Las 10 preguntas que siempre quisiste hacerle a un motochorro
Ilustración por Violeta Mal

FYI.

This story is over 5 years old.

violencia

Las 10 preguntas que siempre quisiste hacerle a un motochorro

“No importa si sos chico, chica, abuela o si estás embarazada”, me dijo Kevin, un joven de 25 años que está actualmente detenido en el penal de Ezeiza.

Artículo publicado por VICE Argentina.

El motochorro sabe a quién le va a robar. Primero observa. A veces ya tiene fichada a la persona, otras veces es al azar. Vivo caminando por la calle y veo sistemáticamente, con facilidad, pibes que saltan para robar algún celular hacia una ventanilla de algún colectivo, pibes que pasan con su moto y roban a alguien distraído en una esquina, pibes que me persiguen, me hablan de cerca, me piden la hora, me piden un pucho, me piden algo.

Publicidad

Luis Vitette —conocido por ser el protagonista del “robo del siglo” en el 2006 al banco Río de la localidad bonaerense de Acassuso— me contó que la terminología motochorro surgió después del 2000, sin embargo es una profesión que nació en la década del 80 para hacer salideras bancarias. Él no se considera chorro, “esa palabra es horrible”. Sin embargo tiene muy en claro como nació, cuál era el objetivo y en que se caracteriza: “era la época donde reconstruyen el microcentro porteño y colocaron los postes de cemento de un metro, eso determinaba que los autos no podían circular, entonces la moto permitía hacer un robo fácil. Garantizaba una fuga inmediata, sin complicaciones, podías ir a contramano o meterte rápidamente entre los autos y camiones. Las motos arrebatan, y lo que se llevan cambia de acuerdo a la época, antes eran maletines, bolsos, mochilas, después vino la época de los relojes, ahora son los celulares, bueno, ahora hasta las zapatillas te sacan”.

Kevin tiene 25 años, es del barrio de La Boca. Está en el penal de Ezeiza hace tres años y le falta uno y medio para salir. Está preso por un robo que “salió mal”. Me cuenta que su amigo se quedó paralizado y los agarraron a los dos. “Aunque pienses que un año y medio no es nada, para mí es una eternidad”.

Con la intención de conocer más sobre este oficio le pregunté sobre los robos, los arreglos y las lecciones en la ciudad de Buenos Aires.

Publicidad

VICE: ¿Cuándo empezaste a robar?

Kevin: A los nueve años. Nací viendo a mi viejo en cana. Salía por el barrio a robar y con el tiempo lo hacía más rápido. Desde el 2000 fue más fácil, comprabas una moto en cuotas y te olvidabas del asunto. Es que en mi barrio hay mucho turismo, el 50 por ciento de la gente que camina por La Boca está regalada. Si le pido algo, un pucho, la hora o una moneda, me doy cuenta automáticamente si es de ahí o no, y se le roba fácil. Al turista lo identificas a metros de distancia, el turista está regaladísimo.

¿Es más fácil salir solo o acompañado?

Siempre es más fácil salir acompañado, uno se baja y se sube a una moto andando. A veces yo estaba caminando, veía alguna chance, la aprovechaba y no tenia ni que correr, a los dos pasos había una moto esperándome para salir, y salimos volando.

¿Siempre te moviste por el mismo barrio?

Sí, los vecinos me conocían, incluso la policía me saludaba gritándome: “¡Che vos! Portate bien”. Con la cana tengo buena relación, a veces los callas con algo y, si no, vigilas que ninguno esté cerca para poder robar tranquilo y que nadie te diga nada. El barrio de La Boca es un laberinto, si te distraes dos segundos podes girar muy mal, irte para cualquier lado, y eso se nota a metros de distancia. Cuando robás en tu barrio tenés poder.

¿Hay algún barrio en el que no se pueda robar?

No, en todos los barrios se puede robar. No es cuestión de lugares, es cuestión de personas. La oportunidad está en una persona que se viste bien, que lleva un reloj caro o un celular en la mano y eso puede pasar en todos lados.

Publicidad

¿Hay algún tipo de código entre ustedes?

No, eso no existe, nos chupa tres huevos si es hombre o mujer, si es vieja o está embarazada, uno lo que quiere son las cosas. No quiere lastimar ni que haya quilombo.

¿Pensás que hay más violencia ahora?

Un poco sí, pero porque los pibes no miden, yo tenía un arma pero no la sacaba, o si la sacaba no la usaba ni en pedo, ese era mi última opción. Hoy los pibes andan muy drogados y no les importa ni la vida de la gente. El paco te jode, te hace no pensar.

¿Qué querés hacer cuando salgas?

La idea es salir y no volver a la misma, sino ponerme a estudiar. Cuando uno tiene una mala experiencia intenta no cometer los mismos errores. Por ejemplo, si yo hoy te robo la cartera seguramente mañana saldrías a la calle con otra actitud, con otra cartera, puesta de otra manera o más atenta. Bueno en mi caso es igual, yo estoy preso, si mañana salgo y tengo la misma actitud que antes de entrar soy un boludo. Todo es una lección.

Artículos relacionados:

El regreso de un pesado: De ladrón de bancos a dealer de cocaína en el DF

Presos que fotografían presos

Los lujos gastronómicos de los presos en la Ciudad de México