde habían fracasado muchas otras alternativas.

En la primera temporada de Lillard, los Blazers se apoyaron en J.J. Hickson para jugar de '5'. Hickson no es más alto que Aldridge; además, es un defensor muy mediocre. J.J. se estaba despidiendo de la liga, pero estaba dispuesto a hacer el trabajo sucio que Aldridge ni siquiera intentaba.

En la temporada siguiente, Hickson fue sustituido por Robin Lopez, que rápidamente se convirtió en la columna vertebral de la defensa. El equipo siguió adelante a expensas de flexibilidad en los espacios y en la estrategia. Aldridge siguió alejado de la pintura. Los fans siguieron preguntándose por qué.

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Aldridge, en realidad, llegó a ser un hombre en guerra con el baloncesto moderno. Devoraba posesiones —se jugó un 30% el año pasado— y logró un porcentaje de tiro de .532; incluso en el contexto de los jugadores de la NBA, esto es un logro monumental. Aldridge fue el eje de un muy bien sistema ofensivo.

Sin embargo, si LaMarcus hubiese hecho las cosas algo distinto, hubiera sido un mejor jugador —y seguramente habría encontrado un equipo mejor. Al firmar con los Spurs, definitivamente ha descubierto la segunda parte.

Hora de experimentar con los sentimientos. Foto de Craig Mitchelldyer, USA Today.

7. Todo esto me está quedando muy negativo, así que para compensar rememoraré el mejor momento de Aldridge como Blazer, cuando su batalla contra la modernidad básicamente hizo que Portland ganara una serie entera en los play-offs. En la temporada 2013-14, a los Blazers les tocó jugar contra los Rockets de Houston, líderes del estilo ultra-analítico de la NBA. Eran un equipo que lanzaba casi exclusivamente desde la línea de tres puntos, desde debajo del aro o desde la línea de tiros libres: una expresión, pues, de todo lo que Aldridge rechaza.

Su estrategia para secar a Aldridge era dejarle tirar de media distancia y cubrirle con un defensa más pequeño. ¿A quién le importa? ¡Sus tiros solo valen dos puntos! Dejadle ir al poste, no será eficiente. Aldridge hizo todo lo que los Rockets querían que sus oponentes hicieran…

…y Aldridge destruyó a los Rockets en los primeros dos partidos de la serie metiendo 46 puntos en el primero y 43 en el segundo. Los Blazers regresaron a casa con una ventaja de 2-0 y Aldridge se convirtió en el héroe indiscutido de la eliminatoria.

(Paréntesis: Lillard también tuvo su momento de gloria en esa serie. Es difícil olvidar esto:

Cerramos paréntesis)