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FIGHTLAND

El idioma alemán de la pelea

En la Edad Media, los Maestros alemanes de la defensa desarrollaron nuevas aproximaciones a la lucha y el uso de espadas que culminó en la creación de un nuevo lenguaje.

Cuando piensa uno en espadachines, es común pensar en el guerrero japonés que blande su catana o en el guerrero celta con su sable Y el combate a mano limpia se atribuye a los boxeadores británicos o a los luchadores franceses. Pero en la Edad Meida, Alemania superaba a cualquiera como el epicentro del conocimiento en artes marciales. Más que cualquier otra nación, los artistas marciales alemanes escribieron copiosamente sobre el arte del combate, produjeron manuales de esgrima y otros textos seminales que definieron el arte de la defensa alemana. Europa emergía lentamente del ostracismo opresivo y oscuro del periodo medieval, y el renovado interés en la ciencia y la razón provocó un renacimiento, aunque pequeño inicialmente, en el conocimiento.

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Esta metamorfosis eventualmente llevaría a crear el primer sistema codificado de combate en Europa. Aunque el ejército alemán permanecería en desorden hasta mediados del siglo dieciocho durante el reinado de Federico el Grande, los Maestros de la defensa alemanes cultivaron un sistema de conocimiento, y de lenguaje, que los demás europeos celebrarían como el nuevo modo de estudio del combate.

En tiempos antiguos, las tribus germánicas heredaron los estilos de combate al hacer que sus guerreros más experimentados enseñaran a los más jóvenes. Las comunidades tribales vivían en sectas y el aspecto familiar de aquella cultura hizo que el aprendizaje de las artes marciales sirviera una función social, aprendida dentro de los confines del grupo. El entrenamiento está fundamentado en los jóvenes de la tribu, y a veces las mujeres, bajo la tutela del mejor guerrero. Las artes marciales se enseñaban en persona, y no había relatos escritos sobre el modo en el que el entrenamiento avanzaba, aunque sí existe cierta documentación acerca de la eficacia germánica en su guerra en contra de los antiguos romanos.

Tras generaciones de este tipo de pedagogía a través de la proximidad forjaron una cultura de pelea muy fuerte, que continuó aún cuando las acciones políticas y militares alteraron las fronteras del paisaje europeo. En la Edad Media, lo que antes había sido el ámbito de los guerreros individuales enseñándole a grupos de jóvenes al azar que eventualmente se convertirían en soldados cambió cuando los expertos germánicos en combate comenzaron a producir manuales para describir sus sistemas de artes de combate. Mientras que la tecnología de la escritura sin duda no era nueva para los germánicos durante la Edad media, los temas sobre los que escribían pasaron de ser dictados religiosos y políticos, y para el siglo XIII, los Maestros alemanes de la defensa comenzaron a escribir algunos de los primeros textos dedicados a las artes marciales en Europa.

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De todos los Maestros europeos de la defensa, desde la Edad Media hasta el Renacimiento, los maestros alemanes eran los escritores más prolíficos del arte del combate a partir de mediados del siglo XIV hasta inicios del siglo XVI. Alemania fue hogar de muchas escuelas de combate conocidas como fechtshulen, donde los individuos podían aprender bajo los grandes maestros y ejercitarse —una versión temprana de los turnverein (gimnasios). Las escuelas de combate estaban organizadas y operadas como gremios, como el Marxbruder, la Hermandad de San Marcos. Los gremios estaban poblados por soldados y ciudadanos regulares, y especializadas en armas particulares, como la espada a dos manos o la daga corta.

En Alemania, las escuelas de esgrima no siempre eran consideradas socialmente aceptables. Un grabado de 1464 muestra una escuela de esgrima alemán junto con a un burdel y baño público, lo que indicaba que entrenarse en artes marciales era estar involucrado en una actividad de moralidad paralela a la prostitución. Solo 150 años más tarde, al final del siglo XVI, Willem Swanenburg produjo un grabado el que mostraba la escuela de esgrima y en lugar de ser una imagen caótica de perdición, la escuela ahí retratada era organizada y académica. Los hombres practican su juego de pies y sus ángulos, e incluso hacen una especie de planchas sobre en caballo. Los alemanes de la Edad Media quizá disfrutaban, toleraban por lo menos, los gremios de espadachines, pero no toleraban a los farsantes ni a los bobos que impostaban dar clases de combate. Los alemanes no tenían paciencia con los charlatanes, y crearon una distinción léxica clara entre los Maestros reales y aquellos que hacían como que peleaban, como parte de una puesta en escena, los leichmeistrere (una referencia burlona a un maestro de danza), y el klopffechter, que se traducía como un payaso de combate.

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Resulta interesante que fue a través del lenguaje y la creación de un léxico del combate lo que hace que los Maestros alemanes de la defensa sean tan fascinantes como objeto de estudio para los historiadores del combate. Los Maestros alemanes crearon una nomenclatura específica para cada movimiento, y de hecho, incluso cada oportunidad para atacar tenía un nombre. El nachraissen, ataque posterior, indicaba la versión alemana del contraataque en la que un espadachín invitaba al oponente a atacar para responder con un movimiento específico. El Maestro alemán más famoso, Johannes Lichtenauer, se refería a ese tipo de respuestas o ataques posteriores como los meisterhau, los cortes maestros, y se convirtieron en el postulado central de su estilo, y varios de los Maestros que siguieron sus pasos expandieron su obra.

Johannes Lichtenauer, conocido también como Hans, fue el maestro de las artes marciales germánicas, el fehtmeister, o maestro del combate de su época cerca de 1250. En 1389, Hanko Döebringer, un sacerdote que estudió con Lichtenauer, compiló la obra de su maestro en un manual de esgrima conocido como un fechterbuecher (libro de combate). En sintonía con la moda de su época, Döebringer escribió el tratado completo en estrofas rimadas. El lingüista sueco David Lindholm, tradujo la obra en 2005, y con esta traducción echó luz a la filosofía germánica del combate, que resultaba, en esencia, efectiva y al punto, sin movimientos innecesarios. Mientras que los Maestros de la defensa en otros países quizá practicaban o enseñaban un tipo de combate lleno de estilo, el maestro alemán peleaba sin florituras. En el mero principio, Döebringer instruía que uno debería "golpear y atacar por el camino más corto y cercano posible", sin "bloqueos amplios o desgarbados".

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El estudiante y amanuense de Liechtenauer, Hanko Döebringer, produjo el texto que, en 1389, sería el fundamento del combate alemán con armas para los siguientes trescientos años. Inculcó la noción de nombrar cada movimiento particular con un nombre específico en lugar de intentar describir una técnica por lo que hace. Aunque parece que sería algo confuso, era en realidad mucho más sencilla una vez que uno era fluido en el léxico de Liechtenauer y otros maestros alemanes; uno comprendía las instrucciones con nombres específicos, como Zwerchhau, que significaba corte lateral, y no leía uno "corte de lado" en conjunción con otras instrucciones referentes al movimiento de pies.

La obra de Döebringer sobre los métodos de Lichtenauer incluía títulos coloridos y pintorescos para sus cuatro principales posturas. En su magistral resumen histórico, The Martial Arts of Renaissance Europe, Sydney Anglo describe la nomenclatura y las posturas a las que se refieren:

Ochs (Buey), con la espada en alto y apuntando hacia abajo hacia el rostro del oponente; Pflug (Arado) con la espada a la altura de la cintura, pero también apuntando al rostro del oponente; Alber (Bufón), con la espada al frente, con la punta hacia el suelo; y vom Dach (desde el techo) con la espada sobre el hombro derecho y apuntando hacia arriba en un ángulo de cuarenta y cinco grados.

Como se mencionó en el artículo previo sobre los Maestros de la defensa en la Italia renacentista, uno de los problemas que azolaba a los instructores era la transmisión de información via la palabra escrita, conocido como la communicative. Idealmente, uno debía entrenar artes marciales bajo la tutela directa de un legítimo Maestro de la defensa, pero si no había un instructor cerca, o si uno quería estudiar la obra de algún Maestro de otra tierra, había tratados escritos disponibles para el pupilo ávido dispuesto a estudiar via texto La articulación precisa de las técnicas de combate se le complicaba a muchos maestros medievales o renacentistas, pero aquellos que encararon el problema de enunciar sus movimientos con frecuencia echaban mano de artistas o grabadores para tener imágenes acompañando sus palabras, lo que ayudaba bastante. Pero no todos los manuales eran una fuente confiable o incluso efectiva de material de artes marciales. Muchos de los tratados alemanes requerían que el lector estuvieran al tanto de las técnicas preexistentes y que conocieran el torpe, aunque interesante, léxico que utilizaban algunos de estos maestros.

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La expansión de la metodología de Lichtenauer culminó en un texto absurdamente denso y sin duda pesado producido por Paulus Hector Mair a mediados de 1500. Su obra prodigiosa quedó eclipsada por sus malos comportamientos, porque a Mair lo colgaron por fraude en 1579. Pero la muerte de Mair no mino el entusiasmo que provocaban sus textos sobre combate..

Como el Maestro italiano Pietro Monte, los maestros alemanes de esgrima consideraban que la lucha era fundamental para todo arte de combate. De hecho, los Maestros alemanes produjeron unos de los pocos tratados de combate a mano limpia publicado en la Edad Media. Un manuscrito, Ringen im Grüblein, (Lucha en el pequeño agujero) describe un deporte de lucha que requería que un oponente mantuviera un pie en un pequeño agujero, mientras que el otro saltaba sobre un pie, aparentemente para equilibrar la cancha, e intentaba sacarlo de ahí —literalmente luchar para sacarlo del agujero. Según Fabian von Auerswald, un maestro medieval de lucha, "se necesita gran habilidad y es muy divertido de ver".

Von Auerswald produjo su propio manual en 1539, y describió la lucha como un deporte más que como una aproximación al combate. Al describir una maniobra en particular que suena muy similar a un jalón de brazo, explica cómo puede producir una "terrible dislocación", que, mientras que es efectiva, es "algo para gente tosca y no para gente simpática". Sin embargo, Von Auerswald también ofreció a sus lectores una técnica en la que uno sujeta a su oponente "entre los cachetes del trasero", o le apretaba los testículos. Quizá estas técnicas, aunque no del todo "simpáticas" para nuestros estándares, permitían que Von Auerswald, retratado en su libro como un viejo arrugado, superar fácilmente a sus oponentes más jóvenes. Mientras que la lucha en esa época parecía ser un deporte, otros Maestros incluían técnicas más letales. El tratado de Christian Egenolff, Der altenn Fechter de 1531, contiene instrucciones para dar cabezazos, estrangulamientos y una para "romper la espalda".

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El tratado más famoso de lucha que surgió del Renacimiento fue el texto de 1674 firmado por Nicolaes Petter y Romein de Hooghe, The Academy of the admirable Art of Wrestling. Este texto ofrecía "instrucciones claras y amables" para que el combatiente pudiera, con sus recién adquiridos conocimientos sobre el cuerpo humano aprendidos en el texto, evitar cualquier ataque usando las metodologías de lucha de Petter y Hooghe; sin embargo, estas parecen ser reiteraciones de obras de maestros anteriores a ellos, pero la articulación de estas eran claras e iban acompañadas de grabados maravillosos, lo que hizo de este libro la apoteosis de la instrucción en la lucha alemana.

Petter, un comerciante de vinos y aficionado a la lucha aparentemente murió en 1672. Su mujer se dedicó con ahínco a publicar el libro, y con ayuda de de Hooghe, un grabador de primer orden, el tratado salió publicado dos años después de su muerte. Las técnicas incluían varios lanzamientos y sujetamientos, incluida una maniobra brutal que puede describirse como un lanzamiento de los pelos. Petter recurría a las letras para nombrar a los participantes en cierta técnica. En este ejemplo, el primer hombre, D, sujeta a su oponente, E, por la cabellera y luego, girando los codos hacia dentro quedan paralelos y dentro de los brazos de E.

"Luego D jala a E del pelo, lo gira, le pone el codo en la espalda lo que permite que golpee a E en el rostro con la otra mano.

E, al estar en tal inconveniente, sujeto por el pelo, D se gir para que D y E queden espalda con espalda, D entonces pone su trasero contra E, y lo jala con gran fuerza, y como resultado de ello E girará y caerá por encima de D."

De un modo algo rebuscado, D termina lanzando a E por el pelo, y sin embargo, E no está derrotado a pesar de este insulto doloroso. Según lo grabados, E se levanta y "sujeta a D por la manga del brazo, y le sujeta la muñeca derecha con la mano derecha, y forza el brazo de D hacia dentro y pone su pie izquierdo en la parte de atrás de la rodilla de D, y así lo obliga caer".

Las metodologías de Petter vacila en la transición del de porte a las técnicas mortales contra oponentes armados con un cuchillo. Muchas de las aproximaciones a la lucha incluyen la mención de ser buenos deportistas y están obviamente dirigidas a competencias de lucha. Se pone más serio al dar explicaciones de qué hacer cuando un hombre desarmado se encuentra a un hombre con un cuchillo. Un grabado muestra al hombre desarmado pisando el pie del rival y al mismo tiempo golpeándole el rostro, aparentemente como un método para desarmarlo. También ofrece técnicas para romper la mano que sostiene el cuchillo, un método que hace que el rival se acuchille a sí mismo, así como una maniobra que parece salida directo de una película de Hollywood, donde uno patea el cuchillo de la mano del asesino. Muchas de estas maniobras parecen imposibles de implementar, por lo menos a alguien relativamente experimentado en el combate con cuchillos, aunque hay otras que parecen enteramente probables. Si importar si Petter fue el más grande Maestro alemán de la defensa, su tomo daba a los entusiastas de las artes marciales, tanto los contemporáneos de su tiempo y los modernos, tácticas de lucha con frecuencia ignoradas, desdeñadas o ninguneadas en una época dedicada al combate con florete o con espada.

Entre el siglo XIII y el XVII, los Maestros alemanes expandieron las técnicas tanto de Petter como de Liechtenauer al incluir otro tipo de armas y metodologías de combate, lo que generó un glosario de términos masivo y en esencia creo un nuevo lenguaje en el que cada vocablo era inseparable de una acción. Los lexemas individuales, ofrecidos para clarificar los movimientos avanzados requeridos para evitar el ataque con un florete, o un paso específico para zafarse de una llave de brazo, se combinaban para formar un diccionario de la Defensa, y un sistema de combate que era tanto palabra como acción. Era la máxima relación de significado y significante —un sistema de sentido que titilaría incluso al más árido de los semiólogos y pavimentó el camino para el lenguaje que utilizaron los luchadores de Catch-as-Catch-Can, o los practicantes del jiu jitsu brasileño siglos más tarde.