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Los morgues dirigidas por voluntarios son una pésima idea

El Territorio Norte de Australia es enorme, pobre, está escasamente poblado y en él abundan los animales peligrosos. Es por eso que no resulta sorprendente que no atraiga a muchas personas con un perfil profesional.

Ilustración de Rubber House

El Territorio Norte de Australia es enorme, pobre, está escasamente poblado y en él abundan los animales peligrosos. Es por eso que no resulta sorprendente que no atraiga a muchas personas con un perfil profesional. Por ejemplo, aquellas que son buenas dirigiendo morgues. Como resultado, el sistema de almacena- miento de cadáveres es un follón. El personal de las morgues en el territorio lo integran voluntarios, sobre todo, y no hay ninguna agencia que esté específicamente encargándose de ella.

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Esto supone un problema, por decirlo suavemente. Una investigación conducida el año pasado por la Defensora del Pueblo en el Territorio Norte, Carolyn Richards, desveló un buen número de prácticas horribles, como un cuerpo que pusieron en unos juzgados al no haber sitio para él en ninguna parte, y un cadáver alojado durante una semana en la cocina de un doctor mientras éste estaba fuera. Las cosas no han mejorado desde entonces; en los últimos meses, los cuerpos de dos aborígenes han sido enterrados en las tumbas equivocadas, lo que no es poca cosa ya que en esa cultura es de crucial importancia ser enterrado con tu clan en tierra tribal. Los cuerpos fueron exhumados y vueltos a enterrar, pero las familias jamás recibieron una disculpa oficial.

También siguen esperando un “lo siento” de los bienintencionados pero poco cualificados –o incompetentes– trabajadores mortuorios, los miembros de la familia de Charlton James, quien cometió suicidio en 2011. El cuerpo de Charlton se llevó a la morgue de un pueblo llamado Kalkaringi, pero tras un corte del flujo eléctrico, el sistema de refrigeración falló y el cadáver se quedó pudriéndose, expuesto al calor del outback australiano. Para cuando su madre fue a ver el cuerpo, estaba tan descompuesto que no pudo reconocerlo.

Desde que hiciera público su informe, Richards se ha retirado y ha traspasado el problema a la Ministra de Salud del territorio, Robyn Lambley. Cuando llamé a su despacho, me dijeron que del tema de las morgues se estaba ocupando una ministra local, Bess Price. Cuando pregunté qué se estaba haciendo con el lío de las morgues, recibí como respuesta esta declaración:

“La manipulación segura y apropiada de personas fallecidas en las áreas remotas supone un reto en especial en el Territorio Norte, dado que su población se extiende a lo largo de 1.349.000 kilómetros cuadrados”. No es broma. Añadieron que el gobierno del territorio estaba “actualmente considerando consejo en relación con los servicios de morgues en áreas remotas”, y con esto llegamos a la raíz del problema: proveer de servicios a la gente que vive en zonas lejanas es difícil y caro. Aunque hubiera fondos suficientes como para adiestrar y pagar a técnicos y ayudantes mortuorios, éste no es un trabajo que mucha gente quiera, y menos aún los profesionales con títulos y licencias.

Como Richards explicó a NT News, “Ya es bastante difícil atraer a profesionales para que trabajen en lugares distantes como para que además tengan que alojar cadáveres en sus casas”.