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Semana del Crimen

¿Cuál es el futuro de las cárceles en México?

La situación es tan grave y le resulta tan cara al país, que actualmente ya existe una corriente abolicionista que apela a la desaparición de estos centros de reclusión.
Carceles Tiempo (1)

Las cárceles en México están en crisis. De acuerdo con el último Diagnóstico Nacional de supervisión Penitenciaria, a cargo de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), hay muchas razones por las que preocuparse: reclusorios sobrepoblados, en los que escasea el personal, donde hay flujo de sustancias prohibidas, reos con lujos y, principalmente, donde estos últimos son tratados de forma denigrante y hasta violenta.

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La situación es tan grave y le resulta tan cara al país, que actualmente ya existe una corriente abolicionista que apela a la desaparición de estos centros de reclusión. Según dicen quienes la sostienen, el sistema es tan disfuncional que resulta contraproducente.

Balances tras las rejas

Elena Azaola es una especialista que ha investigado por 40 años este tema en México y asegura que está de acuerdo en varios puntos con los abolicionistas, pero que no cree que la solución sea desaparecer las cárceles. Según ella, el problema es tan complejo que, para una decisión de esa magnitud, primero habría que tomar en cuenta muchas cosas.

“El sistema penitenciario es un desastre que alguien tiene que empezar a corregir. Y yo considero que esto es imposible si no se toma consciencia de que su funcionamiento debe ceñirse a lo que dicta la ley. En este momento no se está cumpliendo con las normas nacionales y compromisos internaciones que México ha firmado en la materia”, asegura ella.

Y eso, dice, repercute directamente en el que considera como uno de los mayores problemas: la violación constante a los derechos humanos de los reclusos y de los trabajadores. Cosa en la que coincide el Diagnóstico Nacional de la CNDH.

En su más reciente reporte, publicado en 2017, la institución hace hincapié en que entre las deficiencias más comunes y alarmantes se encuentran las condiciones de autogobierno y hacinamiento que existen en muchas cárceles, así como el deficiente equipamiento e higiene de las instalaciones.

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También se menciona que, en la mayoría de centros que se visitaron para el estudio, no hay programas para la prevención de adicciones o de desintoxicación, así como que hay muchas fallas en las actividades educativas, deportivas y de alimentación. Según la CNDH, se encontraron con reclusos con privilegios, así como flujo libre de objetos y sustancias prohibidas, fallas en los procedimientos de visitas familiares y una muy deficiente cobertura de salud para todos los que se encuentran dentro.

Las únicas cosas que ellos mismos refieren que verdaderamente han mejorado tienen que ver con una mejor organización de comités técnicos en las cárceles, la salida de los Centros Federales de Readaptación Social (Ceferesos) de la lista de los señalados con sobrepoblación, así como una mejor forma de clasificar a los reos. Pero todo esto es mínimo en comparación con las cuentas que aún siguen pendientes.

“Quitarle a alguien la libertad es quitarle su vida entera”

De acuerdo con Azaola, el futuro de las cárceles es incierto, y depende en gran medida de la voluntad política de las autoridades.

"Con eso me refiero a que se apeguen a las normas y se dejen aconsejar por los expertos. Me parece que debería corregirse el sistema, destinar mejor los recursos y darle un trato digno lo mismo a trabajadores y reclusos. Ahí está la base de todo", dice ella.

En el tiempo que lleva estudiando el tema, asegura que se ha enterado de numerosos casos en otros países, donde la humanización de los prisioneros es la razón principal de que éstos incluso acepten de mejor talante sus condenas, y de que se rehabiliten y reintegren socialmente.

"Mientras sigamos maltratando a la gente en la prisión, lo único que obtendremos será una perpetuación de la violencia. A quien se le daña de tal forma, en un contexto tan opresivo como la cárcel, seguramente saldrá con huellas psicológicas y emocionales más profundas que cuando entró. Si a eso se le suma que la mayoría de de excarcelarios se les estigmatiza y relega hasta de las oportunidades de trabajo, hasta se entiende por qué tienen tantos incentivos para volver a delinquir", asegura.

Elena Azaola también cree que es verdad aquello de que en este sexenio se vive la peor situación penitenciaria en el país. Pero no tanto porque se hayan cometido más errores, sino porque mandato con mandato se van acumulando los errores que nadie soluciona. Respecto de la nueva administración que encabezará Andrés Manuel López Obrador, asegura que aún no delinean bien cuál será su política en la materia. Pero que espera que tome buenas decisiones al respecto, porque el tema es urgente.

"Quitarle a alguien la libertad es quitarle su vida entera; es un daño profundo, grave, cruel, a veces irreparable. En tanto las autoridades no entiendan eso y hagan algo en consecuencia, no podremos esperar nada bueno de las cárceles", afirma la investigadora.