Cómo Wall Street decide el precio de nuestro pan

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Cómo Wall Street decide el precio de nuestro pan

Hablé con Fred Kaufman sobre cómo el sistema financiero decide el precio de lo que llevamos a diario a nuestra mesa.

Después de la crisis económica de 2009, los precios de la comida alcanzaron niveles altos sin precedentes y los legisladores de la Unión Europea culparon a los fondos de cobertura, especuladores y comerciantes de encarecer productos básicos como el azúcar y los granos. La Comisión Europea finalmente decidió prestar atención y en marzo rechazó el proyecto de reforma más grande en diez años que se haría a las normas de las garantías financieras, argumentando una preocupación acerca de cómo las regulaciones fracasan en restringir adecuadamente la especulación de alimentos.

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Frederick Kaufman, un periodista sobre alimentación, lleva mucho tiempo informado acerca de la contradicción entre los mercados financieros y el costo de lo que consumimos, y describe esa conexión en su libro Bet the Farm, publicado en 2012.

Kaufman discutió con MUNCHIES sobre el complejo sistema financiero que controla cuánto pagamos por lo que comemos.

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MUNCHIES: Cuéntame un poco acerca de la historia de la comercialización de productos alimenticios. Frederick Kaufman: Algunas de las reliquias humanas más antiguas son contratos de materias primas, por ejemplo la forma en que las personas accedían a recibir pan de los agricultores. Como sucedía en el antiguo Japón con el arroz, o en Mesopotamia con el trigo. Los agricultores estaban en el campo y, dos veces al año, iban al mercado con toda su cosecha. Había mucha y el precio decrecía. Entre más producían los agricultores, más dinero perdían. Terminaban sin ganarse la vida y estaba en riesgo su sistema entero. Fue entonces cuando la gente creó "contratos por adelantado"; acuerdos que decían, "prometo comprar tanto de tu trigo por este precio dentro de seis meses y decirte cuánto trigo quiero". Los actuales "contratos de futuros" son el equivalente moderno. Todas las derivadas financieras se originan de estos contratos por productos alimenticios que se utilizaban para estabilizar el precio del pan hace miles de años.

¿Qué sucede cuando factores como la enfermedad y el cambio climático entran en juego? Actualmente, no esperamos que una pieza de pan cambie de precio cada semana o año con año. Ese es el verdadero uso de los "mercados futuros". Sólo imagina, el trigo sale del suelo dentro de seis meses y no es real hasta que sucede. La compra y venta de esa promesa por un trigo futuro estabiliza el precio del trigo real (vivo). Así que cuando llegue la plaga de langostas, los contratos de futuros ya funcionan. El problema surge cuando Wall Street apuesta demasiado en trigo imaginario. Digamos que los suministros se ven bien; de pronto, todos venden sus promesas para comprar trigo imaginario y el precio futuro cae. El contrato diseñado para estabilizar el precio aumenta la volatilidad del trigo real y los agricultores quiebran. Es por eso que la legislación europea pide "límites de posición".

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Mucha gente está tratando de encontrar formas alternativas para regular el precio de la comida, intenta no ser parte del mercado de las materias primas para humanizar el sistema y controlarlo, en vez de que nos controle a nosotros.

¿Cómo impactan los contratos de futuros en una comida rápida o en una taza de café? Las fuerzas económicas más grandes de los mercados futuros están decidiendo el precio de la comida a una escala global. Cuando el precio del trigo se disparó en 2008 y 2011, vimos más de sesenta disturbios provocados por alimentos en el mundo, cambios de regímenes y la Primavera Árabe. Si pagáramos $10 dólares por un litro de leche y $20 dólares por medio kilo de carne para hamburguesa, iríamos a la calle y diríamos: ¿Qué demonios está pasando aquí?. Los militares y la CIA entendieron que cuando querían un cambio de régimen, la manera más efectiva de lograrlo era con la inflación de la comida. En 2008 y 2011, los productos básicos se fueron al techo, el precio por una caja de cereal no aumentó mucho, pero la caja era más pequeña. Ahora piensa en 2016, los precios de las materias primas se han desplomado, pero el del producto final ha permanecido igual. El distribuidor de esos productos está haciendo montones de dinero.

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¿Estas regulaciones aprobadas en Europa cambian el mercado de materias primas en Estados Unidos? Son reformas esperadas por largo tiempo y es un paso en la dirección correcta. El problema con los productos de comida es que son comercializados globalmente, así que las restricciones europeas respecto a la especulación del alimento mundial son muy fáciles de evadir. Un banco alemán, francés u holandés podría simplemente abrir una oficina en Nueva York o Chicago y ¿adivina qué? Las reglas estadounidenses aplican allí.

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¿Cómo deben ver los consumidores el sistema alimenticio y su relación con el mercado de materias primas? Necesitamos enfocarnos en los sistemas locales y saber quiénes son los agricultores. Actualmente, la mitad del tiempo no sabemos de dónde proviene nuestra comida o si es un monocultivo de una sola compañía como Monsanto. Mucha gente está tratando de encontrar formas alternativas para regular el precio de la comida, intenta no ser parte del mercado de las materias primas para humanizar el sistema y controlarlo, en vez de que nos controle a nosotros.

Este artículo aparece en la edición de junio de la revista VICE en inglés. Click AQUÍ para suscribirte.