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Dídac Costa y la odisea de la Vendée Globe

Hablamos con el bombero español que lo ha dejado todo para cumplir su sueño: cruzar el mundo a solas en la competición náutica más dura que existe.
Dídac Costa

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¿Quién no ha deseado alguna vez alejarse de toda civilización? Apagar por fin el móvil, olvidar el WhatsApp, tirar el ordenador por la ventana… Salir de casa y embarcarse en una aventura. Perderse, por ejemplo, en la inmensidad del océano, tan solo acompañado por el ruido de las olas que rompen contra el casco de tu barco, el viento que agita las velas y tu música favorita. Suena a locura, a sueño imposible y nada más. Pero para Dídac Costa, navegante barcelonés, es su día a día desde el pasado 6 de octubre.

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Existe una regata llamada Vendée Globe, algo así como "el Everest de los mares", que tiene salida y llegada en Les Sables-d'Olonne, un municipio francés perteneciente al departamento de la Vandée, en la región de los países del Loira. La competición consiste en dar la vuelta al mundo en solitario, sin escalas ni asistencias. Navegante y embarcación a solas durante meses (el recorrido alcanza las 24.840 millas náuticas, unos 46.030 Kms), algo que a muchos les sonará a temeridad.

Cuando tu trabajo consiste en descargar los ficheros del viento y la meteorología. Foto cedida por Dídac Costa

Costa, bombero de profesión, pero más marinero que otra cosa, es uno de los 29 participantes del torneo que compiten por un primer premio que ronda los 160.000 euros. "Desde siempre había tenido la Vendée Globe rondando por mi cabeza. Al hacer la Barcelona World Race me surgió la oportunidad y no lo dudé ni un minuto. Es una experiencia única y aunque parezca muy arriesgado, siempre he contado con el apoyo incondicional de mi familia", asegura el catalán.

La ruta hacia la Vendée no ha sido un camino de rosas para Costa. Ante la falta de patrocinadores, se vio obligado a hacer una campaña de "crowfunding", con la que recaudó 300.000 euros gracias a la solidaridad de amigos, compañeros, clubes y empresas del sector, con aportaciones que fueron desde los 10 euros a los 2.000. Pero, a pesar de la recolecta, el barcelonés tuvo que hipotecar su casa para poder competir con los millonarios presupuestos de sus rivales. Para que nos entendamos, el francés Armel Le Cléarc'h, ganador de esta edición, está patrocinado por el Banco Popular de Francia y el segundo, el británico Alex Thompson, por Hugo Boss. Armel llegó a puerto el pasado 19 de enero, y como él, hay nueve que ya han conseguido finalizar esta aventura.

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Dídac tampoco empezó con buen pie en la competición. A las pocas horas de soltar amarras, su barco, uno de los veleros más antiguos y modestos del torneo -en su interior tan solo dispone de una litera, un hornillo y un cubo a modo de váter-, sufrió problemas técnicos que le forzaron a volver a tierra. Lo bueno, que las reglas permiten que un participante en apuros pueda regresar a puerto para llevar a cabo una reparación. Lo malo, que el español salió finalmente cuatro días más tarde que sus contrincantes.

Dídac en un momento de la Vendée Globe

"Se había soltado un tubo en el tanque de lastre de agua, el sistema que equilibra el barco cuando este navega inclinado. Se trata de un daño difícil de reparar. Ya durante el viaje he tenido también problemas con varias velas. No eran nuevas y se han deteriorado muy deprisa. Repararlas en estas condiciones es extremadamente complicado. El cansancio y el frío tampoco ayudan", explica.

Su velero es el mítico Kingfisher -rebautizado como One Planet One Ocean- el más emblemático de la flota. A sus espaldas cuenta con cuatro vueltas al mundo completadas pero, sobre todo, es conocido por haber sido el barco con el que la legendaria marinera británica Ellen MacArthur estuvo a punto de ganar la Vendée Globe en el año 2000, a los 26 años.

La rutina que vive el marino catalán, rodeado por una inmensidad azul desde que sale el sol hasta que se oculta en el horizonte, es difícil de imaginar. "No tengo un horario fijo. Se trata de que el barco vaya lo más rápido posible, pero con seguridad. Dedico tiempo a las maniobras de las velas, pero puede variar mucho según las condiciones meteorológicas. También hay que dedicar tiempo a pensar en la estrategia para adelantar al resto de competidores, a la descarga de ficheros de meteorología, a revisar el barco, a hacer reparaciones si es necesario, comunicarme con tierra y, por supuesto, descansar y comer lo mejor posible si no quieres cometer errores peligrosos", dice Costa.

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El regatista ha pasado por momentos complicados durante estos cuatro meses

"Es importante tener la mente ocupada. Llevo conmigo algunos textos, un libro electrónico y música para desconectar. Estás en un lugar increíble, precioso e inmenso. No me siento solo porque puedo comunicarme con tierra por correo o teléfono vía satélite. También es entretenido preparar la estrategia para alcanzar a los rivales. Descargo unos ficheros con el viento y la meteorología que tiene que venir. Como no es algo exacto, tienes que adaptarlo a tu estrategia, a tu velocidad y a las condiciones del barco y del mar. Con todo esto planeas una estrategia a corto y medio plazo, hasta unos 3-5 días, pero que se puede modificar sobre la marcha", explica.

El español, que la semana pasada cruzó el Ecuador poniendo así rumbo a casa, se mantiene en decimoquinta posición –de los 29 que salieron de Francia, 11 han abandonado- a 170 millas náuticas (320 Kms) de su predecesor, el estadounidense Rich Wilson. Si no surge ningún contratiempo, se espera su llegada a Les Sables-d'Olonne dentro de dos semanas.

"Lo más importante es estar motivado y sentirte capaz de hacerlo. Siempre he pensado que es el principal requisito para ser un gran deportista", asegura.

La soledad, el silencio, el frío… No cabe duda de que Dídac Costa está hecho de una pasta especial. Tendremos que esperar a que termine el mes de febrero para conocer el desenlace de este desafío colosal, solo apto para aventureros.