Yadira: una vida de 19 años arrebatada

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La columna rota

Yadira: una vida de 19 años arrebatada

"Queremos que esto no vuelva a pasar, porque en cinco años un asesinó que manipuló y engaño a mi hija va a estar libre”, dice su padre.

Yadira García nació el 27 de diciembre de 1997. Era hija única de Julián, un panadero originario de Veracruz, y Celia, empleada doméstica nacida en el Estado de México. Yadi, como le decían de cariño, tenía 19 años y quería estudiar gastronomía porque soñaba con poner una pastelería.

Después de vivir 19 años en un edificio de cuartos que su madre administraba, la familia encontró un nuevo hogar en la colonia Cuchilla del Tesoro, en la delegación Gustavo A. Madero, en la Ciudad de México. "El dueño nos dijo que todos los vecinos eran muy tranquilos", cuenta Julián. El lugar era muy sencillo pero les aseguraron que no corrían peligro, por lo que decidieron quedarse.

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Yadi tenía 19 años y era muy noble, recuerdan sus padres. En esa colonia entabló amistad con un chico llamado Kevin, quien le contó que vivía con su "tío" porque su mamá lo había abandonado.

Durante tres meses, la vida de esta familia siguió su curso: sus padres salían muy temprano a trabajar, Yadi se ocupaba de los quehaceres de la casa y por las tardes iba a la preparatoria.

El 27 de junio de 2017, Celia se fue a las 6:30 de la mañana a trabajar. Ese día Yadi lavó la ropa y preparó la comida. Durante el día se mantuvo en contacto con su mamá. Era aproximadamente la 1:00 de la tarde cuando Yadi hablo con su mamá para decirle que le tenía una sorpresa. Cuando hablaron nuevamente, cerca de las 4:00 de la tarde, Yadira le preguntó a su madre si ya iba a la casa porque estaba emocionada por mostrarle la sorpresa. Ése fue el último contacto que tuvieron.

Alrededor de las 5:40 de la tarde, Julián salió de la panadería para ir a comer con Yadi. Al llegar a la casa no la encontró. Le llamó a Celia para preguntar por su hija y la madre respondió que seguramente había salido a la tienda. En la mesa estaban las tortillas aún calientes, en la estufa la comida que su hija había cocinado y la ropa limpia estaba en el tendedero. Julián decidió comer solo y salió a comprar agua. Cuando regresó de la tienda se encontró a Kevin, quien al verlo se puso nervioso, sin embargo no lo tomó en cuenta.

El cielo estaba oscuro porque se avecinaba una tormenta. Julián vio la ropa tendida y decidió meterla para que no se mojara. Al salir vio una bolsa de basura negra, pero la ignoró pensando que los vecinos la habían dejado ahí. A las 6:45 de la tarde salió de casa.

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Celia llegó a las 7:20 de la noche y se percató de que Yadira no estaba. "Noté manchas de sangre en la puerta de la casa y cuando encontré la bolsa, le pedí a unos vecinos que me ayudaran a ver qué había en la bolsa", cuenta. "Es Yadi", le dijo el chico que le ayudó.

Celia abrió la bolsa y sí, era Yadi. De inmediato le llamó a Julián, a su patrona e inició una pelea con los vecinos, pero nadie le ayudó. El cuerpo de Yadi aún estaba caliente cuando empezaron a llegar policías. Se llevaron a los padres a declarar y el cuerpo de Yadira fue trasladado al Instituto de Ciencias Forenses (INCIFO).

El 29 de junio les entregaron el cuerpo y Yadira fue enterrada en el pueblo de su mamá.

Kevin fue detenido, encontrado culpable y sentenciado a cinco años en el Consejo de Tutela. "Queremos que esto no vuelva a pasar, porque en cinco años un asesinó que manipuló y engaño a mi hija va a estar libre”, dice Julián.

Yadira fue el feminicidio número 52 en la Ciudad de México durante 2017, de los 96 que registramos ese año. Yadira era una mujer que tenía un proyecto de vida, iniciaría la universidad pero fue violada y asesinada brutalmente por Kevin, con quien iniciaba una relación de noviazgo. “Su error”, menciona su padre, "fue confiar en quien no debía".

La sorpresa que tenía Yadira para sus padres eran sus excelentes calificaciones. Hoy estos padres piden solamente que quienes hacen las leyes en este país consideren dejar de castigar a los menores por la edad, que los castiguen por el delito, son las voces de unos padres que se unen a decenas de padres en ese grito de justicia.

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@FridaGuerrera

fridaguerrera@gmail.com