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Música

DJs caprichosos, techno y cortocircuitos: así es vivir haciendo fiestas en discotecas

¿Es posible vivir haciendo que los otros se lo pasen bien?
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*Este artículo se publicó originalmente en Vice.

¿Es posible vivir haciendo que los otros se lo pasen bien? La respuesta, después de hablar con Sara Loeh, es sí. Joder que sí. La pregunta no tiene nada de 'hippismo', no se trata de desear lo mejor al prójimo, si no de ponerle a mano todo lo necesario (o casi todo, hay cosa que cada uno lleva en sus bolsillos) para pasar una buena noche. Pegarse una fiesta en una discoteca. Es decir, un local guay, la música adecuada, el ambiente, la gente y, al final, generar una marca, un estilo propio.

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Pillamos a Sara de descanso en Ibiza y desde allí nos cuenta cómo es su experiencia al frente de Stardust, la sesión que lleva desde hace más de 10 años y que es uno de los referentes de la noche de Madrid. Es una veterana de este oficio, y no piensa abandonar (no se ve haciendo otra cosa). Le gusta lo que hace, curra el mismo tiempo que cualquier persona, pero con horarios flexibles, trata con gente y encima programa a Djs y artistas (siempre techno) que le gustan. No puede pedir más.

Vice: ¿Te acuerdas de la primera sesión que montaste?

Sara Loeh: Claro que me acuerdo (risas). Empecé en 2002 en Soma como relaciones públicas y luego trabajé en más locales. Pasé por Deep y Nature y llegué a Coppelia, y allí abrí mi primera sesión, The Box, que duró unos meses. Luego trabajé llevando animación en Deep y Nature. En 2004, más o menos, monté mi primer Stardust.

O sea que llevas en este negocio 13 años…

Sí, llevando garitos más o menos eso.

Y ha cambiado mucho la historia en esta última década. Me refiero tanto a nivel de gente y de gustos musicales, como de la propia fiesta.

Todo cambia. A demás, musicalmente va avanzando. Pero también es algo muy cíclico. Hay tendencias nuevas, pero nosotros siempre nos hemos mantenido muy fieles al techno, por mucho que varíen los estilos. El público cambia, claro, también como yo me voy haciendo mayor voy notando las diferencias (risas). Estos últimos años ha habido bastante crisis y se ha notado bastante el bajón…

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No me parecía que la noche estuviera en crisis.

Es que estamos mejorando, este año se nota la mejora. Pero la crisis queda clara en el consumo, la gente no se gasta la pasta que se gastaba. La mejora se nota en la gente, éramos tres antes en este negocio y ahora cada vez surgen más fiestas, más opciones y más cosas. Se diluye todo bastante.

¿Hay competencia entonces?

Mucha. Mira ahora, que está empezando la temporada, cómo van saliendo todas las fiestas. Cada vez hay más.

¿Cuál es la clave para montar una buena fiesta? ¿encontrar el local adecuado?

Si das con la fórmula exacta, es decir una buena sesión, mezclada con un buen local, eso te puede durar mucho tiempo. Pero, por ejemplo, la sesión que yo llevo no triunfa por la sala en la que se hace. Hemos pasado por muchas salas, incluso hemos tocado La Riviera. Empezamos semanal y pasamos a mensual y fue subiendo hasta estar en una sala como Cool todos los viernes. No creo que tenga que ver con el espacio en el que la haces, las fiestas tienen que ver mucho más con la música y con el contexto.

Hay gente que bebe y gente que consume. Nosotros no podemos ser responsables de lo que tome la gente, mientras no lo haga de manera pública, en la pista o en los baños.

Tengo curiosidad, ¿cómo es un día normal en tu vida? Me imagino que estás colgada del móvil todo el santo día…

Lo de ir colgada del móvil por la calle, eso siempre (risas). Mi vida es bastante normal. Tenemos más flexibilidad de horarios, que eso es bueno. Normalmente siempre trabajo desde la oficina y el horario entre semana es como el del resto de la gente normal. Lo único que cambia es que yo, por ejemplo, los lunes me lo tomo bastante libre. Es el día de estar en casa, de descanso, aunque sigo contestando a cosas por el móvil. A diario me despierto como a las 10, quizá no tan pronto como la gente que tiene que ir a una oficina (risas). Sobre todo lo que tengo son muchas reuniones, con relaciones públicas, jefes de equipo y diseñadores.

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Y curras todos los fines de semana.

Sí, por eso el lunes descanso, el domingo intento no salir mucho (risas).

Alguien que monta fiestas, ¿se la puede pegar en su propia fiesta?

A ver, es diferente, no te voy a engañar. A mí me encantan mis sesiones, me encanta mi música pero no lo disfruto igual. No es lo mismo que ahora, esta semana que me pillas en Ibiza, no es lo mismo ir a una fiesta en la que bailo y estoy con todo el mundo. Allí no bailo nunca, y solo escucho la sesión. Y no siempre entera. En mi trabajo tengo que estar pendiente de quién viene, de quién entra, de salir a la puerta, del maître, delrunner, del Dj… Y luego de las cuentas. Eso no te permite ni estar bebiendo, ni disfrutar. Te lo pasas bien, pero de otra forma.

¿Qué son las cosas que pueden arruinar una sesión?

A mí me ha pasado de todo (risas). Desde un cortocircuito por una gotera, que nos ha hecho cerrar parte de la sala. Pero lo más grave en una sesión son los problemas técnicos, eso te la puede arruinar. Que el sonido falle puede hacer que un Dj no quiera pinchar y tú tener que devolver la pasta.

El tema del aforo es mucho, ¿no? Se ven locales, tanto discotecas como salas de conciertos, que no parecen llenos.

Se ha reducido muchísimo. Pero es que yo creo que antes los clubs estaban muy 'sobreaforados'. El aforo real de una sala no coincide con lo que tú consideras que es un lleno, yo creo que todo el mundo lo cumple ahora mismo.

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La fiesta, las sesiones, la noche y las drogas, claro. ¿La gente se pone exactamente igual que cuando empezaste?

La respuesta es sí. Hay de todo. Hay gente que bebe y gente que consume. Nosotros no podemos ser responsables de lo que tome la gente, mientras no lo haga de manera pública, en la pista o en los baños. Total, nosotros no somos nadie para decir a la gente lo qué puede hacer. Solo si no están en condiciones para estar en la sala tenemos a la gente de seguridad que están para ayudarles, darles un paseo o mandarles directamente a casa (risas). Pero claro que la noche y las sesiones están ligadas con el mundo de la droga.

Y sobre la música, ¿qué le gusta a la gente?

Hay de todo. Yo tengo la suerte de que el techno está volviendo y muy fuerte. Está en auge y a mí es lo que me gusta. Llevaba un año y medio que parecía que había pasado su tiempo. El panorama de techno ahora mismo es brutal. Siempre hay tendencias nuevas.

¿Es importante el curro de los relaciones a la hora de llenar una sesión?

Depende de cada uno. Hay gente que no los utiliza, que tiran de base de datos. Para mí son fundamentales, sin mi equipo de relaciones públicas no tendría lo que tengo. Tengo gente que lleva toda la vida conmigo, trece o catorce años fieles a mí y a mi sesión.

¿Te ves dentro de otros trece años montando saraos?

Eso parece, no me van a sacar de aquí (risas). Además tengo proyectos nuevos de futuro. Lo que no sé es qué fecha de caducidad tiene la sesión que hago, pero seguiré haciendo fiestas y festivales.

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Una cosa, ¿los Dj son muy caprichosos?

Hay de todo. Te puedes encontrar al típico 'especial' que te pide un montón de cosas y luego no utiliza nada. O que son más estirados. Pero la mayoría son gente normal, que no pone ningún problema.

¿Qué es lo que más te gusta de tu curro?

Para mí trabajar con la música es lo principal. Seleccionar las cosas que me gustan y poder traérmelas. Eso no tiene precio. También la flexibilidad, no tener la rutina de tener un curro que empieza a las 8 y acaba a la hora que sea me encanta (risas).

¡Gracias Sara! Que vaya bien por Ibiza.