FYI.

This story is over 5 years old.

series

Por qué Iron Fist convierte las artes marciales en lucha de clases

Netflix presenta a su nuevo súper héroe urbano basado en cómics de Marvel, un personaje místico atrapado en conflictos sociales.
Netflix

En el prólogo de la nueva serie de Netflix en alianza con Marvel Comics, un multimillonario intenta entrar en el edificio de su propia empresa y acaba siendo echado por la puerta a patadas. El detalle que disloca la escena es que ese multimillonario, Danny Rand, va vestido como un pordiosero, camina descalzo y a los ojos del mundo es un Don Nadie, porque se le considera muerto desde que hace 15 años se estrellara junto a sus padres en un accidente de avión en la cordillera del Himalaya.

Publicidad

Iron Fist es la última serie de Netflix centrada en los luchadores callejeros de Marvel, y llega para unirse a las dos formidables temporadas de Daredevil, junto con los estrenos de Jessica Jones y Luke Cage. El próximo paso será reunirlos a todos en una gran miniserie-evento, The defenders, que tendrá a Sigourney Weaver como villana. Pero antes, Iron Fist debe pasar por un traumático período de adaptación a la vida en la ciudad, un recorrido donde se enfrenta a las sombras del poder que dominan esta primera temporada del personaje.

Más allá de sobrevivir al accidente en el que perdió a sus padres, Danny Rand se ha convertido en la última encarnación de Iron Fist. Como descendiente del Arma Viviente ancestral, Danny es un maestro en artes marciales portador de la fuerza mística del "Puño de Hierro", una energía imparable que invoca cuando se ilumina su mano derecha. Después de años de entrenamiento en un monasterio en la distante región de K'un-Lun, Danny Rand regresa a Nueva York para descubrir que la ciudad que le vio nacer es ahora un hervidero cruento de tensiones entre pobres y ricos, padres e hijos, donde deberá seguir fiel a sus elevados principios para no sucumbir a las normas de los poderosos.

En el camino por recuperar su identidad, Danny Rand aplica su sensibilidad trascendente a un mundo gobernado por corporaciones, donde los ideales no tienen ningún valor frente a un buen marketing. La empresa de su padre, Wendell Rand, está ahora en manos de los hijos de su socio, Harold Meachum. Cuando era un niño, Danny compartió una gran amistad con Ward y Joy Meachum, pero ahora los dos hermanos se han convertido en tiburones empresariales con pocos escrúpulos.

Antes de recuperar su sitio en Rand Enterprises, Danny se verá obligado a vivir en la calle como un sin techo, y conocerá a Colleen Wing, una profesora de artes marciales que frecuenta un humilde Dōjō junto a jóvenes de minorías sociales, que se entrenan para defenderse de los peligros del barrio. Un personaje convertido en un hombre de empresa para continuar con el legado de su padre, aunque su verdadero vínculo está con los marginados.

Más allá de la intensidad dramática, Iron Fist se define por sus arrolladoras secuencias de artes marciales, verdaderas coreografías épicas que demuestran que no cualquier intérprete podía afrontar el reto de esta serie. Finn Jones, conocido por su papel de Loras Tyrell en Juego de tronos, interpreta al personaje creado en viñetas por Roy Thomas y Gil Kane. El actor y Jessica Henwick, que da vida a Colleen Wing, son amigos desde hace muchos años, así que no deja de ser significativo que Iron Fist les haya puesto del mismo lado de la batalla; una lucha que en ocasiones comportó verdadero riesgo: Henwick recuerda que mientras rodaban una escena de acción en un parque de skaters de Chinatown, detrás suyo estalló una verdadera pelea callejera, sin que la policía apareciera en ningún momento.

Si desconfías del sistema, Iron Fist es tu serie. Danny Rand tampoco encaja en el orden establecido, por eso se convierte en un líder para la gente, el héroe de los olvidados. En un peligroso tablero donde es fácil pisar las casillas del engaño, la conspiración y el arribismo, Danny Rand encuentra que la verdadera riqueza es su súper poder, un tesoro codiciado por los que le rodean. A través de su código de conducta, este héroe forjado en la tradición se enfrenta a los enemigos surgidos de un mundo plagado de desigualdades. Su némesis puede cobrar forma en el precio desorbitado de un medicamento necesario o en las emisiones dañinas de una fábrica, y lleva el nombre de un ejecutivo capaz de mirar su cuenta corriente justo después de hundir un cadáver en el pantano, de un culto criminal japonés, o incluso de un empresario inmortal. Un hombre rico incapaz de morir, ¿no es esa la perfecta encarnación del capitalismo?