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magia

Conocemos a uno de los hechiceros más famosos de Indonesia

Charlamos con el autoproclamado experto en metafísica Ki Narto después de que conocer la propuesta de la Cámara de Representantes de Indonesia de un controvertido paquete de medidas para legislar lo sobrenatural.
Todas las fotos por Iyas Lawrence

Este artículo se publicó originalmente en VICE Indonesia.

El pasado noviembre, la Cámara de Representantes de Indonesia (DPR) propuso ilegalizar a los dukun santet, o hechiceros oscuros, a través de una polémica serie de medidas que los críticos han calificado de estrafalario intento de legislar lo sobrenatural.

Según la nueva legislación, que se incluyó en el Código Penal del país mediante una actualización, cualquier persona que afirmara tener la capacidad de realizar conjuros con fines malvados o vengativos sería considerada ilegal. Curiosamente, la ley penaliza la tentativa, no el acto en sí mismo. Esta es la tercera vez que el gobierno propone una ley para regular la magia negra. Los intentos anteriores no prosperaron debido a que los legisladores tenían serias dudas respecto a cómo exactamente se suponía que la policía debía demostrar la existencia de santet (magia negra).

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"Lo que queremos es ilegalizar a las personas que afirman poder hacer magia negra", declaró Arsul Sani, legislador miembro de la comisión de derecho y justicia del DPR. "Se declarará culpable a toda persona que diga serlo. Respecto al acto en sí mismo, eso es más difícil de probar".

Es difícil, pero no imposible. La creencia en la brujería está tan extendida en Indonesia que algunos dukun son tratadas como una especie de celebridades místicas. Según los rumores, expresidentes como Gen. Suharto, figuras prominentes de la política y poderosos empresarios acuden regularmente a chamanes y curanderos en busca de ayuda y con frecuencia les pagan sumas cuantiosas por los servicios prestados.

El Consejo Indonesio de Ulema (MUI), principal organización islámica del país, intentó acallar la creencia en la magia negra emitiendo una fatua contra esta práctica, mediante la cual la brujería se declaraba haram (prohibido en árabe). Sin embargo, esta medida no logró calar en la mente de los musulmanes indonesios. Un estudio del Pew Research Center realizado en 2012 reveló que el 69 por ciento de los musulmanes indonesios creía en la brujería.

En ocasiones, la creencia en la magia negra puede tener consecuencias mortales en la vida real. A finales de los noventa, se produjo en el país una sangrienta y misteriosa caza de brujas que se saldó con más de cien muertos. En Java Oriental, los residentes de la ciudad de Banyuwangi atrancaron las puertas de sus viviendas y organizaron patrullas para defenderse de los "ninjas" con máscaras negras que aparecían en plena noche dejando a su paso los cuerpos desmembrados o decapitados de los dunkun santet.

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Pese a que las cazas de brujos son poco frecuentes en la Indonesia actual, todos los años se sigue dando algún caso de muertes de hechiceros. En marzo de este año, una mujer de setenta años fue asesinada y descuartizada por una turba de 30 personas en la isla de Sula. Los lugareños estaban convencidos de la que anciana había realizado un hechizo de magia negra contra un hombre haciendo que enfermara. Los curanderos tradicionales no lograron sanar al hombre, que pidió que lo llevaran en presencia de la anciana. Una vez allí, el hombre perdió el conocimiento. Al día siguiente, la mujer apareció muerta: la habían descuartizado con un machete.

Esta es la razón por la que los políticos indonesios se toman el asunto tan en serio. Arsul, uno de los legisladores que colaboró en la elaboración del borrador de la ley, me aseguró que incluso el hecho de bromear sobre el tema es motivo suficiente para meter a alguien en prisión.

"No se puede hacer bromas sobre eso", añadió. "Si lo haces, te arriesgas a una pena de cárcel".

La polémica ley tiene una profunda historia en el país. La primera vez que las autoridades abordaron el tema fue durante la década de 1990, pero la medida pronto acabó siendo objeto de debate en las salas de la Agencia Nacional para el Desarrollo de la Legislación (BPHN), donde sus detractores argumentaban que resultaba imposible ilegalizar la magia negra sin antes llegar a un consenso sobre su existencia.

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El tema volvió a aparecer en 2013, suscitando nuevamente un encendido debate. Finalmente, los legisladores decidieron sacarlo a la luz en prensa para medir las reacciones, pero aún habrían de pasar tres años más para que la propuesta volviera a ponerse encima de la mesa.

La aprobación de las medidas podría suponer una merma económica para los hechiceros de magia blanca de Indonesia que se dedican a contrarrestar la brujería santet. Encontré un sitio web en el que una mujer llamada Dewi Sundari anunciaba sus servicios como hechicera blanca. La página parecía bastante de fiar, con un sello oficial e imágenes de Dewi sobre un fondo de fuego y rayos. En la web, Dewi aseguraba ser capaz de invertir el efecto de hechizos oscuros a través de un tipo de magia que estaba a caballo entre la hechicería y la curandería.

"La santet es la energía inmaterial de los objetos inanimados como un clavo, un tornillo, el hierro o cualquier otra cosa", me dijo Dewi en una conversación telefónica. "La energía se transfiere al cuerpo del objetivo para causarle daño. Existe otra versión, llamada teluh, que es la energía inmaterial de organismos vivientes, como los gusanos y los insectos. La combinación de ambas se denomina tenung".

Dewi me explicó que siempre tiene que lidiar con enfermedades causadas por la santet, una magia maligna que a menudo se utiliza como arma en disputas familiares o de negocios. Otros la utilizan para vengarse de alguien que les haya perjudicado en el pasado, afirma. Es una práctica peligrosa, pero eso no significa que el gobierno deba ilegalizarla.

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"No queremos que empiecen a surgir falsas acusaciones debido a esta ley", señala Dewi. "¿Qué pasa si la persona simplemente está fanfarroneando y no sabe hacer magia negra? Está claro que hay asuntos mucho más urgentes que tratar que este. No creo que esta ley sirva de nada".

Parte de los ingresos de Dewi provienen de deshacer hechizos de magia negra, aunque afirma que esta ley no afectaría mucho a su negocio. Ella cobra según el poder adquisitivo de sus clientes, por lo que los más pobres obtienen sus servicios casi sin coste alguno.

Pero existe una faceta muy lucrativa de la hechicería indonesia, con figuras prominentes como el dukun Agung Yulianto, que tiene el sobrenombre de Ki Joko Bodo y a menudo alardea de que cobra miles de millones de rupias por ofrecer sus servicios. En Indonesia existe todo un elenco de celebridades de la hechicería, como Ki Gedeng Pamungkas, Ki Kusomo y Ki Narto, este último autoproclamado experto en metafísica.

Ki Narto

Me reuní con Ki Narto en la sala de espera de una pequeña cadena de televisión en la que presenta un programa sobre lo sobrenatural. Me recibió ataviado con un chaleco negro, una camisa de rayas blancas y rojas y gafas de montura también roja. Ki Narto es un dukun moderno, un hombre que cree que los poderes místicos son una forma de energía procedente de otra dimensión. Solo aquellos con la formación y la experiencia adecuadas tienen acceso a esa energía, si bien la barrera de acceso no es elevadísima. Él lo compara con tocar la guitarra o cocinar: cualquiera que tenga fuerza de voluntad y cierto talento innato puede convertirse en un dukun.

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"La gente en general está atrapada en una mentalidad científica, pero existen cosas más allá de nuestros sentidos", me explicó Ki Narto. "Lo que podríamos llamar un sexto sentido".

Ki Narto dio un sorbo a su infusión de pétalos de flor, una bebida muy común entre los dukun. "Indonesia está plagada de falsos dukun, personas que engatusan a otras con trucos para convencerles de que poseen poderes místicos", aseguró. Él se ha labrado una gran reputación a base de desmontar mitos en la televisión indonesia. Asimismo, me expresa su desconfianza por todo aquel que anuncia sus servicios por internet: "Si fueras un dukun de verdad capaz de realizar santet, nunca recurrirías a los anuncios para promocionarte", señaló.

Obviamente, Ki Narto me aseguró que posee habilidades especiales y me mostró una foto en su móvil de una keris -una daga tradicional indonesia- que se sostenía en posición vertical. Se trataba de una de sus dagas, una reliquia imbuida de poder metafísico. "Yo soy capaz de hacer eso", me dijo.

Le pregunté si podía hacerlo delante de mí. Ki Narto cogió la keris e intentó hacer que se sostuviera sobre la punta. "Espero que funcione", dijo. "¡Vamos, quédate de pie!".

La daga se cayó de inmediato. Ki Narto lo probó sobre la mesa, el suelo y, finalmente, sobre una mesilla baja situada en el centro de la sala.

"Creo que ahora sí funcionará", me indicó. "Sí, parece que funciona".

Retiró las manos del cuchillo, que se mantuvo erguido, simplemente porque tenía la punta ligeramente insertada en una funda oculta tras una pila de vasos. Ki Narto mantuvo las manos alejadas y adoptó una pose supuestamente mágica. No me quedaba claro si estaba intentando demostrarme que sus poderes son reales o si esa era la forma en que los impostores intentaban engañar al prójimo.

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Le pregunté si alguna vez utilizaba la magia negra. No, me dijo, al menos no a propósito. Me contó que hace años tuvo un problema con un amigo muy maleducado que puso en duda las capacidades de Ki Narto y habló mal de su institución. Un día, Ki Narto deseó la muerte a aquel hombre, visualizó su fallecimiento mentalmente y prosiguió con sus quehaceres.

"Era un hombre muy grosero, no solo conmigo, sino con todo el mundo", insistió. "Así que le pregunté a un amigo, '¿Con qué clase de vehículo se desplaza?', y me dijo que iba en bicicleta. 'Muy bien', dije, '¡Morirá en un accidente!'. Me fui a casa y lo visualicé teniendo un accidente con la bicicleta".

Años después, Ki Narto recibió una llamada: el hombre había muerto.

"Me llamó un amigo y me dijo que había muerto a causa de un accidente", me explicó Ki Narto, que recuerda que colgó el teléfono y sonrió.

Gracias a Dios, por fin está muerto, recuerda que pensó. "Conté uno, dos, tres, cuatro. Había tardado cuatro años en morir, lo que quería decir que no fue por un hechizo mío. Pero debo decirte que mis palabras pueden servir tanto para bendecir como para maldecir. Casi siempre las uso para lo primero, pero a veces de mi boca pueden salir maldiciones".

Hasta cierto punto, creo que Narto creía realmente todo lo que me había contado. Pero ¿qué le parecía la propuesta de ley? Le dije que supondría la sanción hasta de cualquier chiste sobre la santet. ¿Consideraba que era ir demasiado lejos?

"Se supone que uno no debería hacer bromas sobre atentados con bomba en un aeropuerto, ¿verdad?", me preguntó Ki Narto. "Pues es lo mismo con la santet".

Todas las fotos por Iyas Lawrence Traducción por Mario Abad.