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Hablamos sobre Estado Islámico y sus matanzas con uno de los terroristas que atentaron en las Torres Gemelas

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Eyad Ismoil en su comparecencia en 1995. AP Photo/Ruth Pollack

Eyad Ismoil se encuentra entre los seis hombres acusados del atentado en el World Trade Center en 1993. Nacido en Kuwait y de padre palestino y madre jordana, Ismoil fue condenado a 240 años de prisión por llevar una furgoneta repleta de explosivos a los aparcamientos del edificio y hacerla explosionar, matando a seis personas e hiriendo a 1.000. (Durante el juicio, mantuvo su inocencia y aseguró desconocer lo que había en la furgoneta). Ahora, 20 años después de su detención y encarcelamiento en lo más profundo de los calabozos de la prisión de máxima seguridad ADX Florence, en Colorado, Ismoil ha sido trasladado a Virginia Occidental, concretamente a la prisión federal de alta seguridad USP Hazelton, donde yo estoy cumpliendo mi condena.

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Trabajo con Ismoil en uno de los centros de recursos del complejo en el que los presos tienen la oportunidad de alejarse de las apuestas, las drogas y la violencia que marcan la monótona vida de la prisión. Me pareció un hombre extremadamente inteligente y humilde; para ser alguien que supuestamente «odia a los infieles», no mostró señal alguna de aversión hacia los numerosos presidiarios y funcionarios que lo desprecian sin paliativos.

Pese a ello, el origen étnico de Ismoil y la naturaleza del delito que cometió lo convierten en un objetivo. Cada horrible acontecimiento que aparece en las noticias aviva el odio hacia su persona. Sin embargo, tras haber tenido la oportunidad de hablar con él, me ha sorprendido menos la oleada de terrorismo islamista radical de las dos últimas décadas. Así, la primera vez que pregunté a Ismoil sobre Estado Islámico tras los atentados de París, recibí otra pregunta por respuesta: «¿Por qué crees que lo hicieron?».

Contesté con lo único que sabía: «Porque nos odian».

Sonrió y puso lo ojos en blanco, como si quisiera decir que yo no tenía ni idea. Así fue como nació la improbable relación entre un atracador de bancos de Pittsburgh y un terrorista de Oriente Próximo.

Hace poco me senté con este musulmán de 44 años de edad y largas barbas para que me diera su punto de vista sobre Estado Islámico, la matanza de San Bernardino y otras tragedias como el ataque a la clínica de Planned Parenthood en Colorado. Me explicó que, para resolver los conflictos entre extremistas de Oriente Próximo y Occidente, era importante entablar un diálogo «de humano a humano» y dejó bastante claro que, de alguna forma, empatizaba con Estado Islámico. Naturalmente, la mayoría de los estadounidenses se llevarían las manos a la cabeza al oír esto, pero nuestra conversación me abrió los ojos a un mundo cuyos habitantes creen que la culpa del terrorismo es de los EUA.

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VICE: Como miembro de las primeras generaciones de terroristas, ¿quiénes crees que integran Estado Islámico y de dónde proceden?

Eyad Ismoil: Estado Islámico no son yihadistas a los que han reclutado de todas partes del mundo para luchar. Son musulmanes suníes que han vivido 25 años de guerras, torturas y violaciones. Son iraquíes y sirios que han tenido que vivir guerras injustas iniciadas por el Gobierno de los EUA. Y cuando el Gobierno de los EUA se retiró de Irak en 2010, el gobierno chií de Maliki empezó a asesinar a suníes sistemáticamente mientras EUA se limitaban a observar.

El argumento de los EUA fue, «Esto es un problema interno y no queremos interferir en sus asuntos». Esa actitud se vio claramente en Rise of ISIS, aunque intentaron presentar a los miembros de EI como una especie de extraterrestres de otros mundos que querían aprovecharse de las masacres perpetradas por los chiíes –el Gobierno de Irak- contra los suníes.

Pero lo que todo árabe musulmán sabe es que los miembros de EI son nativos de Irak y Siria. Por eso el líder del grupo es Abu Bakr Baghdadi. Estuvo cerca de cuatro años recluido en una prisión estadounidense de Irak durante la ocupación y se le conoce por ser un erudito de la familia del profeta. Pertenece a una familia de gran importancia en Irak, por eso muchos suníes le rinden pleitesía.

Estado Islámico no tiene necesidad de reclutar a sus miembros. Son musulmanes de todos los rincones del mundo que han sufrido 25 años de injusticias y quieren ayudar a sus hermanos. Tienes que entender que los iraquíes son el pueblo más tozudo del mundo musulmán. No toleran la ocupación ni la humillación.

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Todas esas circunstancias se van sumando día a día hasta que el volcán entra en erupción, que es lo que está ocurriendo en Irak y en Siria bajo el nombre de Estado Islámico.

¿Te sorprendieron los atentados de EI en París?

En EUA la gente se pregunta por qué los de EI han hecho algo así. Pero en Oriente Próximo se preguntan, «¿Por qué EUA nos está haciendo esto?». Ponte en su situación: Francia lleva un año bombardeando Irak y [más recientemente] en Siria, destruyéndolo todo, mujeres, niños, edificios… Una bomba no sabe diferenciar entre EI y una mujer o un niño. Simplemente destruye.

En una edición reciente de USA Today, la secretaria de la Fuerza Aérea, Deborah Lee James, dijo, «Estamos en el negocio de matar terroristas, y es un buen negocio». Para ellos, esto es un negocio, pero estamos hablado de vidas humanas que tienen derecho a existir como les parezca.

Imagínate a la gente de Irak y Siria después de un año de bombardeos. Ves a los tuyos muertos, tu tierra destruida, a los niños tan asustados que solo se atreven a esconderse en los rincones. Todo ello causado por la caída de bombas del cielo, algo que no puedes detener. ¿Qué harías?

Pero, incluso aunque pienses que los ataques aéreos de Francia no están bien, ¿cómo se puede justificar el terrorismo?

Eso me recuerda a una historia. Había un león, un tigre y una cebra. El león se quejaba de que algo iba mal en la jungla: no llovía. Así que se dispuso a averiguar qué estaba sucediendo para tratar de que volviera a llover. Se reunieron los tres y el león dijo, «Yo vi un antílope, lo maté y me lo comí». Vale, vale; todos estaban de acuerdo con que eso estaba bien. El tigre habló a continuación: «Yo vi un conejo, lo perseguí, lo maté y me lo comí». Bien, bien; todos coincidieron en que no había nada malo en ello. La cebra intervino en último lugar. «Pues yo vi una porción de hierba, me comí un poco para matar el hambre…». «¡Apresadlo!», interrumpieron el león y el tigre, enfurecidos.

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La pregunta, por tanto, es quién tuvo la culpa en primer lugar. Hay que contar las dos versiones de la historia.

¿Qué piensas del atentado de San Bernardino?

Lo primero que pensé cuando me enteré del atentado de California fue que esperaba que no fueran musulmanes. Lo pensé por varias razones. En primer lugar, las víctimas son civiles, no tienen nada que ver con esto. Mi religión prohíbe los atentados contra civiles. Desgraciadamente, hay muchos musulmanes que no saben mucho sobre el Islam.

En segundo lugar, cada vez que entras en un país con un visado, estás suscribiendo un contrato. El Islam prohíbe romper un contrato. Debes respetar la ley de la tierra en la que vives. En tercer lugar, después de años viendo las noticias, creo que los medios de comunicación están controlados. Saben cómo utilizar un incidente para echar más leña al fuego. Cuando los que han cometido los actos violentos son musulmanes, se hace una cobertura de la noticia las 24 horas del día. Si no, en seguida se pierde el interés.

¿Qué me dices del atentado de Planned Parenthood?

Lo que hizo el hombre es peor que lo que hacen los médicos. Si lo que le enfurecía es que se lleven vidas, él lo hizo peor. El Islam no cree en el aborto. Toda forma de vida es preciosa… Pero él mató a personas adultas. ¿Qué forma es esa de resolver el problema?

Si el Gobierno dice que está bien, has perdido y tienes que aceptarlo. Es la vida. Deberían intentar resolver el problema con el Gobierno, no con los médicos que se limitan a hacer lo que el Gobierno ha declarado legal. Puedes curar los síntomas de algunos problemas, como una solución temporal, o puedes curar la raíz del problema de forma permanente.

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Por cada acción existe una reacción. Si lanzas una bola contra una pared, volverá a ti. Si la lanzas con fuerza, volverá a ti con más fuerza. Ese es el problema con los bandos en las guerras. Os golpeamos y vosotros devolvéis el golpe. Os golpeamos más fuerte y devolvéis el golpe con más fuerza. Es un toma y daca en el que nadie gana y hay muerte y destrucción por ambas partes.

Pero ¿no están los árabes creando estas células terroristas para atentar en Occidente?

Los árabes no se están radicalizando. Son los actos de vuestro Gobierno los que están radicalizando a los árabes. Los musulmanes de Francia y Europa ven fotos de los bombardeos día y noche. Los refugiados, millones de ellos que huyen de la guerra. Son imágenes horribles. ¿Crees que van a decir, «Vive la France!»?

Mira, los árabes quieren vivir como quieran. Siglo tras siglo hemos sufrido bajo el yugo de dictadores y tiranos respaldados por Occidente. Queremos llevar una vida decente, eso es todo. Pero Occidente está empeñado en hacernos vivir bajo las leyes del hombre. Los árabes no podemos vivir como Occidente. Somos diferentes. Lo único que mantiene nuestra justicia es el Islam, porque en el Islam, la paz, la justicia, vienen del cielo. Nadie lo sabe mejor que el creador de la tierra y el hombre.

Un líder árabe sin el Islam se convierte en un dictador. Se declaró un Estado Islámico porque, después de un siglo viviendo bajo el gobierno de dictadores, los EUA se marchan y dejan otro. Esa ha sido su cura para el síntoma. Una cura temporal. Ahora ha llegado EI y el problema ha empeorado.

¿Cómo se puede solucionar el problema?

Para solucionarlo de raíz, todo el mundo tiene que tomar contacto con su lado humano. Hay que dialogar, de humano a humano. Dejar que la gente decida qué quiere. Dejarlos en paz. Todo el mundo puede reunirse y decir basta. ¿Cuánto tiempo más vamos a seguir así? ¿Para el resto de nuestras vidas?

Ahora vivimos bajo la ley de la jungla, pero se nos ha dotado de más cabeza. Caminamos sobre dos piernas, con la cabeza alzada y somos capaces de usar el cerebro que Dios nos ha dado.

Traducción por Mario Abad.