Fue solo cuando dejé el alcohol que entendí lo malo que era para mí
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Drogas

Fue solo cuando dejé el alcohol que entendí lo malo que era para mí

Quizá algunos necesitamos que pongan fotos de la cirrosis hepática en las botellas de ginebra.
MA
traducido por Mario Abad

Este artículo apareció originalmente en VICE Canadá. Hace dos semanas, a las 4:20 de la mañana, me acabé mi última botella de ginebra. Espero que para siempre.

El consumo excesivo de alcohol ha sido un problema para mí durante mucho tiempo. El año pasado, gasté una cantidad innecesaria de dinero en alcohol —entre siete y quince dólares por día, dependiendo del lugar y lo que estuviera tomando— y los débiles esfuerzos por perder un poco de peso se vieron seriamente afectados por los números de calorías vacías que estaba tomando. Además, despertarme la mayoría de días con guayabo no es exactamente una sensación agradable.

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Una aplicación útil en mi teléfono me dice que en el corto tiempo que he dejado de beber, he ahorrado cerca de 100 dólares. Pero fue una serie de efectos causados por el síndrome de abstinencia —incluyendo pesadillas vívidas, fatiga extrema, y cambios de humor— lo que me dejó ver más de cerca los impactos reales que el consumo frecuente de alcohol produce en la salud.

No es como si no existiera un montón de estudios sobre el tema, solo que nunca me tomé el tiempo de buscarlos. Tal vez tenía miedo de lo que podría encontrar.

Debí haberlo hecho.


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Uno pensaría que los gobiernos, que regulan y obtienen un impuesto considerable de la industria del alcohol, podrían informar apropiadamente al público sobre los riesgos para la salud. En cambio, han desistido de ello, dejándole ese papel a los productores de alcohol para que fijen los términos.

"El gobierno tiene más responsabilidad que la industria del licor al no informar a los clientes", dijo Timothy Stockwell —director del Instituto Canadiense de Investigación sobre el Uso de Sustancias, y profesor en la Universidad de Victoria— en una entrevista con VICE Canadá. "Algún día los ciudadanos, así como lo hicieron con el tabaco, van a demandar a los gobiernos canadienses por no informar sobre los riesgos reales y comprobados que hay para la salud y el bienestar".

El año pasado, los canadienses gastaron 22,1 billones de dólares en alcohol. Fue la causa de muerte de 5.082 canadienses en 2015. En total, otras 77.000 personas fueron hospitalizadas gracias a su consumo en el 2016: cirrosis aguda, abstinencia, trastorno por el uso del alcohol, y muchas otras; lo que quiere decir que los hospitalizados por estas razones fueron incluso más que los pacientes con ataques cardiacos. Más de 200 enfermedades y problemas están relacionadas con la bebida, incluyendo la depresión, derrames cerebrales, y problemas en el corazón. Cuando se trata de prevención de cáncer, no hay un 'límite seguro' de consumo de alcohol.

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De acuerdo a un estudio de 2010 hecho por el legendario neuropsicofarmacólogo David Nutt, el abuso de alcohol es más dañino para el que lo use y la sociedad, que cualquier otra droga fuerte, incluyendo heroína y cocaína. Sus efectos suelen manifestarse mucho más lento que en otras sobredosis, pero aun así son el resultado directo del abuso crónico de sustancias.

Mi ignorancia sobre los daños no era particularmente extraña. Stockwell dijo que tan solo el veinticinco por ciento de los canadienses que beben alcohol son conscientes de la relación que tiene la bebida con el cáncer o de la guía de bajo riesgo por consumo de alcohol (para las mujeres, diez bebidas a la semana con no más de tres tragos a la vez. Quince tragos a la semana para los hombres, con no más de cuatro a la vez y dos 'días de descanso' por semana).

"Muchas veces, las personas no saben cuáles son los daños que produce el alcohol, así que la mayoría del tiempo se escuchan rumores aquí y allá, pero no saben lo concreta que es la evidencia al rededor del alcohol", añadió Jenna Valleriani, consejera estratégica del Canadian Students For Sensible Drug Policy y experta en política de cannabis, en una entrevista con VICE Canadá.

Según los expertos, esto ocurre debido a las decisiones laxas del gobierno canadiense, incluyendo la falta de stickers de advertencia en botellas y latas, al igual que con el tabaco, o iniciar una campaña de marketing negativo, o restringir la publicidad de la industria licorera. Pero cuando ganas 6.100 millones de dólares al año por algo, tal vez prefieres no criticarlo.

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Ann Dowsett Johnston, periodista y autora de Drink: The Intimate Relationship Between Women and Alcohol ('Beber: la relación íntima entre las mujeres' y el alcohol, en español), dijo en una entrevista con VICE Canadá que existen tres factores que influyen en la forma en que las personas beben: publicidad, precio y accesibilidad. Cada política varía de un lugar a otro. Pero Stockwell dice que para implementar el precio mínimo asociado a la potencia del alcohol —que aumentó en un diez por ciento el precio por una disminución del veintidós por ciento en la compra de cerveza durante un estudio de 2012—, el público necesita una conciencia solida sobre los riesgos para la salud.

Los stickers de advertencia en botellas y latas, como los que hay en paquetes de cigarrillo, son un gran comienzo desde un punto de vista de reducción de daños. Aunque todavía no existe una clara relación entre mayor conocimiento y menor consumo del alcohol, puede incrementar la tasa de intención de dejarlo, un importante primer paso en el proceso.

Eso se basa en investigaciones sobre el sistema de etiquetas de advertencia estadounidense, que según Stockwell es "bastante discutible porque las etiquetas son malas". Introducida por primera vez en 1988, la Ley de Etiquetado de Bebidas Alcohólicas requiere una pequeña etiqueta en blanco y negro que informe a los usuarios sobre los riesgos del consumo y trastornos de alcoholismo: estos son hechos que la mayoría de la gente conoce.

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Por primera vez en el mundo, el instituto Stockwell y el Public Health Ontario colaboraron en noviembre para aplicar stickers coloridos, bien posicionados y de carácter informativo en todas las botellas y latas en una tienda de licor en Whitehorse, Yukon. Los stickers incluyeron gráficos que informaban a los usuarios acerca de la comprobada relación entre el alcohol y el cáncer, así como las líneas de bajo riesgo de consumo anteriormente mencionadas.

Pero solo un mes después, el gobierno de Yukon suspendió el estudio debido a presiones de la industria del alcohol, que incluyó alegatos de difamación.

"Hemos sido criticados por no consultarlo con la industria", dijo Stockwell. "Bueno, sabíamos que así iban a reaccionar. Nuestro estudio no habría salido del tablero si lo hubiéramos consultado con ellos. Habrían ido inmediatamente a los ministerios importantes y habrían hecho amenazas. Ni si quiera hubieran considerado nuestro proyecto".

Esas mismas fuerzas ayudan a mantener lo que los críticos describen como regulaciones increíblemente débiles y voluntarias sobre las advertencias del alcohol; una situación que fue parodiada en un episodio de Shouth Park de 2014. Y Valleriani dijo que la publicidad del alcohol y las licencias se vuelven cada vez más permisivas a medida que Canadá se acerca a la legalización del cannabis, señalando carteles masivos en las calles principales de Toronto, las nuevas 'pop-up stores' de LCBO y el reciente 'A Very Mommy Wine Festival' de Toronto.

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"Si alguien tratara de alguna vez de hacer lo mismo pero con cannabis, habría una gran protesta", dijo Valleriani. "Todos disfrutan de una copa de vino aquí y allá. Debido a eso, no podemos ver el alcohol como lo que realmente es. Con el cannabis siendo legalizado, podríamos tener una oportunidad de dar un paso atrás y analizar lo que pensamos del alcohol. Y tal vez es momento de ser más restrictivo con el alcohol por sus conocidos efectos en la salud".

En últimas, puede que sea necesaria una anulación de lo que Johnston considera una cultura 'alcocéntrica', en la que muchos de nosotros no nos imaginamos la posibilidad de relajarnos, celebrar o divertirnos sin el "lubricante social" de la bebida. Johnston dijo que llevar una vida social sin alcohol es de hecho, una habilidad que debemos aprender. Pero dada la naturaleza lenta y progresiva del abuso del alcohol, piensa que vale la pena el esfuerzo y que puede hacerse en un mundo completamente nuevo de autoconocimiento y respeto propio.

"Realmente no creo en la política del miedo y me preocupa ser vista como una prohibicionista", dijo. "Pero sí considero que si nos volviéramos más abiertos frente al dialogo que rodea al alcohol y el papel que juega en nuestras vidas, nos beneficiaríamos como sociedad".

¿Recuerdas el estudio de 2010 que concluyó que el alcohol era la droga más peligrosa cuando se trataba de combinar los daños en el usuario y en la sociedad? Bueno, ocurre que tres de las drogas menos dañinas son los hongos, el LSD y el MDMA.

Ciertamente no estamos calificados para darles consejos médicos, pero, bueno, sabemos que hay drogas más seguras —basándonos en evidencia— para ayudar a superar las devastadoras realidades del cambio climático, las deudas estudiantiles y la inminente guerra nuclear.

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