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Marca España

Hablamos con españoles que no leen

Un 40% de españoles no tocó un libro en los últimos cinco años.
Libros ardiendo vía Wikimedia Commons

Según el informe de la Confederación de Gremios y Asociaciones de Libreros (Cegal), de enero de 2016, un 39% de los españoles no leyó un libro en todo 2015. Traducido a nuestro día a día: más de 18 millones de personas, de esas que te cruzas cada mañana en la calle, no llegan al punto final de una novela, un ensayo o una compilación de haikus en 365 días. Ninguno habrá cerrado con soberbia las tapas al conocer el desenlace de un suspense o apagado con un suspiro el 'ebook' de turno tras una trama amorosa.

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Hay excepciones que reducen la cifra: el estudio empieza a los 14 años y excluye las páginas de internet (sean blogs, información o tutoriales) o los volúmenes académicos. En cualquier caso, los datos han corrido por las redes como la pólvora. Echando las manos a la cabeza a muchos agoreros y a los bolsillos a muchos libreros y editores, sectores en declive. Lo que reflejan estos porcentajes con tanta chicha viral no tiene por qué ajustarse a un patrón único. A un binomio lector/no lector que estratifique la sociedad. Dentro de cada número hay casos personales. Decisiones múltiples que, por obligación o prioridades, responden eso de 'preferiría no hacerlo' cuando les hablas de un título.

Al fin y al cabo, leer podría considerarse otro pasatiempo más, igual que alinear caramelos con la pantalla del móvil o pensar en cómo aprovechar la coliflor de ayer entre paradas de metro. No deja de desprenderse, sin embargo, cierta superioridad moral en aquellos que dicen hacerlo. La encuesta también desgrana que las mujeres leen más que los hombres o que la mayoría de lectores añade alguna otra actividad cultural como el cine o el teatro. Hablamos con todas esas personas que se han pasado un año sin arañar celulosa.

Moncho (izq.) y Tami

Tami y Moncho, de 40 y 39 años.

"Uno, o dos, o tres", resopla Tami cuando se le pregunta por los años que lleva sin leer. La causa la señala su dedo índice: dos niños. La rutina manda. Y el cole o las tardes impiden a esta pareja de Galicia y Soria residente en Mallorca sentarse a engullir una novela. "El otro día estaba en la playa con una amiga y le dije de broma: 'mira, ¿qué están haciendo esos tíos tan raros?' por los que estaban leyendo", ríe Tami. VICE: Pero, ¿os gusta leer?
Tami y Moncho: Claro. Y echamos de menos la tranquilidad que da el leer por leer. Por gusto. Pero es imposible con hijos. ¿Qué fue lo último que os marcó?
Recordamos haber leído en un viaje por Sudamérica hace unos años Las venas abiertas, de Eduardo Galeano. Y luego, El club de las malas madres o Una muerte, un amanecer. De vez en cuando consultamos cosas en internet.

¿Y qué hacéis si de repente tenéis un rato?
Móvil y observar a la gente. Hablar con alguien, borrar fotos…

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¿Creéis que vuestros hijos cogerán el gusto por la lectura?
Creemos que sí, que van a leer igual que nosotros con su edad. En ese sentido, no veo mal el 'ebook' o la 'tablet' para que se animen.

¿Lo hacen ahora (con 11 y 4 años)?
Creo que en general nos cuesta mucho más leer a todos. Tenemos mil estímulos. Con esta sobreexposición a cosas tenemos la cabeza llena de cosas. Nosotros no paramos de tener algo rondando: ir a buscarles, preparar cosas para el día siguiente…

¿Algún recuerdo bonito relacionado con la literatura?
Los veranos en el pueblo. O las idas y vueltas en metro a la universidad en Madrid.

¿Cambiarías algo por sacar un hueco para meterte en una historia?
No creo que pudiéramos. Lo único sería cambiar ver una peli cuando ya es de noche y están durmiendo, pero es difícil: nos quedaríamos dormidos al segundo párrafo.

Valeria, 68 años

Se enciende un cigarro en una concurrida calle de Madrid y mira al frente. Está esperando a que su hijo y su yerna le compren una crema para la cara. No se le ha ocurrido que puede cubrir esos tiempos muertos con un poco de literatura.

VICE: ¿Desde hace cuánto no abres un libro?
Valeria: Buah, años. Antes sí leía, en Rumanía, de donde soy. Pero de joven, hace mucho. Aquí no entiendo bien el español y me echa para atrás.

¿Y no puedes conseguir algo en rumano?
No puedo. No tengo dinero. ¿Y gratis, por préstamo o conocidos?
Imposible. Tengo mucho estrés y muchos nervios. Mi cabeza no está para la lectura.

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¿Qué echas de menos de cuando leías?
Me gustaba sentarme con una buena historia de amor o de espías. ¿Algún título favorito?
Todavía recuerdo 'Los tres mosqueteros', 'El Conde de Montecristo' o 'Drácula' con mucha alegría y pena.

Samuel, 45 años

Su tiempo libre entre los quehaceres y el tajo apenas le dan para tomarse una refresco y un bocata de pie. Mira el reloj continuamente, con el polo del trabajo y, quizás, miles de pensamientos flotándole bajo un sol achicharrante. Son las dos de la tarde y ni anoche antes de dormir ni esta mañana con el café sus ojos han seguidos unas líneas escritas. VICE: ¿Por qué no lees?
Samuel: No puedo. No tengo tiempo. Me gustaría, pero imposible. ¿Qué horario tienes?
Curro de dos a diez de la noche. Y por las mañanas, como vivo solo, me toca hacerme la colada, tender, preparar la comida… ¿Y en los trayectos de metro?
Miro al frente y pienso. ¿Qué es lo último que recuerdas haber leído?
Puf, el plano del metro o un periódico gratuito. Pero debió de haber sido hace cinco años. ¿Te gustaría tumbarte un rato a leer?
Sí, leería la Biblia. No me interesan ni las novelas ni lo que se cuelga en redes sociales o las noticias. ¿Y comprar un libro?
Hace unos años le regalé a mi hermano Los santos también lloran, uno religioso. Pero no gasto el dinero en eso. Prefiero sentarme y mirar al frente.

María Jesús, 39 años

Con un bolso a los pies, un escaparate a sus espaldas y unos minutos de compras por delante, esta mujer pega un pequeño brinco cuando le hablas de novelas. No las mira ni por asomo. Da la impresión de que le dan repelús. De que incluso se cambiaría de asiento si alguien cercano estuviera con un libro. Desconfiaría: quién sabe.

VICE: ¿Hace cuánto que no lees?
María Jesús: Ni me acuerdo. En papel, desde que terminé los estudios para auxiliar de enfermería, en 2003. Pero libros y otras cosas, de siempre. ¿Y eso?
No me gusta nada. Me da pereza. Me aburre. Soy de las que espera a que hagan la película (ríe). ¿Te ha pasado toda la vida?
No. Una vez me leí hasta la mitad uno de fantasía. No me acuerdo de cómo se llamaba. ¿Y qué haces en el tren o en la espera del médico?
Nada. Ahora con el móvil todo el rato. O cuando tenía algo que estudiar, con apuntes. Ni en la peluquería, que hay revistas, leo: le echo un vistazo a las fotos, pero sin mirar las letras. ¿Nada de nada?
Bueno, en el móvil a veces abro enlaces sobre el maltrato animal. O cosas de yoga, chacras y esas cosas: yo es que soy muy zen. ¿Ni coger uno para el verano, para la playa?
¡Qué va! A la playa se va para tumbarse. ¿Y si te lo regalaran?
No lo hacen porque saben que no me gusta. Y yo tampoco compro para nadie. Mis amigas son como yo.

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David, 44 años

Tiene la semana encorsetada por tantas actividades que hasta su mujer se ha buscado un grupo de montañismo para poder hacer algo los fines de semana. Ese ritmo —a pesar de vivir en un pueblo salmantino en medio de la meseta— es el que le impide agarrar un suspense de los tochos y creerse un bandido durante horas. Eso, y que lo que tiene libre prefiere empeñarlo en cañas, siesta y otros placeres. No todo va a ser cultivar la mente.

VICE: ¿Ha sido un año o más?
David: Mira, llevo años que solo curro de lunes a viernes y arbitro los fines de semana. Llego reventado, me echo siesta y luego tomo algo o lo que sea.

¿No entra un libro entre siestas o antes de dormir?
Si quieres, haces hueco. Está claro. Pero yo ahora veo las noticias, hojeo varios periódicos por la mañana y no tengo ganas luego de estar con un ensayo.

¿Y antes?
Sí, he leído mucho. En el cole, lo que me mandaban. Y de buena gana. En mi primer trabajo, que estaba esperando muchas horas, leía también. En un par de meses me leí varios: cuentos de Allan Poe, el 'Walden II' de Skinner… Pero ahora si tengo descansos me pongo la radio.

¿Influye las miles de alternativas que tenemos?
Sí. A mis hijas les gusta mucho leer, pero se nota que —entre la edad, plena adolescencia y madurez, y las redes sociales— dedican menos tiempo.

¿Algún título clave?
Todos los años me leo el reglamento de fútbol. Es mi título de cabecera (ríe).

¿Y en el futuro, no sueñas a veces con ir a la playa y tumbarte con una buena novela?
Claro. Cuando tenga más tiempo y unas buenas vacaciones, sí. Aunque también te digo que soy más de chiringuito.

¿Qué opinas de la gente que lee a menudo?
Pues que me parece fenomenal, que es algo muy chulo. Leyendo nunca se pierde el tiempo: leer enriquece. Una cosa es que no lea novelas y otra que no sepa lo que se goza con ellas.