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Los derechos de los trabajadores en Egipto se estancaron dos años después de la revolución

Cientos de trabajadores, jóvenes desempleados y estudiantes protestaron contra el gobierno actual por no cumplir con ninguno de los deseos de la revolución.

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Cientos de trabajadores se unieron a jóvenes desempleados, estudiantes y otros grupos que se oponen al gobierno del presidente Mohamed Morsi y marcharon para conmemorar el Día de Mayo en Cairo el pasado miércoles. La multitud se abrió paso desde el distrito de Sayeda Zeinab, hasta el Consejo Shura en el centro de Cairo, para terminar con su protesta en la famosa Plaza Tahrir. Esta manifestación fue muy diferente a las celebraciones del primero de mayo en otras partes del mundo. Fue una protesta contra el gobierno actual por no cumplir con ninguno de los deseos de la revolución.

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Han pasado dos años y medio desde la revolución (y cinco desde que se aprobó una medida para incrementar el salario mínimo), y las condiciones de los trabajadores no han mejorado mucho. Y tampoco la retórica. Los trabajadores recitan los mismos cantos de antes, sólo que ahora en lugar de Mubarak gritan el nombre del nuevo presidente egipcio. Algunas de las exigencias firmadas por sindicatos independientes y varios movimientos juveniles son las cosas de siempre, como un salario mínimo ligado al aumento en el corto de vida, la libertad para formar sindicatos y la nacionalización de fábricas privatizadas.

Kamal Abu Eiita, un recolector de impuestos y uno de los fundadores de la primera organización del trabajo independiente, la Unión Independiente de Recolectores de Impuestos sobre Bienes Inmuebles, dio un discurso durante la marcha. “Estuvimos aquí hace años bajo Mubarak exigiendo un salario mínimo de 1200 libras egipcias, ahora seguimos exigiendo lo mismo, un mínimo de 1800 libras egipcias al mes (unos 2600 pesos) por cada trabajador egipcio. Sabemos que nadie nos dará lo que nos corresponde, pero pelearemos por ello”. La lucha por el salario mínimo ha sido adoptada por todos los trabajadores en distintos sectores desde que el eslogan surgió en 2008 con los recolectores de impuestos sobre bienes inmuebles. Después de la nueva constitución con el presidente Mohamed Morsi, el salario quedó ligado a la producción de una compañía, así que depende de cada empresario establecer el salario de acuerdo con la producción de su compañía. Para muchos trabajadores y abogados laborales en Egipto, este arreglo simplemente no puede funcionar. El precio de las necesidades básicas está por los cielos, mientras que los ingresos del egipcio promedio no han crecido en años. Durante la marcha, las mujeres golpeaban sus ollas y gritaban: “¡Subieron el precio del azúcar y el aceite, pronto tendremos que vender nuestros muebles para comer!”

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Según el reporte anual del Centro para los Derechos Económicos y Sociales en Egipto (ECESR), hubo más de 3,800 huelgas y manifestaciones en 2012, la gran mayoría durante la presidencia de Morsi. Esto quedó reflejado en la marcha de la semana pasada pues sólo tomó algunos minutos para que los manifestantes comenzaron a gritar en contra de Morsi y la Hermandad Musulmana por ser peores que Mubarak en cuanto a los derechos de los trabajadores. Varios manifestantes llegaron con pancartas que decían: “¡Morsi, vete ya!” y gritando “Morsi Mubarak.”

También se escucharon gritos contra el préstamo del Fondo Monetario Internacional y la privatización. El gobierno subió el precio del combustible, la electricidad, y la comida con la esperanza de cumplir con las condiciones del FMI. Rechazar este préstamo está del interés de la clase trabajadora egipcia. Haitham Mohamedain, un abogado laboral y organizador con los Socialistas Revolucionarios argumenta: “Morsi sigue los mismos pasos que Mubarak. Este préstamo del FMI dejará a más trabajadores sin empleo, y cerrará más fábricas, además de devaluar la libra egipcia, y aumentar la inflación y el precio de los alimentos. Los trabajadores y los pobres son los que más sufren por estas políticas económicas fallidas que no arreglarán la economía en Egipto. Estas políticas sólo sirven a los intereses de aquellos en el poder y a la clase gobernante”.

Pero no todo son malas noticias para el trabajador egipcio. Se han establecido más de 300 sindicatos independientes desde la revolución. Aunque los trabajadores todavía luchan por enmendar la ley para que el estado reconozca a estos sindicatos independientes como representantes legítimos de los trabajadores, es un paso adelante que los trabajadores hayan podido organizarse y salir a protestar en colectivo. La cantidad de activistas laborales ha crecido. Los doctores y los maestros tuvieron paros nacionales este año. Los empleados del metro paralizaron el servicio durante días. El movimiento laboral en Egipto es capaz de organizar y ganar peleas pequeñas, pero todavía hay un largo camino por recorrer para alcanzar la justicia social que buscaba la revolución.

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