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ESPAÑA

Así nos imaginamos la vuelta de Rajoy a su curro de funcionario

El expresidente ha vuelto a su antiguo trabajo como registrador de la propiedad. Tenemos la seguridad de que ha sido un auténtico infierno.
Sergio Pérez/Reuters

Rajoy ha vuelto a su puesto de registrador de la propiedad (¿qué diablos es esto?) en el Registro de Santa Pola, en Alicante. ¿Qué os parece? De momento este artículo parece un artículo normal de esos de leer en El Diario. Tranquilos, esto cambiará en breve. El tipo, Mariano —el expresidente de España—, dejó el puesto hace 28 años y hoy lo ha recuperado (¿tenía una excedencia?), quitándole el puesto a su sustituto, un tal Francisco Riquelme (recolocado en la ciudad de Murcia), el auténtico protagonista de esta gran tragedia.

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Mariano solo estuvo dos años currando en este sitio antes de largarse a perseguir su sueño político de gobernar la España de todos, dos años gloriosos que supuestamente tienen más peso que las casi tres décadas que estuvo Riquelme al cargo.

El expresidente tendrá ahora siete personas a su cargo, cosa que no es un mal cambio. Pasar de ser responsable de más de cuarenta y seis millones y medio de personas a menos de diez debe ser todo un alivio.

La gran pregunta no es si Rajoy podrá adaptarse a esa vida sencilla, sino si ese “donde estaba” está dispuesto a aceptar este nuevo Rajoy que ha llegado después de tantos años de ausencia

Como un rockero que abandonó su ciudad natal y dejó a sus amigos, familia y amantes en la estacada para convertirse en una estrella del rock, Rajoy vuelve a casa tras el fracaso de su último disco, más progresivo y oscuro que los que le lanzaron a la fama (el redactor empieza a mezclar la metáfora con la realidad).

Ahora Rajoy "se ha retirado de la política y vuelve a donde estaba" —declaraciones reales—, en una especie de ejercicio de humildad sin precedentes. Pero la gran pregunta no es si Rajoy podrá adaptarse a esa vida sencilla, sino si ese “donde estaba” está dispuesto a aceptar este nuevo Rajoy que ha llegado después de tantos años de ausencia. Es el típico drama del going back home, como ese Beautiful girls de Ted Demme, el SubUrbia de Linklater o el mítico The Boys Are Back In Town (Los Chicos Han Vuelto a la Ciudad) de Thin Lizzy. Sí, Rajoy is back in town.

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Hoy Rajoy se ha levantado y ha decidido llegar 50 minutos tarde a su nuevo trabajo. Si algún privilegio te otorga haber sido Presidente del Gobierno es el derecho a que nadie te reproche el hecho de llegar tarde. Si Rajoy te manda el vídeo de Is this real life o se presenta a una cena con una Barbour no le puedes decir eso de “vas tarde, colega”. ¿Cómo diablos debe haber sido ese reencuentro con sus viejos compañeros de curro? Que empiece la ficción.

Una vez en la oficina, se ha saludado efusivamente —pero con cierta distancia— con sus antiguos camaradas. Las miradas son extrañas, hay cierta ilusión de ver a tu antiguo compañero que ha logrado dirigir el país pero a la vez está presente también esa rabia de la pareja despechada, del amigo que se quedó en el pueblo viviendo de cortar leña mientras su colega se largó a estudiar a la gran ciudad y terminó dirigiendo Star Wars. Esa clase de envidia que genera un odio que se incrusta en los huesos y que únicamente se puede erradicar asesinato mediante.

Ahí tenemos al Rajoy intentándose ganar a sus “amigos” de nuevo.

—Hombre, “Come flautas”, ¡pero cuánto tiempo joder!
—Hola señor Presidente.

Lo que ha pasado aquí es bien sencillo. Rajoy intenta buscar cierta cercanía al rescatar una broma privada de hace 28 años. Al tipo este le encantaba desayunar esas flautas finitas llenas de chocolate que vendían en la panadería de al lado de la oficina (dos por 100 pesetas), donde iba la crew a desayunar por aquel entonces.

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Ellos las llamaban flautas pero no se llamaban flautas oficialmente, el caso es que el tipo se comía cuatro al día, por eso lo de “Come flautas”. “El Come flautas”. Jugaban con la ambigüedad esa de la broma homosexual, eran los años noventa, ya sabéis, se hacían estas cosas por aquel antaño. Pero “el Come flautas” realmente no “comía” “flautas”, en fin, ya me entendéis.

La vida de Rajoy está rodeado de complicados conflictos. Primero fue la corrupción, luego Catalunya y, finalmente, ese sitio que algunos llaman Santa Paola

El caso es que Rajoy intenta recuperar esa confianza perdida, agarrándose a ese clavo ardiente homófobo. El tipo está completamente perdido. Lo que Rajoy no sabe es que “el Come flautas” “salió del armario” hace décadas y que ahora la situación se ha tornado un poco incómoda. Hace años que todos los compañeros saben que “el Come flautas” es homosexual y que vive tranquilamente con Carlos, su pareja, en la avenida Maisonnavey, en Alicante.

Cuando estos han escuchado el desafortunado comentario de Rajoy se ha generado una silencio muy violento. Sudor recorriendo mejillas. ¿Sabéis? Este es el precio de una ausencia tan larga. De todas formas, “Come flautas” está demasiado impresionado por la figura de Rajoy y, aturdido, solo ha sido capaz de responderle con ese equivocado —y puede que incluso involuntariamente cínico— “Hola señor Presidente”.

La mañana ha sido una sucesión de momentos incómodos de este tipo, como cuando Rajoy ha bromeado con tirar a la basura la foto de familia que tenía Francisco Riquelme en su antigua mesa de trabajo, la que ahora será la de Mariano. Está claro que el intento de humor es una suerte de coraza que se utiliza cuando uno tiene vergüenza y se encuentra incómodo. Las cosas no serán fáciles para Rajoy en esta nueva etapa de su vida. El mundo real (no la escena política) ha cambiado y en el Registro de Santa Paola las cosas ahora son distintas, este ya no es ese lugar en el que trabajaban esos chavales de 35 años que aspiraban a comerse el mundo.

La vida de Rajoy está rodeado de complicados conflictos. Primero fue la corrupción, luego Catalunya y, finalmente, ese sitio que algunos llaman Santa Paola.