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Viví una semana con el sueldo mínimo argentino

Te contamos cómo es vivir en Buenos Aires a base de arroz, agua y humor negro
Ticket del supermercado 

Artículo publicado por VICE Argentina

Arranqué la semana comiendo unas galletitas de agua un poco húmedas. Es lunes, casi fin de mes y por mi barrio hay menos bulla que siempre. Mañana habrá un paro general contra las políticas del presidente Mauricio Macri y me decidí a hacer un “experimento social”: vivir una semana con el sueldo mínimo. Y, a la sazón, que se noten bien las comillas de “experiencia social”, por favor.

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Soy de Avellaneda, vivo en Retiro, trabajo como periodista desde los 18 años y hoy tengo 31. Soy hijo de una maestra y de un papá medio gitano loco al que veo muy poco. A veces, en mi intimidad, pienso que tengo gestos de burgués que incorporé en los últimos años cuando me empezó a ir “mejor” en el trabajo. Ahora, inevitablemente, después de perder el programa de radio que conduje a diario durante años, me tuve que ajustar. Lo escribo y vuelvo a pensar: “¿Gestos de burgués?” Salir a comer afuera una vez por semana y comprarme unos calzoncillos de vez en cuando. Qué mal nos tienen acostumbrados si eso es vivir como un burgués. Todo el mundo debería vivir bien, poder tener su laburo y ganar plata dignamente.


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Vuelvo al punto: voy a vivir esta semana con el sueldo mínimo. Como casi todos los argentinos. Como casi todos. Como todos. Vivir o intentar hacerlo. Por lo pronto, las galletitas de agua un poco húmedas me hicieron zafar el desayuno y tal vez la harina me salve un par de horas por delante. El dato que tengo que saber es que, al 1 de octubre de 2018, el Consejo del Salario (que dependía del ahora extinto Ministerio de Trabajo y que guarda contacto con el Estado Nacional y el Consejo Federal del Trabajo) estableció que el salario mínimo, vital y móvil en Argentina es de 10,700 pesos: 280 dólares al mes, aproximadamente. Y que nuestro país está en el puesto 12 de América Latina por debajo de Perú, El Salvador o Bolivia, entre otros.

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En rigor, voy a vivir con 2,675 pesos, que es el proporcional semanal correspondiente a ese salario mínimo. Sacaremos los gastos fijos: internet, gas, luz, agua y alquiler porque es tan imposible saber cuánto aumentarán cada mes y como complicado incluirlos en la ecuación sin fracasar estrepitosamente. Con el precio del combustible liberado, con el aumento consecutivo de los precios del transporte público, con gran parte de la quita del subsidio del gas y la luz, con el dólar a 37,40 y con lo caro que está todo, lo primero que pienso es que no me va alcanzar para nada. Ni para el flan. Ni para un carajo.

LUNES

Que sea la última semana del mes y yo esté haciendo este “experimento social” me hace pensar en dos cosas: primero, que ya pagué el alquiler, el monotributo, Internet y los servicios correspondientes a septiembre. Entonces, esta semana estará limpia de esas cargas. Segundo, que en poco más de una semana voy a necesitar juntar unos 12,700 pesos, aproximadamente, que es lo que me cuesta vivir en este monoambiente del barrio de Retiro (en el centro de Buenos Aires).

Hoy es el cumpleaños de Matías, mi mejor amigo, a quien conozco desde los 10 años. Él siempre fue muy generoso conmigo por lo que debería hacerle un regalo, una atención, algo. Me acordé ayer de su cumpleaños. Es un gasto que no esperaba, ni para esta nota, ni para el bolsillo. A Mati no le gusta el vino pero a su novia sí. Y como hay buenos vinos que no son tan caros, puedo quedar bien “con ambos” sin gastar tanto. Por eso, compré un vino Latitud 33 Malbec y un Syrah de 750 ml a 145 pesos cada uno. ¿El total y primer gasto? 290 pesos. Con esto voy bien.

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Por la tarde, acompañé a Matías a retirar una mesa industrial que compró para su trabajo. Viajé hasta Palermo en subte: 12,50 pesos. Fuimos a San Fernando en su camioneta. Dejamos la mesa industrial en Avellaneda. Las galletitas húmedas me hicieron el aguante en el estómago. Aproveché que andaba por ahí para ver a mis sobrinos. Compré y merendé dos paltas: 40 pesos. Mi cuñada me convidó dos panes tostados. Le puse limón, sal y adentro. Por la noche, durante el cumpleaños, comí hamburguesas y un pequeño pedazo de torta. El Uber desde Gerli hasta Retiro podía salirme muchísima plata. Finalmente, Matías me dejó en la puerta de casa. Los dos vinos fueron muy bien recibidos.

TOTAL: 332, 50 pesos argentinos.

MARTES

El sol pega sobre el cemento y en la calle no hay un alma. El paro general es el protagonista de todas las discusiones dentro de Twitter. Renunció Luis Caputo a la Presidencia del Banco Central y, ante la incertidumbre, el dólar se volvió a disparar. Ahora cuesta 39,58. Desayuno unas galletitas con mermelada de durazno DIA % pero la verdad es que me gustaría tener plata para ir a Starbucks y comprarme un Moccha con crema.

Antes de almorzar pasé por el supermercado para conseguir algunas provisiones. Compré yogurt firme, queso rallado, vainillas, mermelada de ciruela, medallones de carne, copos azucarados, tomate en lata, dulce de batata y algunas pavadas más: 258,40 pesos. Como no tenía para darme cambio, el cajero me redondeó en 260. ¿Qué recibí de compensación por el 1,60 faltante? Un caramelo horrible. Prefería que me de la plata u otra cosa pero se excusó: “No hay nada que valga 1,60”. Pienso: algún día voy a tener que escribir sobre los redondeos en los supermercados.

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Almorcé arroz con manteca y queso. Venía comiéndolo con aceite y sal, o con manteca y sal. Qué sé yo. Rinde. Es barato. Me gusta. De hecho, es una de las comidas sencillas que más me copan, pero vengo comiendo arroz desde hace tiempo. Entonces, también, a esta altura del mes y de la repetición, me jode bastante. Lo realmente bueno: le puse queso.

Hidratación postpartido

Por la noche, los martes juego al fútbol con Cristian Calavia, también periodista de VICE, y un convoy de músicos de distintas bandas. Como no había transporte, tuve que ir caminando hasta la cancha: son exactamente 6 kilómetros. Pensé: “Me ahorré 15 pesos”. La cancha salió unos 140 pesos cada uno. Y, a mis 31 años, caminar 6 kilómetros y jugar inmediatamente un partido no es la mejor de las opciones. Se me fundió el cuerpo. Tuve que comprarme un Powerade de manzana. Saladísimo: 85 pesos. Hice tiempo hasta las 12 de la noche que fue cuando se levantó el paro y volví en colectivo. Otros 15 pesos. ¿Qué cené? Arroz, de nuevo.

TOTAL: 500 pesos argentinos.

MIÉRCOLES

Mi cabeza ya hace cálculos: voy dos días y gasté más de 800 pesos. No me va a alcanzar. Hoy no quiero almorzar arroz. Desayuné unas galletitas de lino (estaban baratas, no hace falta juzgarme) con dulce de batata y fui a entrevistar a un bufet de abogados para una revista empresarial en la que trabajo hace tiempo. Por suerte queda cerca de mi casa, así que fui caminando. Lo “bueno” es que en la miseria me ejercito. Lo malo es que prefiero comer mejor y más, y tomarme un colectivo.

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Llegué al edificio. Me convidaron un café y dos bananas: zafé el almuerzo. Entrevisté a 11 abogados. Algunos interesantes. Otros, no. Volví caminando de la entrevista y me puse a preparar la clase de un taller de periodismo que hoy arranco a dictar en la Universidad de Buenos Aires. De hecho, el taller lo doy por primera vez con Cristian y, como también es el primer día, seguro vamos juntos a cenar una hamburguesa. Mi cara esboza una mueca de sonrisa: menos mal que no gasté plata para almorzar. Antes de salir, comí un yogurt que compré el otro día.

Cena regalada: la generosidad porteña no tiene límites

En el taller nos fue bien: fuimos caminando y tuvimos 12 alumnos. Otros 15 pesos para ser usados en otra cosa. Obviamente, lo celebramos a lo grande. Me comí una hamburguesa con panceta, papas y agua mineral en Dellepiane. Lo bueno del periodismo es que, haciendo notas, uno conoce mucha gente. Maxi, su dueño, es alguien a quien conocí entrevistando y hoy es mi amigo. Me invitó la cena. Nobleza obliga, dejé 100 pesos de propina. Volví a pata hasta mi casa. Una indiscreción: necesito comprarme talco porque, de andar, me paspé. Mañana me levanto temprano para ir a hacer una nota a La Plata. Fue un buen día: no almorcé ni cené arroz.

TOTAL: 100 pesos argentinos.

JUEVES

Me levanté bien temprano y viajé hasta Berisso, cerca de La Plata. Fui a entrevistar a los responsables del nuevo puerto TecPlata. Para ir hasta allá, quedamos en un punto medio y, por suerte, me llevaron y trajeron en una combi. Acá me ahorré unos 142 pesos. Ahí, subí a una grúa de 51 metros de altura. ¿Tuve miedo? Obvio. Pero ya fue todo: subí igual. A propósito, piloteé el desayuno: me convidaron un té y dos medialunas.

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Grúa de TecPlata

Hoy aumentó el dólar otra vez: ahora cuesta 40,54 pesos. Desde que arranqué esta experiencia ya subió más de tres pesos. Jimena, mi novia, tiene franco de su trabajo y voy a hacerme un rato para comer con ella. En la heladera no tengo nada potable. ¿Arroz? Paso. La posta es que siempre que puede me invita ella pero, como recién empezó con un nuevo trabajo la invitaré yo. Mi barrio es injustificadamente caro y eso me da bronca. Imposible comprar carne, frutas o verduras. No obstante, abrieron un lugar donde venden empanadas a 10 pesos. Puede que sea el mejor lugar del mundo, el mejor amigo de la crisis económica. Compré dos docenas a 240 pesos. Sumé una pequeña Coca Cola de 220ml, esas de copetín, para saborear algo dulce: 15 pesos. Nos comimos casi una docena. Eran chiquitas, que valga la excusa para justificar la gordura.


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Por la noche, atravesando una fuerte lluvia, fui a un evento de una marca de espumantes. Quedaba cerca de la estación Dorrego, en la Línea B del subte. De hecho, marché un subte hasta allí: 12,50 pesos. Tenía que hacer una nota para una conocida revista de negocios. En medio, me dieron mucho alcohol. Rico. Variado. Mucho, mucho. Y gratis. Obviamente, terminé borracho y sin entrevistar a nadie. Espero mañana poder remendar este asunto pidiendo algunos contactos por WhatsApp y haciendo algunas preguntas por ahí. Y lo más importante: disculparme.

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Enseguida, me crucé con algunos amigos y cenamos en El Imperio de la Pizza, una famosa pizzería en Chacarita. Dos porciones para cada uno. Me quedé con ganas de más pero la cuenta ya iba a venir saladita. Salen unos 200 pesos por cabeza, con propina incluida. Si bien era tarde (2:20 am) y me levanté temprano (6:45 am), ni siquiera se me cruzó por la cabeza la posibilidad de volverme en taxi o no sé qué. Ajustar la billetera le ganó a la tormenta. Retorné en colectivo, empapado y a pata: 13 pesos.

TOTAL: 480, 50 pesos argentinos.

VIERNES

Tal vez sea un poco tarde pero debería a empezar a pensar en el alquiler. En poco más de 10 días voy a estar llorando sangre para juntar todo y voy a lamentar todas estas empanadas, pizzas y hamburguesas. ¡Mierda! Es que no me gusta quedarme en mi casa. Basta, arroz, te odio. En realidad, te quiero pero tomémonos un tiempo. Es mejor para los dos. En suma, de esta plata destinada a vivir esta semana debería sobrarme algo para empezar a construir un pozo y, así, pagar lo que tengo que pagar. Prometo que hoy voy a cuidar el mango lo máximo que esté a mi alcance.

Volvió a subir el dólar. Ahora está: 41,90 pesos. Nuestra plata vale cada vez menos. No quiero ni hacer el cálculo de cuánto era el sueldo mínimo cuando arranqué esta experiencia y cuánto cuesta hoy. Puteo, insulto, maldigo y pataleo. Trago veneno. También quiero tragar comida, por eso pienso en lo bien que estuve en comprar dos docenas de empanadas baratas ayer. Me como unas 5. Vienen con muy poco relleno y son tamaño XS pero me gustan. Además, necesito ahorrar guita. Vengo teniendo gestos de bacán como el de ayer pero no sé cómo pagar el alquiler.

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Después de escribir durante unas horas y trabajar en casa, recordé que no tengo encima mis auriculares: los olvidé en casa de un amigo. Subí al colectivo y el saldo marcó negativo. Aquella debe ser una de las sensaciones más frustrantes de todas. Tuve que ir a un kiosco a cargarle 200 pesos a la Tarjeta SUBE. ¡Agh! La SUBE come más que yo. Viaje ida y vuelta: 27 pesos. Por la tarde, fui al supermercado y compré algunas cosas que necesitaba: aerosol mata cucarachas, galletitas, naranjas, queso rallado, algún snack. Sigo queriendo comprar un pedazo de carne pero los precios salen de mi lógica. Sigo queriendo comprar frutas y verduras pero están carísimas. Sigo queriendo tener poder adquisitivo. Siempre busco la oferta, nunca compro nada que no esté en promoción. O lo intento. Gasté unos 306, 94 pesos. Inhalo, exhalo. Inhalo, hago cuentas, exhalo.

Al rededor de las 22 pm pasé por Dellepiane. Es más fuerte que yo. Me queda cerca de casa y es el bar donde habitualmente paro con mis amigos. Tiene una cosa litúrgica de la que me cuesta despegarme. Iba a tomarme unas cervezas pero desistí. Mañana juego nuevamente a la pelota y ahora el cuerpo me pasa factura. Compré un agua mineral: 50 pesos. Más tarde, Agustina, una amiga, me sugirió tomar un helado en una famosa heladería de Av. Corrientes y Rodríguez Peña. La acompañé hasta la puerta. Vi los precios. No tomé nada. Me volví a casa a escribir, ver televisión y dormir.

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TOTAL: 583,94 pesos argentinos.

SÁBADO

Me deben quedar unos 600 pesos. Bueno, perdón por lo cambiante, pero la verdad es que lo estuve pensando un poco más: tengo que sacar de toda esta experiencia la variable alquiler y gastos fijos. No me va a alcanzar. Ya está, es un hecho. El sueldo mínimo es menos que el alquiler de un monoambiente, expensas, luz, gas, Internet y monotributo. Ni hablar del tema comida. En fin, ya veré cómo soluciono este asunto en unos días.

Almorcé las últimas empanadas que quedaban en la heladera. Hice dos entrevistas telefónicas y escribí una nota. Me enlisté para ir hasta Gerli y jugar allí a la pelota con mis amigos del barrio. Para llegar, gasté 12,50 pesos en subte y otros 8,25 pesos en tren. Acá se yergue una variable económica con respecto a la geografía: la cancha de Gerli, casi tan buena como la de Palermo, cuesta unos 100 pesos por cabeza. Unos 40 pesos menos. Compré un jugo saborizado de 1,5l. a 45 pesos. Eso también es más barato en el conurbano que en la zona petitera de la ciudad. Aprovechando, estuve un rato con mis sobrinos, saludé a mi vieja y volví. De nuevo, el gasto espejo: 8,25 pesos en tren y 12,50 pesos en subte.

Gerli

Cené unas milanesas que me dejó mi novia en la semana. Eran dos, estaban ricas. Hice puré con unas dos papas que tenía. Creo que de no tener a toda la gente cercana que tengo no podría vivir solo en Capital Federal. En otro orden de cosas, mañana es la Muza5k, la maratón anual de fanáticos de la pizza donde se elige a la mejor representante porteña. Felizmente, me mandaron la acreditación. Allí estaré. Tengo ganas de tomarme una cerveza o un trago pero me contengo. En el fondo, sueño con que me sobre algo para pagar algún servicio o ponerle nuevamente plata a la SUBE. Me conformo con unas galletitas dulces. Me duermo.

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TOTAL: 186,50 pesos argentinos.

DOMINGO

Último día de la experiencia. Última chance de ahorrar algo para pagar, por lo menos, una parte de internet, que es lo que me permite trabajar. Hoy es la Muza5k, maratón de la pizza porteña y se hace por mi barrio. Camino hasta Av. Corrientes y Florida con mi remera y mi cinta de acreditación. Como porciones de pizza de Pétalo, Génova, La Americana y Kentucky. Todas quedan de paso. La próxima parada es a unas 20 cuadras, aproximadamente. Mi amigo Matías, con quien fui, insiste en que tomemos subte hasta allá. Lo hacemos: 12,50 pesos. Comemos en Pin Pun, en la que para mí fue la mejor de este recorrido pizzero y calórico. Siguiente destino: el barrio de Chacarita con El Imperio y Santamaría. Tal vez, otras 20 cuadras o más. Otro subte: 12,50 pesos. En total comimos unas 6 porciones de pizza. Nos convidaron algún aperitivo. Tengo ganas de dormir una siesta pero camino hasta la radio con Cristian Baral, el coordinador y productor de mi programa de radio.

Muza5k

Durante el programa, alguien se puso con unas facturas. Yo estaba llenísimo: no comí ni una. Cuando terminó el show, volví en colectivo (13 pesos) a mi casa. Los domingos son un día atípico: casi no gasto plata. Comí dos de las tres naranjas que compré el otro día en el supermercado. La fruta que venden ahí no es tan buena. Estaba lleno de muzzarella pero algo tenía que comer. Ojalá sea más pizzas.

TOTAL: 38 pesos argentinos.

EPÍLOGO

De movida, sobrevolando los costos fijos, el sueldo mínimo no es suficiente para vivir en un monoambiente de Capital Federal, pagar los servicios, Internet, monotributo y comer. No quiero ni pensar cómo se las ingenian las familias con hijos para resolver su economía. Siendo un hombre de 31 años, con estudios universitarios, soltero (ante la ley) y un trabajo con ribetes y giros particulares (la miseria y el oro en las mismas 24 horas) represento a un sector de la sociedad privilegiado. Partiendo de esa base, el proporcional semanal me alcanzó para almorzar y cenar más o menos dignamente, hacer mis movidas y trasladarme. Zafé todo lo que pude. También, claro, caminé un montón. Gasté en total unos 2,221.44 pesos. Me sobraron 453.56. Suponiendo que me sobrara eso por semana, a fin de mes serían unos 1,814.24 que es, más o menos, lo que cuesta el monotributo. ¿Y el alquiler, expensas, luz, gas e internet? ¿Ropa? Bueno, esa es otra historia. De fondo, concluyo que si la experiencia se traslada al mes no podría ni arrancarla: no me alcanzaría ni para el flan.

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